Gustavo de Hoyos Walther

Pluralidad y sobrerrepresentación

Por ahora no está claro cuál va a ser la distribución de curules en el Congreso, pero se haría bien en intentar que esta reflejara la verdadera intención del electorado.

Hay una relación muy cercana entre la democracia liberal y el pluralismo. La democracia, por sí sola -que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo- tendería a la homogeneización, ya que premia a las mayorías. El peligro de un gobierno solo de mayorías es que estas podrían doblegarse a la tentación de someter a las minorías.

El liberalismo es entonces la limitación del poder de las mayorías para que no sean tiránicas y abusen de las minorías.

Es en esta rectificación al posible poder absoluto de las mayorías donde reside el carácter civilizatorio del liberalismo. Y es a partir de la pluralidad de fuerzas que se genera a partir del impulso de dividir al poder donde surgen las sociedades modernas.

Después de haber tenido una democracia iliberal, desde 1928, México abrazó la pluralidad democrática, arreglo político que se ha mantenido hasta nuestros días.

Aunque en 2018, la sociedad le dio un mandato claro al presidente López Obrador para asumir el Poder Ejecutivo, por otro lado decidió que en el Congreso nadie tuviera la mayoría necesaria para aprobar reformas constitucionales.

No obstante esto, debido a un sistema de representación pactado en 1996, varios partidos de la coalición ganadora terminaron con una sobrerrepresentación en las cámaras. Esto le otorgó al régimen la posibilidad de pasar leyes y cambiar la Constitución. La elección del 2021 le quitó esa prerrogativa a los partidos del gobierno.

La situación del 2018 se está repitiendo de nuevo ahora en 2024.

En efecto, el Partido Verde, por ejemplo, recibió aproximadamente el mismo porcentaje de votos que el PRI o Movimiento Ciudadano y, sin embargo, podría tener asignados muchos más curules que ambos partidos. O, para decirlo de otra forma, el Partido Verde tiene aproximadamente la mitad del número de votos que recibió el PAN y, sin embargo, tendría asignados más o menos el mismo número de curules. Algo análogo sucede con el otro aliado de Morena, el Partido del Trabajo.

De acuerdo con la Constitución, ninguna fuerza política puede exceder en 8 por ciento su representatividad en el Congreso. El problema es que algunos partidos están intentando burlar esta disposición mediante una interpretación muy oportunista de los convenios de coalición. Lo curioso del caso es que el Partido Verde no ganó ninguna diputación o senaduría por sí sólo, sino sólo en coalición con uno o dos partidos de la alianza gobernante.

Por ahora no está claro cuál va a ser la distribución de curules en el Congreso, pero se haría bien en intentar que esta reflejara la verdadera intención del electorado.

Esperemos que al final reine la sensatez y que el nuevo Congreso elegido por la ciudadanía pueda comenzar sus importantes trabajos sin el estigma de ser uno que no representa el mandato ciudadano.

Esto es esencial para la salud de nuestra República.

Gustavo  de Hoyos Walther

Gustavo de Hoyos Walther

Abogado y Diputado Federal.

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