Leer es poder

El fraude del fraude

El mito de que las elecciones de 2006 le fueron robadas permite a López Obrador mantener la idea de que su movimiento quiere reparar una injusticia.

Mal termina lo que mal comienza. El mito fundador del Movimiento de Regeneración Nacional, el partido en el poder, es el mito del fraude del 2 de julio de 2006. Mito en su acepción de mentira.

No les robaron la elección. Mejor dicho: ellos quisieron robarse la elección urdiendo la mentira de un fraude que no existió. De perdedores se convirtieron en víctimas. Si se pierde una elección que se creía ganada, se queda mal con los partidarios y los patrocinadores: de candidato promisorio a perdedor radical; en cambio, si se alega y se grita ¡fraude!, no se ve un candidato perdedor sino una víctima. El Sistema ha conspirado contra él porque representa los intereses superiores del pueblo. Ese es el águila y la serpiente del movimiento que capitanea López Obrador, el mito fundador del movimiento, cuyo fin no es otro que acumular el mayor poder posible en su persona.

Luego de dos derrotas consecutivas, López Obrador se hizo del poder en 2018. Desde su llegada a la presidencia pudo integrar una comisión de la verdad para ‘corroborar’ que hubo fraude en las elecciones del 2006, a él que tanto le gusta la Historia. Quien se desempeñaba como presidente del PAN en ese año, el yunquista Manuel Espino, trabajaba para su gobierno haciendo labores policiacas. Germán Martínez, que fue el abogado del PAN ante el IFE y el Tribunal Electoral en esa disputada elección, nada menos que el encargado de fundamentar legalmente la victoria de Felipe Calderón, trabajaba para López Obrador como director del IMSS. El presidente del PAN y el abogado de ese partido en 2006, en 2019 trabajaban para el gobierno de López Obrador. Nada más fácil que crear una comisión de la verdad. Con una cómoda mayoría en ambas cámaras, tenía todo para hacerla. Pero no lo hizo, porque perdió.

Formó un equipo para averiguar el paradero de los 43 estudiantes de Ayotzinapa (sin ningún resultado), pero no quiso indagar lo que pasó en 2006. Los analistas más serios de México niegan ese fraude. Sólo los partidarios de López Obrador lo sostienen, caricaturistas y actores. El presidente menciona seguido esos comicios. Juzga a las personas de acuerdo a la posición que adoptaron ese año. Conmigo o contra mí. Se trata de frases fosilizadas. Cuauhtémoc Cárdenas ha sido muy claro: el fraude fue el del ‘88, no el de 2006. Nuestro presidente actual cimentó su victoria de 2018 sobre una mentira.

El mito del fraude cumple una función, permite creer que su movimiento nació para reparar una injusticia. Ya en el poder, se sigue explotando esa mentira inicial. El ejemplo más claro tiene que ver con el INE. Todo el empeño y encono presidencial contra el INE tiene su origen en que no pudo doblegarlo en 2006. Su autonomía -en 2006 y ahora- le resta poder. La lógica presidencial es clara: el gobierno debe volver a contar los votos. Las consultas que organizó el movimiento de López Obrador las ganó todas, de forma mañosa y fraudulenta.

Para que en Morena no hubiera acusaciones de fraude al momento de elegir candidatos se recurrió a las encuestas de popularidad. Las encuestas son el mecanismo que diseñaron para encubrir las decisiones del presidente; bajo su control está quién encuesta, con qué cuestionario y cuáles son sus resultados. Encuestas que se manejan con total opacidad. Encuestas dedazo.

El fraude cibernético en 2006 resultó una patraña. López Obrador pone como ejemplo mayor del fraude en 2006 el intervencionismo de Fox a favor de Calderón. En los tres años anteriores hemos visto a López Obrador intervenir numerosas veces a favor de su partido y en contra de sus opositores. Lo han amonestado y retirado algunos de sus videos. Pero no pasa de ahí. Viola la ley a sabiendas de que ningún juez procederá en su contra. Las reglas no son para él. La semana pasada López Obrador violó en dos ocasiones las prohibiciones constitucionales de no promocionar la consulta de revocación. ¿Para qué les sirve el mito del fraude del 2006? Para justificar sus trampas actuales.

En 2006 López Obrador tenía una amplísima ventaja sobre su competidor más cercano. Una ventaja prácticamente irremontable. Calderón apareció para darle la batalla, un político muy parecido a él, tozudo. ¿Cómo es posible que López Obrador perdiera más de veinte puntos de ventaja y que acabara perdiendo por un porcentaje menor al uno por ciento? Eso es lo que López Obrador nunca ha contestado. Perdió su ventaja y la elección. No es que hayan creído que ganaron y lo defiendan. Desde el principio, desde que perdieron esa ventaja de veinte puntos, sabían que habían perdido e impulsaron una mentira. Tomaron la decisión clara de mentir, de engañar, de decir: nos robaron la elección, para hacerse del poder a la mala. El acoso a los ministros electorales fue muy agresivo. Tomaron varios meses el Paseo de la Reforma. Gritaban voto por voto pero legalmente sólo reclamaron anomalías en el 17 por ciento de las casillas. El Tribunal aceptó recontar 11 por ciento, las más problemáticas. El resultado fue que Calderón aumentó un poco sus votos. Su estrategia era anular la elección por todos los medios. Mintieron a sabiendas de lo que estaba haciendo. La camarilla que intentó un golpe blando en 2006 ahora está en el poder. Cómplices en la mentira del fraude. El fraude del fraude.

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