Coordenadas

La gran preocupación del mundo: el estado mental de Putin

Pareciera una enorme paradoja de la historia que Putin ponga en riesgo su liderazgo con una guerra que podría perder.

Vladimir Putin asumió como presidente de Rusia el último día de 1999.

Horas antes de que terminara el siglo pasado, Boris Yeltsin tomó la determinación de abandonar el gobierno y permitir que su Primer Ministro se convirtiera en presidente.

Putin era un oscuro funcionario que, menos de una década atrás, había comenzado su carrera como un burócrata en la alcaldía de San Petersburgo y que entonces se convertía en el heredero de quien había logrado desmantelar a la Unión Soviética.

El nuevo siglo comenzó la construcción de una autocracia luego de casi una década de una tormentosa transición en Rusia.

En el año 2000 se llevó a cabo la última elección relativamente democrática en ese país y Putin ganó por amplio margen, dejando de ser presidente provisional y se convirtió en presidente electo.

Una de las razones del triunfo y prestigio inicial de Putin es que reivindicó el orgullo ruso y desató una ofensiva masiva en contra del movimiento separatista de Chechenia.

Pareciera una enorme paradoja de la historia, que 22 años más tarde, Putin ponga ahora en riesgo su liderazgo, por otra guerra que tomó la decisión de emprender.

Como ahora ha hecho, una de las primeras estrategias que emprendió el presidente ruso hace 22 años fue el control de los medios, especialmente de las más importantes cadenas de la TV rusa.

Hoy, tiene el control de la narrativa de la invasión a Ucrania, que los rusos ven de manera completamente diferente respecto al resto del mundo.

Putin emprendió, sin embargo, una aventura en la cual tiene todas las posibilidades de perder.

Más allá de que pueda tomar el control de las principales ciudades de Ucrania en el curso de las siguientes semanas, será virtualmente imposible que logre el control del país.

Lo más probable es que persista una rebelión endémica que impida por muchos años que Rusia se quede con Ucrania.

De acuerdo con cálculos de expertos militares, para controlar un territorio adverso Rusia necesita mantener un número de efectivos de 20 veces el número de los enemigos.

Rusia hoy solamente tiene cuatro veces. Necesitaría tropas cinco veces más numerosas, lo que económicamente es inviable.

Será prácticamente imposible que los rusos tengan la capacidad económica para asumir el control de Ucrania en el largo plazo.

Tanto la economía rusa como el régimen de Vladimir Putin sufrirán un revés mayúsculo a lo largo de 2022.

En los primeros siete años de este siglo, el éxito económico de la Rusia de Putin fue espectacular: creció a una tasa promedio anual de 7.2 por ciento.

Con la crisis financiera de 2008-09, la economía rusa cayó 7.8 por ciento y en los siguientes años ya no pudo mantener el paso.

Hasta antes de la pandemia, entre 2010 y 2019, la tasa promedio de crecimiento fue de 2.1 por ciento.

Para este año, las estimaciones señalan que la economía rusa caerá 10 por ciento.

Si Putin, que en estas dos décadas de altibajos económico, se convirtió en el autócrata más poderoso desde los tiempos de Stalin, considera que se está jugando el todo por el todo, eventualmente puede tomar la decisión de asumir acciones de alto riesgo.

Una de ellas, ya ha sido advertida por ucranianos y otros países de occidente.

Al difundir la versión de que Ucrania estaba desarrollando armas químicas o biológicas puede encontrar el pretexto para hacer uso de ese arsenal.

Otra medida que hoy parece distante, pero que puede ser también una carta desesperada es la incursión militar en otros países que alguna vez formaron parte de la Unión Soviética, como podrían ser la repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, que ahora son parte de la OTAN.

Pareciera inconcebible que Rusia pudiera emprender acciones en contra de estos países, pues eso significaría que los países de occidente podrían convertirse en protagonistas de la acción militar, en respuesta al artículo 5 del Tratado, que dice que si cualquiera de los integrantes de la alianza sufre un ataque, es como si éste fuera contra todos.

En el extremo, en Ucrania, que no forma parte de la OTAN y que no tiene la protección de los firmantes, Putin podría considerar la posibilidad de usar armas nucleares.

Esto pareciera ser parte de una novela de ficción.

Sin embargo, en el caso de que el dirigente ruso percibiera que se encuentra al borde del precipicio, no es imposible ese escenario, aunque hoy es aún improbable.

Dependerá tanto del estado mental del presidente ruso como de la situación que exista entre las Fuerzas Armadas de Rusia, que probablemente son el único sector que tendría capacidad de detener al presidente ruso.

Hace muchas décadas que el mundo no se encuentra al borde de una guerra nuclear.

La última ocasión en la que el mundo vivió algo así fue en el mes de octubre de 1962, tras el despliegue de los misiles rusos en Cuba.

En aquel entonces, el dirigente ruso, Nikita Kruschev, tuvo la sensatez de retirar los misiles y EU negoció hacer discretamente lo propio en Turquía posteriormente.

Ojalá que haya ahora el talento para encontrar salidas a un conflicto que tiene la posibilidad de escalar a proporciones amenazantes para la seguridad de todo el planeta.

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