Un año más las mujeres tomaron las calles este 8M. Como desde hace ya un tiempo, la marcha contó con amplia cobertura en la prensa y en redes: mujeres de todas las edades compartieron tuits, historias de Instagram y TikToks relatando su experiencia durante la jornada y mostrando los ingeniosos y conmovedores carteles con los que asistieron a la fecha más importante para el feminismo.
Como cada año, las jacarandas anuncian la llegada del 8M y también lo hacen así los distintos espacios culturales y medios de comunicación. Los días alrededor de la fecha se llevan a cabo exposiciones conmemorativas y se desarrolla toda una programación tematizada en radio y televisión en donde expertas analizan los problemas más acuciantes para las mujeres en México y en el mundo. Las librerías —incluso las más comerciales— arman mesas de literatura escrita por mujeres y de libros introductorios al pensamiento feminista. En alguna que otra mesa se cuelan libros de autoayuda y “espiritualidad femenina” o biografías de Angela Merkel, pues todavía no todos tienen claro de qué va el feminismo.
Muchas empresas aprovechan la fecha para organizar talleres para que sus empleados se familiaricen con temas de inclusión e igualdad. Las especialistas en estudios de género saben que marzo es un mes muy cargado y suelen tener la agenda muy apretada. Algunas bromean y describen la temporada como “las navidades del feminismo”.
Todo esto representa una conquista que debemos celebrar. El reconocimiento institucional y en la conciencia colectiva del 8M es un logro que se ha obtenido gracias a un arduo trabajo. Este año, además, tenemos a la primera presidenta en la historia de México y esto se ha notado en la comunicación del gobierno que, entre otras cosas, ha incluido esfuerzos para transmitir a la población la importancia de la fecha y combatir la tentación de muchos de “felicitar a las más bellas creaciones de Dios en su día”.
Claudia Sheinbaum, de la mano de Citlalli Hernández, anunció diez medidas que formarán la columna vertebral del trabajo del gobierno en materia de género. Entre ellas, destacan las “herramientas de pedagogía” popular, como la recién creada Cartilla de los Derechos de las Mujeres o la inauguración en Palacio Nacional del Salón Mujeres en la Historia. Ambas acciones tienen la finalidad de fomentar una cultura de la igualdad y la defensa de libertades y derechos.
Todos los años debemos seguir creando las condiciones para que las mujeres puedan salir a marchar y reclamar sus derechos de forma libre y segura. Debemos seguir facilitando espacios para que especialistas y activistas informen y divulguen.
Pero se acaba marzo, y después, ¿qué sucede? Desde luego que las activistas de base, las defensoras de derechos humanos y las expertas en temas de género continúan con su trabajo. Pero, ¿qué hacemos el resto? ¿Qué hacemos los hombres? Me temo que muchas veces olvidamos el tema hasta el año siguiente.
Como anticipaba Sor Juana, los hombres pecamos con demasiada frecuencia de necedad y falta de escucha. Nos cuesta entender los problemas de género o, incluso cuando sí los entendemos, nos falta dedicación y compromiso para atenderlos. Un ejemplo muy claro es la desigualdad en el reparto de cuidados. El trabajo de cuidados se compone de todas esas tareas cotidianas y de la vida diaria que garantizan la reproducción de la vida y permiten el funcionamiento de la sociedad. Sin cuidados no hay economía y no hay política.
Como vivimos en una sociedad patriarcal, el trabajo de cuidados no está remunerado y en su mayor parte son las mujeres quienes lo llevan a cabo. Esto hace que su incorporación al mercado laboral sea más complicada y que, dentro de este, los ascensos y aumentos de sueldo estén distribuidos desigualmente. Este tipo de desigualdad desgasta a las mujeres e impacta profundamente en su bienestar. Por ello, la creación de un Sistema Nacional de Cuidados es imprescindible. Y hacia allá vamos. Entre las medidas anunciadas por Sheinbaum también se destacó la creación de doscientos centros para el cuidado infantil, lo cual reducirá las presiones sobre las madres trabajadoras.
Las acciones del gobierno son fundamentales, pero los ciudadanos tenemos que actuar también. Detrás de una mujer con doble o triple jornada hay un hombre que no está asumiendo su “huella de cuidados”. Detrás de una madre soltera hay un padre que muchas veces no está presente o incluso se convierte en un deudor alimentario.
Por todo esto, junto con Sor Juana, les digo a otros hombres: “Pues, ¿para qué os espantáis / de la culpa que tenéis?”
Lecturas sugeridas: La revolución de los cuidados de María Llopis (Txalaparta) y Salvavidas para madres autónomas de Diana Luz Vázquez (Grijalbo).