Sobremesa

¿Vidas paralelas?

A Emilio Lozoya y Murillo Karam se les fincaron responsabilidades penales, pero con diferentes ordenamientos legales.

Aprovechando que estamos en los días santos, por aquello de las reflexiones, haré un ejercicio siguiendo el ejemplo de dos grandes de la historia y de la literatura: el romano Plutarco y el cubano Guillermo Cabrera Infante.

El primero, Plutarco, a finales del siglo 1 y principios del 2, basándose en chismes de salón y rumores de la corte, dejó para la historia un libro denominado Vidas paralelas, biografías de 48 hombres, griegos y romanos, entre ellos Demóstenes, Cicerón, Alejandro Magno y Julio César.

El segundo, Guillermo Cabrera, en 1998, basándose en el ejemplo del romano, lanzó una especie de bomba literaria para el gobierno de Fidel Castro al plasmar en su libro Vidas para leerlas a personajes clave en el mundo de las letras cubanas, como Lezama Lima, Nicolás Guillen, Néstor Almendros, Calvert Casey, entre otros.

Leído lo anterior, mis personajes para el ejercicio son:

Redoble de tambores

El primero, Emilio Ricardo Lozoya Austin, a quien coloquialmente podríamos llamarle ‘Conchito’, pues nació precisamente el 8 de diciembre, Día de la Sagrada Concepción, y en este 2024 cumplirá 50 años (siendo honestos, nadie podrá negar que le hace honor al nombre de pila que sacó).

El segundo es Jesús Murillo Karam, quien el 2 de marzo cumplió 76 años.

El primero de profesión economista, el segundo abogado.

Café con piquete

Por razones de espacio y para nuestro ejercicio, pero sobre todo para no abrumarlos, estimados lectores, no me detendré en su currículum, simplemente diré que ambos fueron funcionarios de alto nivel en el gobierno federal de EPN.

Lozoya estuvo en Pemex, mientras que Murillo Karam fungió como el último procurador general de la República, ya que en la ‘4T’ se transformó en Fiscalía General.

Evite beber algo pues lo puede escupir

Pues por razones que sólo gente sabia y especialista en derecho y justicia como Alejandro Gertz Manero, Ernestina Godoy, Yasmín Esquivel, Lenia Batres o Ulises Lara podrían explicarnos, por qué a los dos se les fincaron responsabilidades penales, pero con diferentes ordenamientos legales.

Mientras a Lozoya, tras haberse escapado, lo trajeron de España con todas las comodidades imaginadas, baste decir que del vuelo privado en que llegó lo llevaron de inmediato en helicóptero de la Policía Federal al hospital Ángeles del Pedregal, quesque porque venía malito; sí, dijeron que venía con anemia. Ah, y la Guardia Nacional lo cuidaba desde el estacionamiento.

Por el otro lado, a Murillo Karam lo fueron a detener a su casa. El encargado de la diligencia, con cierta vergüenza, le dijo “es penoso”, a lo que le contestó el exprocurador que más bien era político y se entregó. ¿Confianza en la impartición de justicia? Vaya usted a saber.

La soberbia es un pecado capital

Mientras Lozoya llevó en libertad su ‘juicio’ hasta que le tomé la foto en el restaurante Hunan, con la cual evidencié el pacto de impunidad entre este criminal confeso, la FGR y la 4T, a Murillo Karam de inmediato lo metieron al reclusorio, sin importar que nunca se escapó, su precaria salud y su edad.

Los cargos contra Lozoya son: operaciones con dinero de procedencia ilícita, peculado y asociación delictuosa.

Los cargos contra Murillo Karam: presunta participación en la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa y un intento fallido de ‘culparlo’ por malversación de fondos públicos.

Un fuerte

El pasado 20 de febrero a Lozoya se le concedió un amparo para continuar su proceso en libertad tras poco más de dos años tres meses en prisión en el Reclusorio Norte, con todo tipo de privilegios, cuidados y apoyo. Acuérdense que no sólo bebía un día sí y el otro también, sino que en sus audiencias hasta lo dejaban vapear, por contar sólo lo menos de lo que podía hacer allá adentro.

Y mientras el Código Nacional de Procedimientos Legales, concretamente en su artículo 166, establece que personas mayores de 70 años podrían cumplir la prisión preventiva en su domicilio particular, duerme el sueño de los justos o está arrumbado en algún lugar, pues a Murillo Karam lo tienen en el hospital de Tepepan con una salud sumamente grave.

Politizando la justicia

Mientras, Lozoya no sólo se les escapó, sino que les mintió y se burló del fiscal y del presidente AMLO con lo dicho en su falsa denuncia. Tienen en sus cuentas el cochupo que recibió no sólo de Odebrecht, sino también de Ancira y lo que falta de dinero en sus cuentas es porque compró sus casitas en Ixtapa y en Lomas de Bezares, en la CDMX. Además, súmele que dejó a Pemex en una situación muy vulnerable: nunca antes se había producido tan poco petróleo ni nunca antes se había incrementado en tal nivel la deuda de la paraestatal. Que el primer día hábil del sexenio le quitó la inmunidad soberana a Pemex justo con Braskem, empresa ligada con Odebrecht; daño incalculable. Sus viajes con cargo al erario, etcétera, etcétera… y está desde hace 42 noches felizmente durmiendo en su cama, bueno, en la cama de casa de su papi, porque su abogado… ah no, perdón, su juez, Gerardo Genaro Alarcón, así como los magistrados de apelación Alberto Torre Villanueva y Juan Pedro Contreras Navarro, dijeron que no había peligro de fuga.

Murillo Karam, sin haber ni planeado o haber asesinado a los 43, le niegan salir de la cárcel y lleva 584 noches durmiendo ahí, porque dijo Juan José Hernández Leyva, quien estaba supliendo a Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, que hay riesgo de fuga.

Por favor, el exprocurador no puede ni caminar.

Algo huele mal en Dinamarca

¿Consejo de la Judicatura Federal, algo que decir?

Quien traiciona una vez traiciona siempre

Claudia Sheinbaum y Mariana Benítez. (Especial)

Y qué tal que Mariana Benítez, quien le debe su carrera política a Murillo Karam, anda muy quitada de la pena haciendo campaña a favor de Claudia Sheinbaum. Sí, dejó el PRI y se fue para Morena. Ver para creer.

COLUMNAS ANTERIORES

El engaño de Alonso Ancira a Pemex
En el IMSS, todo queda en familia

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.