Perspectiva Bursamétrica

La política monetaria ultraextrema de la Fed

Se está estudiando aplicar un control de la tasa de rendimiento de los Bonos del Tesoro a lo largo de toda la curva de rendimientos, una herramienta aplicada durante la II Guerra Mundial.

El autor es presidente de Bursamétrica.

La Reserva Federal anunció a mediados de marzo nueve programas de política monetaria para afrontar la crisis, en adición a las reducciones en la tasa objetivo de Fondos Federales y a su programa de expansión monetaria por un importe de 750 mil millones de dólares. Estas medidas son lo que se conoce como el arsenal de herramientas monetarias, mismo al que la Fed hace constantemente referencia en sus últimos comunicados de política monetaria.

Lo que ha hecho hasta el momento es más que sorprendente. La tasa de referencia (que es la tasa de corto plazo) ha bajado a cero por ciento pero se han registrado operaciones de cobertura que implican tasas en los Bonos del Tesoro (tasas de largo plazo) negativas. La cantidad de dólares creados en poco más de dos meses supera los tres billones de dólares, equivalentes a 15 por ciento del PIB, cuatro veces el tamaño de su programa cuantitativo. La razón principal de este exceso es la demanda monetaria que deriva de los enormes programas de estímulos fiscales aplicados por la administración del presidente Trump.

El lunes pasado, la Fed amplió los términos de su programa de préstamos a Pymes denominado Main Street, reduciendo el monto mínimo del préstamo de 500 mil a 250 mil dólares y extendiendo el plazo de cuatro a cinco años para alentar a más empresas y bancos a participar.

El mismo día también anunció que actualizará su línea de crédito corporativo para el mercado secundario para adoptar un enfoque indexado, con el objetivo de crear un portafolio de bonos corporativos que se base en un índice de mercado amplio y diversificado de bonos corporativos de empresas estadounidenses, que satisfacen la calificación mínima de la línea de crédito, el vencimiento máximo y otros criterios.

Otra herramienta es la línea de compra de acciones, que comenzó a comprar acciones de fondos negociados en Bolsa a mediados de mayo, una de las herramientas creadas recientemente por la Reserva Federal para mejorar el funcionamiento ordenado del mercado tras la pandemia por el coronavirus.

Lo más sorprendente es que no se ve que esta política ultraextrema esté llegando a su límite. Los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto han expresado su rechazo a llevar la tasa de referencia por debajo de cero, por el impacto negativo que pudiera tener en el sistema financiero.

Ahora se está estudiando aplicar un control de la tasa de rendimiento de los Bonos del Tesoro a lo largo de toda la curva de rendimientos. Una herramienta aplicada durante la Segunda Guerra Mundial que explícitamente pone un nivel de tasa de rendimiento para cada plazo de la curva. A principios de la década de los cuarenta del siglo pasado, la Fed fijó un rendimiento de 0.38 por ciento para los plazos cortos de los bonos del Tesoro, y un nivel de 2.50 por ciento para el plazo más largo, en aquel entonces de 10 años o más. La intención de esta medida es asegurar que el costo del dinero se mantenga bajo a lo largo de toda la curva.

A primera vista pareciera que esta medida de control de la curva de rendimientos podría resultar hoy en día totalmente innecesaria para el mercado americano.

El Banco de Japón ha utilizado esta herramienta, del control de la curva de rendimientos, en forma exitosa. El banco determina el nivel de rendimiento para cada tramo a lo largo de la curva. Por ejemplo, para el plazo a 10 años, el objetivo de la tasa es cero. Al viernes pasado, se cumplió dicho objetivo a la perfección.

¿Cuál es la principal ventaja de esta herramienta, respecto a la estrategia seguida hasta ahora por la Fed?

La ventaja es que el Banco de Japón no ha tenido que salir a comprar las extraordinarias cantidades que la Fed tiene que adquirir para mantener bajas las tasas en todos sus plazos. El Banco Central manda la señal de en que parte le acomoda el rendimiento a 'x' plazo, y el mercado se encarga de lo demás, mientras el Banco Central mantenga su credibilidad.

Las consecuencias de estas medidas y de sus posibles adecuaciones futuras son que probablemente ya no se tendrán que crear tantos dólares como ha sucedido en los últimos meses. Si consideramos como un escenario probable que los otros bancos centrales como el del euro aceleren sus programas de creación de dinero, sería lógico que viéramos un fortalecimiento del dólar, respecto de la mayoría de las divisas, a que continúe el exceso de liquidez prevaleciente en los mercados globales, lo que implica a su vez una menor aversión al riesgo, que veamos subir las bolsas europeas y asiáticas más que las bolsas americanas, y que se mantengan los flujos de inversión financiera hacia los mercados emergentes, reduciendo los spreads entre los rendimientos de la deuda de estos países en relación a la deuda del gobierno de Estados Unidos. Y un efecto adicional sería ver una tendencia a la baja en los precios de las materias primas en la medida en que el dólar se debilita contra las otras divisas.

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