Integrante del Comité Técnico Nacional de Gobierno Corporativo de IMEF.
Los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo se han convertido en un elemento central para evaluar la competitividad y sostenibilidad de las empresas y de los países. A nivel global, a pesar de tener algunos países detractores, todavía hay muchos inversionistas, consumidores y reguladores que demandan mayor transparencia y responsabilidad frente a los desafíos del cambio climático, la desigualdad y la integridad corporativa. En México, la adopción de estos principios ha crecido de manera sostenida, aunque aún existen áreas de oportunidad para consolidar una agenda nacional que combine desarrollo económico con sostenibilidad. En particular, el mayor desafìo está en desarrollar cultura y conocimiento en las empresas pequeñas.
México ha demostrado su compromiso con la protección al medio ambiente. Cada vez más empresas miden su huella de carbono, impulsan proyectos de eficiencia energética y participan en esquemas de economía circular. Hay un impulso genuino hacia el cuidado de la biodiversidad y empresas e instituticiones financieras ya adoptan esquemas para la protección de ésta dentro de sus programas de protección y cuidado al medio ambiente. El sector financiero también ha sido clave al promover bonos verdes y productos de inversión responsable que han sido aprovechados por empresas para financiar proyectos de alto impacto hacia la protección del medio ambiente. Recientemente en el foro ESG organizado por el IMEF se destacó que el financiamiento sostenible será uno de los pilares del crecimiento económico en los próximos años, siempre que existan marcos regulatorios claros y mecanismos que faciliten el acceso de las empresas a capital verde, ya que existe un alto interés de la comunidad inversionista mexicana, de canalizar inversiones hacia el financiamiento sostenible. Sin embargo, para aprovechar el potencial del país en energías limpias y biodiversidad se requiere mayor coordinación entre gobierno, empresas, así como incentivos que estimulen la innovación tecnológica y el nacimiento de más proyectos de energía limpia.
En el plano social, crece el número de empresas que integran políticas de equidad de género, diversidad y bienestar laboral en su cultura organizacional, a la par que también informan sobre las metas y los avances logrados. A nivel comunitario, muchas compañías impulsan programas de educación, salud y desarrollo local que van más allá de una causa filantrópica y buscan generar impacto real y duradero en la sociedad y en la economía. No obstante, aún es necesario ampliar la participación de las pequeñas y medianas empresas en esta agenda y fortalecer las alianzas público-privadas que promuevan inclusión financiera y acceso equitativo a oportunidades.
Consolidar una estrategia social sólida, será fundamental para reducir brechas y potenciar el talento nacional, un aspecto que —como ha subrayado el IMEF en diversas ocasiones— puede traducirse en mayor productividad y competitividad empresarial.
En materia de gobierno corporativo, México cuenta con un marco regulatorio que ha evolucionado de forma importante. Las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores han fortalecido sus estructuras de control y transparencia, mientras los inversionistas institucionales demandan más información ASG en los reportes anuales. El reto hacia adelante no está tanto en generar nuevas reglas, sino en fomentar una cultura de ética, integridad y rendición de cuentas que trascienda el cumplimiento formal. Las organizaciones que adoptan una gobernanza sólida, logran construir confianza y valor sostenible a largo plazo y tiene mayor acceso a capital y financiamiento en términos económicos más favorables.
México se encuentra en un momento oportuno para consolidar su liderazgo en materia ASG. Existen amplias oportunidades para atraer inversión hacia proyectos sostenibles, fortalecer la educación financiera en sostenibilidad y aprovechar la creciente demanda por productos y servicios responsables.
El país cuenta con talento, recursos naturales y una posición estratégica que pueden convertirlo en un referente regional en desarrollo sostenible. Lograrlo dependerá de alinear esfuerzos entre el sector público, el privado y los organismos empresariales, así como de canalizar recursos para inversión y financiamiento que permitan invertir en la infraestructura y desarrollo de recursos que permitan lograr el cambio.