Leer es poder

Elena o las trampas del poder

Unas personas que Elena Poniatowska –un dulce, puro corazón– introdujo al despacho del presidente. Si se tratara de un intento de cohecho, Elena Poniatowska sería parte de esa operación.

Hace unos días, en Palacio Nacional, un reportero preguntó si algún estado o empresa había pedido permisos para comprar vacunas. Para evadir la pregunta, el presidente contó una historia:

“Un día estábamos aquí y veo que viene Elenita Poniatowska, que es un dulce. Puro corazón. ‘Quiero hablar contigo’, me dijo. Venía con dos personas, un hombre y una mujer”. Los invitó el presidente a pasar a su despacho. “Cómo voy a atender a Elenita en el pasillo si la quiero tanto”. Comentó Poniatowska: “Estos señores quieren hablar contigo porque tienen una cosa muy importante que plantear”. El hombre que acompañaba a Elena le dijo entonces al presidente: “Nosotros tenemos una encomienda de…” Se interrumpió López Obrador. “No voy a mencionar el nombre”, expresó el presidente. “Una señora, esposa de alguien que fue presidente… de un país, que quiere donar a México, al gobierno, para ayudar a los pobres, un billón de dólares, una cosa así…” Y el presidente abrió y alzó los brazos para dar a entender que le ofrecieron algo enorme. “Un billón de dólares son como 22 billones de pesos. Estamos hablando de cuatro o cinco años de presupuesto nacional”. Continuó el presidente contando lo que le dijeron los visitantes en Palacio: “Ella [la esposa del expresidente] está dispuesta a ayudar. No me crean la cantidad pero es muchísimo dinero. Y ella quiere hablar con usted, aquí está el teléfono”. A lo que el presidente respondió que “no, no puedo hablar con ella. No puedo. Que por favor vean al secretario de Hacienda, y que él las atienda. Y luego ya platican conmigo. Si quieren ayudarnos, estamos agradecidos. Pero nada. Puro cuento. ¿Qué buscaban? No sabemos”. Hasta aquí la historia que contó el presidente para evitar contestarle al reportero.

Me surgen algunas dudas de este relato del presidente. Dice que se encontró a Elena Poniatowska en los pasillos de Palacio acompañada de dos personas. Creo que esto es falso. ¿Dejan pasar a tres personas para ver al presidente sin solicitar audiencia? Como venían con Elenita, que es tan dulce, puro corazón, la invitó a ella y a los dos desconocidos a su despacho. ¿Es posible que el presidente introduzca a su despacho a dos desconocidos? El hombre le dijo que venían de parte de una señora, esposa de alguien que fue presidente. No son muchas las posibilidades. ¿Vinieron de parte de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón o Peña? Se antoja difícil que hayan venido de parte de Zedillo, que sigue trabajando; o de Fox, que no tiene dinero; o de Calderón, cuya esposa está compitiendo por una diputación. ¿De Salinas, de Peña? Peña no tiene esposa, se divorció. ¿De Salinas? ¿Y qué quería? Ofrecer un billón de dólares “para los pobres”. Una y otra cosa, el billón y los pobres, suenan fantasiosas. Lo que querían esas personas que Elena Poniatowska coló al despacho del presidente era ofrecerle mucho dinero. “Cuatro o cinco veces el presupuesto nacional”. Su propósito era, así parece, sobornar al presidente, o al menos “ponerle un cuatro”, aceptar la llamada de la esposa de un expresidente en la que se hablaría de un billón de dólares. Querían, aparentemente, grabar al presidente en una conversación de muchísimo dinero. Salinas tiene alguna experiencia en esto. Siguiendo su consejo se grabó a René Bejarano y a varios líderes del PRD para luego exhibirlos en la televisión y de ese modo perjudicar a López Obrador. ¿Fue Salinas el que quiso sobornar al presidente o tenderle una trampa? No lo sabemos. ¿Por qué López Obrador no lo dice abiertamente? Lo dijo al paso en una de sus conferencias para evitar contestar una pregunta incómoda. ¿Lo quiso Salinas sobornar con un billón de dólares? ¿Le quiso tender una trampa? ¿Lo quiso grabar para tener un audio comprometedor?

Dos posibilidades: quisieron sobornar al presidente o quisieron tenderle una trampa. ¿Quiénes? Unas personas que Elena Poniatowska –un dulce, puro corazón– introdujo al despacho del presidente. Si se tratara de un intento de cohecho, Elena Poniatowska sería parte de esa operación. Si se trataba de ponerle una trampa al presidente, Elenita sería parte de ese complot. ¿Lo hizo Poniatowska a sabiendas? No lleva uno a dos personas a ver al presidente sin conocer el motivo. ¿Creyó Poniatowska que ese expresidente le quería donar al gobierno de López Obrador un billón de dólares para los pobres? Ni siquiera en una novela mala es creíble ese argumento. Las novelas de Poniatowska dejan ver a una persona aguda, perspicaz, no a una persona ingenua como se tiende a creer gracias al personaje público que se ha inventado.

¿Timaron a Poniatowska? ¿La engañó un expresidente? ¿Fue parte de una trampa? ¿Por qué la expuso así López Obrador? La expuso como timada (tonta), o como posible cómplice de un delito (soborno), o como parte de un golpe que afectaría la honradez del presidente.

Hay más preguntas que respuestas. Lo único claro es que Elena, puro corazón, un dulce, cayó en las trampas del poder.

COLUMNAS ANTERIORES

Popularidad espuria
Refugio de los canallas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.