La Aldea

La terquedad como método

Después de 16 meses de pandemia en México, no se aprendió ninguna lección para la contención, tratamiento, aislamiento y trazabilidad de contagios.

“Las cosas se hacen a mi modo”, que en buena medida consiste en no hacer nada y esperar a que todo se acomode a determinada conveniencia política. Esa pareciera ser la premisa central de gobierno del presidente López Obrador.

No al cubrebocas, porque simplemente le molesta, le incomoda, no quiere parecerse a la muy eficiente estrategia de combate a la crisis sanitaria de la A/H1N1 bajo el gobierno de Calderón.

Él quiere ser diferente, en todo.

El problema es que hay que dar resultados y los de este gobierno son desastrosos.

Nos golpea la tercera ola de Covid con las nuevas y agresivas variantes, y la Secretaría de Salud y López-Gatell –la irresponsabilidad encarnada– no hacen nada, no modifican una sola línea de acción, no redoblan la campaña de vacunación, no aumentan las cuadrillas: nada. ¿Por qué? Por la voluntad férrea y terca del señor presidente. Según datos oficiales, 19 millones de vacunas están “desfasadas” dijo Gatell, y ya hemos recibido señalamientos por parte del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta en el sentido de que México alcanza niveles de emergencia. Mientras tanto aquí, nada.

Andrés Manuel puede afirmar con razón, que buena parte de su carrera política fue construida con base en tesón, en no dejarse doblegar ante las circunstancias, en presentar un frente firme, sólido y alcanzar su propósito. El problema aquí, presidente, es que su terquedad está costando vidas de mexicanos. Decenas de miles de vidas que pudieron salvarse y aún podrían salvarse si se toman medidas para contener esta tercera ola.

Tristemente parece que después de 16 meses de pandemia en México, no se aprendió lección ninguna para la contención, tratamiento, aislamiento y trazabilidad de contagios.

El presidente cambia el tema cuando le plantean la problemática: vacunas que no llegan, pruebas que no se realizan, población vulnerable en aumento mientras que los contagios se disparan.

Resulta una terquedad costosa para el país, en vidas, en sentimientos, en pérdidas humanas.

Traslade usted esta actitud a otras en el escenario nacional. La política energética, por ejemplo, donde un grupo de legisladores estadounidenses han solicitado –una vez más– a su presidente que intervenga frente al gobierno mexicano para frenar el atropello de que son víctima empresas americanas, canadienses y de otras nacionalidades. ¿Qué pasa aquí? Nada. La terquedad del presidente ante la evidencia de que romper el Estado derecho para imponer su visión nacionalista de electricidad sucia y petróleo decadente, tendrá sus consecuencias.

De forma muy señalada está su política de comunicación, construida sobre el eje vector de la ‘mañanera’, el espacio para el pregón diario. Ahora recibirá la sanción del INE por violar la veda para su otro absurdo inútil que es la consulta popular de “los personajes políticos del pasado”. ¿Y qué pasará con la orden del INE? Nada. La terquedad presidencial se impondrá una vez más por hacer exactamente lo que le da la gana, aunque su capricho cueste vidas, empleos, inversiones, prestigio internacional, contaminación del medio ambiente y otros múltiples daños al país.

Otra terquedad que raya en lo criminal es la ausencia absoluta de una estrategia de seguridad y combate al crimen organizado en México. El vacío creado por el retiro de las fuerzas federales ha provocado el avance consistente de los grupos del crimen. Los ‘abrazos no balazos’, han probado el fracaso más estrepitoso del gobierno, cuando el número de muertos de López Obrador –así como hablaba él mismo de los muertos de Calderón y de Peña– superan hoy los de sus dos antecesores a estas alturas de los sexenios comparados.

La terquedad como método, como sistema, el rechazo a los datos, la negación de la realidad, el ninguneo de la ciencia, la abstracción a un mundo de irrealidades repletas de prejuicios y complejos ideológicos, marcan el estilo y el proceso en la toma de decisiones.

“La gasolina debe ser procesada en su totalidad en México”, premisa dictada en la conciencia del caudillo desde hace décadas, y aunque hoy la realidad energética del mundo apunta en otras direcciones, fusiones, acuerdos, intercambios, él ha decidido, por el peso de su voluntad, embarcar a México en una errática ruta de refinerías obsoletas, otra muy costosa refinería nueva que difícilmente funcionará en esta administración –si algún día llega a operar al 100 por ciento.

La realidad no se modifica por la voluntad de un individuo.

La terquedad como método cobrará un precio inmenso a los mexicanos, como ya lo ha hecho desde el impacto descomunal de la pandemia.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

El vergonzoso caso Zaldívar
Pactar para llegar

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.