Coordenadas

¿Podría una crisis política causarnos una megadevaluación?

Estos elementos pueden producir una ‘tormenta perfecta’ que comience en lo político y termine en lo financiero, de acuerdo con Enrique Quintana.

¿Qué tendría que suceder para que las circunstancias políticas de México derivaran en una crisis financiera de fin de sexenio?

Un conjunto de circunstancias que hoy no han sucedido, pero están dentro de lo posible.

Entre las más significativas están: un resultado cerrado en la elección presidencial del 2024; una reforma electoral que debilite al Instituto Nacional Electoral, como se perfila hasta ahora; conflictos preelectorales por una legislación que crea inequidad en la competencia electoral; violencia en algunas zonas de la República; intervención del presidente de la República en los comicios al punto de crear conflictos con las autoridades electorales.

La conjunción de todos estos elementos puede producir una especie de “tormenta perfecta”, que comience en lo político y termine en lo financiero.

Analicemos algunos de los ingredientes que conforman ese panorama.

1-Una elección con resultado muy cerrado.

Si hay una competencia electoral muy cerrada, las fuerzas políticas en contienda tendrán más incentivos para cuestionar o incluso desconocer los resultados.

Ya hemos vivido este proceso en México, en 2006. El presidente López Obrador sigue sin reconocer que perdió y construyó la narrativa de un fraude electoral nunca probado, pero que le ha servido de base para sus propuestas de reforma a las instituciones electorales.

Con las condiciones políticas actuales, y con las reformas en ciernes, un resultado cerrado en contra quizás no solo sería desconocido por Morena, sino incluso por la oposición.

Tales circunstancias crearían la semilla de una crisis política con un resultado incierto.

2-La aplicación de la reforma electoral en curso.

El llamado “Plan B” de Morena debilita la capacidad de organización del INE y hace factible que en los procesos electorales haya prácticas fraudulentas y menos controles. Además, sin el PREP y probablemente sin conteos rápidos, se puede crear un lapso de incertidumbre, en el que cualquier fuerza política puede construir la narrativa de su triunfo, aunque posteriormente los cómputos distritales demuestren que no es así, lo que también alimentaría una crisis política profunda.

3-La crisis preelectoral.

La reforma en curso puede dar pie a una circunstancia en la cual la oposición llegue a los comicios planteando la falta de equidad de la competencia y anticipando que un triunfo de Morena por cualquier margen será cuestionado. Antes de las elecciones, también puede haber una situación de incertidumbre jurídica derivada de las acciones de inconstitucionalidad que se emprendan. Y la otra posibilidad es un conflicto de la Corte con los otros poderes y con Morena si decide suspender la vigencia de las leyes en el corto plazo.

4-La presencia del crimen organizado.

No hemos tenido en México procesos electorales que hayan estado enmarcados por una presencia tan amplia del crimen organizado. Aunque hay el consenso entre los expertos de que para los cárteles son más importantes las elecciones locales, no puede desecharse tampoco la posibilidad de que, al menos en algunas zonas, pretendan influir en los resultados electorales federales a través de acciones violentas.

5- La intervención del presidente de la República.

No es imaginable que en el escenario de una tendencia a que Morena sea derrotada en la contienda, el presidente López Obrador se quede con los brazos cruzados. Lo más probable sería que intervenga de manera muy activa en los comicios, violando disposiciones legales si fuera necesario.

En ese contexto, salvo que Morena hubiera tomado el control del INE y del Tribunal Electoral, es probable que las autoridades electorales lo recriminaran y sancionaran, y que el presidente las ignorara, creando el potencial de un serio conflicto entre poderes.

La conjunción de todas o varias de las circunstancias señaladas pudieran detonar una crisis política con la dimensión suficiente para generar preocupación por la gobernabilidad del país y por lo mismo podría crear un ambiente propicio para una corrida financiera que pegaría al tipo de cambio.

Tal vez el factor desencadenante fuera un resultado electoral cerrado o la previsión de que ese fuera el escenario más probable.

Un triunfo holgado de cualquier de las fuerzas políticas en contienda acotaría los conflictos, aunque no los impidiera.

Hoy Morena va adelante por un margen amplio en la mayoría de las encuestas.

Pero, no es algo que necesariamente vaya a permanecer.

La visibilidad de sus aspirantes, las llamadas “corcholatas”, es hoy una ventaja que va a perderse gradualmente.

Y si la oposición logra un consenso respecto a una persona que la represente, el resultado puede ser de pronóstico reservado.

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