En el espejo de Washington

Migrantes como piezas de un ajedrez ajeno

Los gobernadores de Texas y Florida, quienes están jugándose la reelección en noviembre, están siguiendo los pasos trumpistas de escandalizar, humillar y usar como piñata a los migrantes.

Piezas de utilería, paquetes de carga, pelotas de ping-pong, sacos de basura, peones de ajedrez… es difícil encontrar el término que mejor describa la forma en que los migrantes están siendo utilizados por candidatos republicanos –pero también demócratas– de cara a las próximas elecciones de noviembre en Estados Unidos.

Como piezas de utilería, ni siquiera actores secundarios, en una obra de teatro iniciada por los gobernadores republicanos de Texas y Florida (Greg Abbott y Ron de Santis) que quieren colocar en el centro de la conversación el exitoso libreto trumpista antinmigrante.

La acción la empezó Abbott, quien ya ha mandado a más de 10 mil migrantes desde Texas a otras direcciones en el norte del país. Ahora se ha sumado De Santis, quien ha pagado vuelos en avión con recursos presupuestales de Florida, el más reciente para llevar a 50 migrantes venezolanos a Martha’s Vineyard, una lujosa isla en Massachussets donde tienen casas de verano personajes influyentes y millonarios simpatizantes del Partido Demócrata.

La narrativa que quieren posicionar Abbott y De Santis busca señalar que es muy fácil defender la migración cuando no la tienes en la puerta de tu casa. La principal acusación que buscan establecer es que los demócratas son totalmente hipócritas en la materia.

Los lugares a los que están enviando a los migrantes tienen el estatus de “santuario”, ciudades cuyas leyes municipales tienden a proteger a los inmigrantes indocumentados de la deportación o el enjuiciamiento, a pesar de la ley federal de inmigración.

Sin embargo, desde la perspectiva migrante y latina, ni el Partido Republicano o el Demócrata contribuyen de forma importante a su causa.

La crueldad y beligerancia republicana es más ruda, peligrosa y ofensiva, pero tampoco los demócratas han gastado capital político para ir más allá de medidas paliativas que, aunque protegen en el presente, no resuelven de fondo la terrible incertidumbre que sufren los migrantes indocumentados.

Por su parte, aunque la principal preocupación del electorado republicano radica en el aumento del costo de la vida, el precio de la gasolina y otros temas económicos, inmediatamente después viene su temor al caos en la “frontera abierta” y la amenaza de “invasión” de los bárbaros del sur, según reza la propaganda difundida en el ecosistema mediático conservador.

El nuevo capítulo del libreto xenófobo consiste en trepar a migrantes a autobuses e inclusive a aviones que salen de Texas rumbo a ciudades en el norte del país, lugar de residencia de muchas elites del Partido Demócrata.

Llegan a Nueva York, Chicago, Washington, Massachussets como si fueran paquetes de Amazon o bolsas de basura colocados en las puertas de personas y comunidades que tienen un discurso –no siempre una práctica– más acogedora con los migrantes. Un autobús recientemente “depositó” a un grupo de migrantes en la entrada del Observatorio Naval, residencia oficial de la vicepresidenta Kamala Harris.

Así los migrantes son usados como pelotas de ping-pong o peones de ajedrez de un juego ajeno, arrastrados vilmente para representar una obra de teatro, cuyo principal objetivo es encender al electorado de cada uno de los partidos.

Está claro que los gobernadores de Texas y Florida, quienes están jugándose la reelección en noviembre, están siguiendo los pasos trumpistas de escandalizar, humillar y usar como piñata a los migrantes.

En materia de opinión pública se da el mismo efecto que hemos visto tantas veces repetido en la figura de Trump: entre más polémica y acusaciones legales recibe, mejor se consolida el apoyo con su base de votantes. Por cierto, Trump declaró recientemente estar enojado con De Santis porque “le robó su idea”. El cinismo es infinito.

Para subrayar la intención política de la maniobra, es importante destacar la nacionalidad venezolana de los migrantes que De Santis ha subido al avión, con lo que intenta no enemistarse con la mayoría cubana de su estado y a la vez explotar los sentimientos negativos que despierta el régimen de Nicolás Maduro en esa región de Estados Unidos.

Por su parte, los demócratas, además de subrayar que no es manera de conmemorar el mes de la herencia hispana en Estados Unidos –celebrado durante todo un mes arrancando el 15 de septiembre de cada año–, ni mucho menos actuar como lo indica la parábola del buen samaritano en la Biblia que supuestamente guía al electorado conservador, resaltan la crueldad e inhumanidad de la medida, además de que alistan una serie de demandas legales, principalmente por secuestro, contra el gobernador de Florida.

Repitiéndose este círculo infinito, donde unos juegan, de manera planeada y sistemática, a romper la cordura y la legalidad, mientras los otros no dejan de denunciarlo tanto en los tribunales como en el litigio de la opinión pública.

Y así, mientras los políticos juegan al ajedrez o al “tú las traes”, en este 2022 se han roto todos los récords de cruces fronterizos y Estados Unidos supera ya los dos millones de migrantes detenidos por primera vez en un año.

El histórico número de inmigrantes ha sido impulsado por la llegada de ciudadanos de Venezuela, Cuba y Nicaragua inmersos en una catástrofe autoritaria y una autoprovocada debacle económica. Flujo que se suma al ya de por sí muy caudaloso río de centroamericanos y mexicanos que cada vez buscan salir de sus países por la situación de inseguridad, violencia y falta de oportunidades económicas.

Triste e indignante que las fallas serias en los países emisores estén dando tanto material humano a los políticos en Estados Unidos para seguir haciendo sus teatritos crueles e hipócritas con personas que lo único que quieren es vivir tranquilos, trabajar y sacar adelante a sus familias.

El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

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