El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, tiene un dilema. Pero, éste no es si aceptará quedarse en su cargo hasta 2024. Olvídelo. Eso no va a suceder.
El dilema es cómo saldrá del laberinto en el que lo puso el presidente López Obrador.
Tenía varias opciones. Una de ellas parece haberla desechado. Era declarar desde el principio su inconformidad con la reforma y expresar su opinión de que se trataba de un cambio de ley que era inconstitucional. Eso probablemente hubiera detenido la reforma.
Pero, hay otros caminos.
El artículo transitorio no obliga al presidente a permanecer en la Corte. Sin entrar propiamente al debate legal, Zaldívar, en cualquier momento, podría expresar que él va a concluir su mandato en las fechas fijadas en la Carta Magna. Punto.
Hay otro escenario que es más complejo: dejar que el cambio legal ocurra y esperar a que un grupo de legisladores emprenda una acción de inconstitucionalidad.
Si él, como parte involucrada en la demanda, se excusa de conocer el caso, generaría una circunstancia compleja, pues para declarar inconstitucional esa ley se necesitarían ocho votos en el Pleno de la Corte.
Si los tres ministros designados en la administración de López Obrador, votan por la constitucionalidad de la reforma, no se alcanzaría el número necesario de votos en la Corte (ocho) y no se podría declarar la ley como violatoria de la Constitución.
Incluso, si esta votación tuviera lugar en 2022, después de que se sustituya al ministro Fernando Franco, aun si no se excusara Zaldívar y votara por la inconstitucionalidad, sumarían siete votos contra cuatro de los ministros propuestos por AMLO.
El escenario no es sencillo.
La otra posibilidad es que alguno de los ministros propuestos por AMLO se declare en rebelión y también vote por la inconstitucionalidad.
Ya ocurrió. En el Consejo de la Judicatura, Bernardo Bátiz, uno de sus integrantes, ya se declaró contrario a la extensión del plazo.
Para operar este cambio, López Obrador está estirando las lealtades al máximo.
Es tan obvia la violación constitucional, que, si el resultado electoral no se diera en los términos esperados por Morena y el presidente, no sería raro que más de uno de los personajes relevantes de la 4T, empezara a tomar decisiones sin acatar la disciplina que hasta ahora la mayoría le ha guardado a AMLO.
Entre los partidarios del presidente, aunque algunos no lo crean, hay seres humanos pensantes, que han creído que más importante que expresar sus opiniones, es respaldarlo, aunque ese respaldo choque con sus convicciones.
Pero, hay límites.
Ni el poder de AMLO es todavía absoluto ni las visiones de quienes lo rodean son ya uniformes.
Y, un tropiezo, como un resultado electoral adverso, puede inducir defecciones de personas que encuentren con alivio que pueden dejar de ser meros peones del presidente.
Dudo mucho que Zaldívar se asuma de esa manera. Por eso creo que encontrará la ruta de escape.
Sin embargo, el costo personal que está pagando en términos del deterioro de su imagen y de su autoridad moral, se está volviendo demasiado elevado.
Creo que la ventana de oportunidad que tiene será de unas cuentas semanas, con toda certeza antes de las elecciones del 6 de junio, para expresar su rechazo a una reforma que presuntamente le beneficia.
Todo puede quedar resuelto con un mensaje de 5 líneas enviado a través de las redes sociales, en el que señale su desacuerdo con la reforma.
Es mi deseo que su silencio no derive de la parálisis, sino de una estrategia bien pensada.
De lo contrario, veríamos a uno de los hombres con más relevancia del país, cabeza de uno de los poderes de la República, rendirse sin dar siquiera la batalla.
Vaya mensaje para todos los demás.
Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí