Francisco Javier Acuña

Datacon: ¿El ‘Teletón’ de los datos oficiales?

Todavía estamos distantes de la colocación de ‘datos abiertos’ en cada aparador burocrático y, más aún, de poder ver con nitidez que el grueso de la población participe en la interoperabilidad.

Hablar de un ‘Datacon’ nos sitúa en los territorios del gobierno abierto y sus técnicas para medir la calidad de los servicios públicos y los niveles de satisfacción ciudadana mediante las tecnologías de la información, más concretamente, a través de los registros digitales que dejan los intercambios entre usuarios de los servicios informacionales del Estado y sus dependencias. Las instituciones públicas ponen sus informes en formatos flexibles: ‘datos abiertos’ y así se genera una conversación pública útil a la sociedad democrática.

En México tenemos el Teletón, que es una campaña de donación masiva para conseguir la meta anual en favor de unos centros de rehabilitación para personas con discapacidad.

También existe un instrumento semejante de filantropía denominado Juguetón que consiste en conseguir, a través de concursos, fondos y juguetes en buen estado para los niños más pobres y para los niños olvidados en reformatorios o albergues con motivo de Navidad o días especiales como el Día de la Infancia.

Naturalmente, Teletón y Juguetón han penetrado en el conocimiento de la población, y gozan de enorme credibilidad al margen de polémicas en torno a si sus organizadores incurren en abusos al ser beneficiarios fiscales por la acreditación del deducible de los fondos para esos fines.

Sin embargo, respecto de ‘Datacon’ estamos en pañales. Apenas estamos aprendiendo los efectos de la transparencia pública y la adhesión ciudadana a exigir claridad de las operaciones del gobierno, en tanto ese esquema de exigencia se traduce en beneficios inmediatos como la prontitud de los servicios públicos y, por consecuencia, encontrar rutas alternativas para la interacción de la ciudadanía a título individual y/o grupal con el gobierno y sus dependencias en tanto las oportunidades para proveer legalmente de insumos o servicios.

Todavía estamos distantes de la colocación de ‘datos abiertos’ en cada aparador burocrático y, más aún, de poder ver con nitidez que el grueso de la población participe en la interoperabilidad.

Indiscutiblemente, cuando hablamos de ‘datos abiertos’ nos referimos al plano digital de los servicios públicos y eso supone que el ciudadano común se mueva en esa dimensión y haga cruces de la información para sus objetivos personales, familiares, patrimoniales, comerciales y culturales. Es cierto, en México un número muy amplio de la población, que ronda los 130 millones, hace un uso constante de tecnologías de la información y dispositivos móviles, pero otra cosa sería poder afirmar que la gente en proporciones superiores sepa o pueda maniobrar en términos de la ‘interoperabilidad’.

El uso masivo de las tecnologías de la información obedece a patrones de consumo de contenidos elementales, muy orientados al placer lúdico, al entretenimiento (mata tiempo) y a la recreación estética. Esa idiosincrasia no favorece una vocación multitudinaria de internautas con sed de información cualificada con afanes de investigación lírica; esa espontánea que por curiosidad cívica analiza acciones y reacciones sociales sin protocolos científicos solo para conocer y vigilar el ejercicio de los trámites públicos.

Definitivamente, el ‘Datacon’ es un proyecto que conviene promover sin olvidar que debemos empujar como un bien público los procesos estructurales de la conexión digital de la nación. En el INAI estamos en esa apuesta y lo hace bajo el impulso de mi compañero Adrián Alcalá que coordina las comisiones temáticas correspondientes.

El autor es comisionado del INAI.

COLUMNAS ANTERIORES

Falsas acusaciones al IFAI y al INAI sobre Fobaproa/IPAB
El INAI resiste invicto

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.