Leer es poder

Tiranía sin banderas

Las banderas que enarbolaron —pobreza, corrupción— eran falsas. Las utilizaron para llegar al poder. Una vez instalados en él, revelaron su verdadero talante.

Se hicieron del poder enarbolando dos banderas: la lucha contra la pobreza y el combate contra la corrupción. A siete años de haber conquistado la Presidencia, queda claro que han fracasado: ha aumentado la pobreza extrema y somos un país más corrupto.

Según The Economist, la revista de mayor prestigio en el mundo, los programas sociales no sirven para reducir la pobreza; su función es de clientelismo electoral.

De acuerdo con Transparencia Internacional, en cuanto a corrupción, México se ubica en la posición 140 de 180 países evaluados.

Las banderas que enarbolaron —pobreza, corrupción— eran falsas. Las utilizaron para llegar al poder. Una vez instalados en él, revelaron su verdadero talante. Viajes, lujos, mansiones, ranchos, camionetas, relojes. El discurso en defensa del pueblo da riqueza y poder.

¿Y qué es el poder? El dominio sobre los otros. El yo te mando y me obedeces. Me pides perdón en público o vas a la cárcel. Me tienes que pedir disculpas treinta días en los medios. Nadie tiene derecho a criticarme. Te hincas o te cierro tu medio y te quito tu casa. Te encierro si no me obedeces.

Las banderas eran falsas. ¿Para qué sirve la ley? Para doblegar a mis enemigos. La función de los tribunales es hacer que me obedezcas. Quiero que me tengas miedo. Miedo de hablar, de protestar, hasta de quejarte. Los tribunales sirven para validar mis caprichos. Puedo cambiar la Constitución con la mano en la cintura.

Todo esto, claro, en nombre del pueblo. El sacrosanto pueblo. Yo hablo por ti. Yo te defiendo. Yo voy a cobrarles todo lo que te hicieron. Tu resentimiento es justo. Te mantuvieron en la pobreza. Te quitaron lo que era tuyo. Yo te represento. Quiero el poder para vengarme de los que te ofendieron. Quiero los tribunales para aplastar a los que te aplastaron. Quiero el poder electoral para que nunca vuelvan a gobernar los que te humillaron. Yo soy el pueblo; yo, como tú, soy una víctima. Yo también sufrí mucho. Me robaron las elecciones. Se burlaron de mi acento. Me llamaron tropical. Ahora es nuestro turno. Tenemos el poder para aplastarlos. Tenemos la justicia para vengarnos de nuestros enemigos. Nuestro es el poder. No hay ideales. No hay proyecto. El resentimiento es un fin.

Pude engañarlos a todos. Les dije que después de la independencia, la reforma y la revolución, nosotros lograríamos por fin transformar a México. Las víctimas llegaríamos al poder. Terminaríamos con la pobreza. Barreríamos la corrupción de arriba a abajo. Nunca más nadie nos volvería a humillar con su prepotencia. El pueblo tomaría las riendas del poder. Y me creyeron. Se tragaron completo ese cuento. Ahora mi familia es poderosa. Mi hijo está en Japón en un hotel de cinco estrellas. Mi otro hijo tenía casa en Houston. El más pequeño estudió en Londres y no sale de los antros. Los amigos de mis hijos obtienen contratos multimillonarios. Nos prestan sus nombres. Hacen los negocios sucios. Ya luego nos devolverán lo que es nuestro.

El poder sirve para aplastar a mis enemigos. Con el pretexto del pueblo, acumulé poder para llenar ese hoyo negro que me carcome desde que en la adolescencia disparé por accidente contra mi hermano. Mis padres no me lo perdonaron. Me expulsaron de mi casa. Tenía que demostrarles que era un buen hijo. Me apodaban el “Piedra”, pero yo era bueno. Yo ayudaría a los demás. A los indígenas de La Chontalpa. A mis paisanos más pobres. Yo me sacrificaría con ellos. Yo los representaría. Yo sería como ellos. Yo sería ellos. Ya verán cuando tenga el poder en mis manos. Sí, Señor Presidente. Lo que usted diga. Usted es el más popular del mundo. Debería ser presidente toda la vida. Si usted dice alguna tontería, como dice El Fisgón, no es que sea una tontería, sino que yo no entiendo la orden, pero algún día la entenderé. Usted es sabio. Usted nos manda para que estemos mejor. Ahora el que tiene el poder soy yo. Haré todo lo posible para que nadie nos lo quite. Impondré en la silla a una incondicional. Le impondré a su gabinete, a sus coordinadores legislativos. Los soldados están para protegernos. Las leyes para doblarlos. La Suprema Corte servirá para mi Supremo Capricho. El pueblo soy yo. El poder soy yo. La capital de México está en Palenque. Aumentó la pobreza extrema. Aumentó la corrupción. Las masacres son cotidianas. Permitimos a los narcos dominar el país. Poco a poco iremos asfixiando la libertad de expresión. A mis adversarios, la dura justicia. A mis amigos, camionetas, viajes, lujos, casas en Houston, fiestas en Madrid. Y si te quejas, tendrás que disculparte treinta días de rodillas. Te examinará la unidad de “inteligencia” financiera. Y si te sigues quejando, puede que hasta desaparezcas. Qué fácil es desaparecer en México. Quizá un buen día te encuentren en una fosa en Jalisco. El poder sirve para vengar agravios. El poder sirve para vengar ofensas. No hay proyecto de país. No hay banderas. Mi tiranía se alimenta del dominio de los otros. Híncate, te ordeno que me pidas perdón.

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