El Globo

Trump está de vuelta

El recuento de procesos y potenciales juicios en contra de Donald Trump no es menor. En los hechos, una condena en su contra podría ser devastadora para su campaña.

Muchos consideraron que su abultada carpeta de casos e investigaciones judiciales sería un impedimento para que Donald Trump anunciara formalmente una tercera carrera por la presidencia de Estados Unidos (2016, 2020, 2024). Pero no fue así.

Este sábado, en Carolina del Sur, Trump anunció en un mitin frente a simpatizantes que se presentaría una vez más como aspirante a la candidatura republicana a la Casa Blanca.

El recuento de procesos y potenciales juicios en contra de Trump no es menor.

El más avanzado es el de Nueva York, donde la fiscalía estatal ha conseguido ya una condena en contra de su director financiero en el grupo de empresas del magnate, por malversación de fondos y conspiración para evadir impuestos.

Ese mismo caso presentará en estos días evidencias y elementos acusatorios ante un gran jurado para formular cargos criminales en contra de Trump. Éste sigue su curso; habrá que esperar su resultado.

Otro muy importante es el de Georgia, donde un investigador especial ha reunido evidencia que apunta a la intervención ilegal del entonces presidente para desviar, modificar y manipular los resultados electorales en 2020 –que le daban la victoria a Joe Biden– y beneficiarlo a él. Un célebre testimonio de la investigación señala que el presidente le pidió al gobernador: “Consígueme 11 mil votos, necesito 11 mil votos”.

Uno más es el más trascendente en la historia presente, por su impacto en la vida democrática de Estados Unidos. Los ataques al Capitolio el 6 de enero de 2021, en la sesión en la que el Congreso –convertido en Colegio Electoral– debía avalar los resultados de la pasada elección de noviembre, en la que Joe Biden resultó triunfador.

Las investigaciones del comité especial del Congreso sobre el 6 de enero apuntaron a que hubo una conspiración dirigida y orquestada para impedir esa sesión del Congreso, y fracturar el proceso democrático de la Unión Americana.

El comité concluyó sus trabajos y entregó al Departamento de Justicia todos los testimonios, evidencias, pruebas y grabaciones de los sucesos de ese día, a la espera de que el fiscal general de Estados Unidos decida si existen en todo ello –o no– elementos de base para formular cargos en contra de Donald Trump, por aparente liderazgo intelectual de la revuelta, por lo menos. Varias docenas de participantes han enfrentado juicios y procesos en el último año, y por lo menos cinco de los manifestantes que atacaron la sede del Congreso han recibido ya sentencias condenatorias y están en prisión.

Un caso más en contra de Trump es tal vez el más simple, pero el que se pueda procesar con mayor rapidez. Se le acusa de haber pagado con dinero de campaña los servicios sexuales de una prostituta en 2016.

Trump debe gastar buena parte de su fortuna en equipos de abogados para cada caso.

Lo trascendente para la campaña y para sus aspiraciones hacia 2024 es que, aun siendo sometido a una o varias investigaciones y, más aún, que se le dicte sentencia inculpatoria –que no implique cárcel, por supuesto–, el acusado puede continuar siendo candidato presidencial. Pero en los hechos, una condena en su contra podría ser devastadora para su campaña.

Es, hasta hoy, el único que ha levantado la mano para contender por el Partido Republicano. Ron DeSantis, gobernador de Florida, no ha anunciado formalmente sus pretensiones, aunque es considerado como el republicano más visible para aspirar a la candidatura.

Trump lo sabe, y en su anuncio del sábado arremetió con fuerza contra DeSantis, a quien califica ya como traidor, mentiroso, incapaz durante la pandemia y otras linduras.

DeSantis no se ha defendido ni una sola vez, ha aguantado la metralla trumpista desde el conocimiento del enorme respaldo popular que aún conserva Trump entre las filas republicanas. Tal vez el gobernador tenga la expectativa de que alguno de los juicios y condenas contra el expresidente desvíe sus intenciones de regresar a la Casa Blanca. Por ello, resultaría más sensato esperar a iniciar la confrontación contra el orate preferido de los ultraconservadores estadounidenses.

Por lo pronto, Trump volverá a Facebook e Instagram, en lo que algunos expertos consideran la peor decisión de Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, por regresarle las cuentas.

Trump retoma su campaña, regresa a los mítines y volverá al ataque continuo en contra de Biden, a enrarecer y contaminar de manera tóxica todo el espectro político estadounidense. ¡Agárrense!

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