Dolores Padierna

El presidente en la ONU

El discurso presidencial forma parte del renovado brío que ha cobrado la diplomacia mexicana.

Diputada Federal por la LXIV Legislatura

Las escenas son conmovedoras. Centenares de mexicanas y mexicanos que viven en Estados Unidos se dieron cita en la ciudad de Nueva York para acompañar al presidente Andrés Manuel López Obrador durante su participación en la sesión del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.

La nutrida diáspora mexicana viajó desde muy distantes rincones del vecino país, movida solamente por el cariño que profesa a un primer mandatario que siente suyo, a un hombre sencillo que representa los anhelos de quienes dejaron la patria en busca de una vida mejor.

El recibimiento inédito por parte de los migrantes fue el preámbulo de un discurso para la historia. Sin complacencias, el presidente realizó una profunda crítica a la propia ONU y propuso un plan mundial “de fraternidad y bienestar” a fin de apoyar a 750 millones de personas que, en el mundo, viven con menos de dos dólares al día.

Mientras cientos de paisanas y paisanos seguían sus palabras en las calles de Manhattan, el presidente afirmó: “Sería hipócrita omitir que la corrupción es la causa principal de violencia, desigualdad, migración y de graves conflictos sociales… estamos en decadencia porque nunca antes se había acumulado tanta riqueza en tan pocas manos”.

Y, en efecto, en la actualidad, el muy reducido número de personas con fortunas superiores a los mil millones de dólares posee más del doble de la riqueza de 6 mil 900 millones de personas; en tanto que la mitad de la humanidad vive con menos de 5.50 dólares al día.

A pesar de que pagan menos impuestos que nunca, se calcula que los más ricos eluden hasta 30 por ciento de sus obligaciones fiscales (Oxfam, “Cinco datos escandalosos sobre la desigualdad extrema”).

La meta de la propuesta mexicana sería lograr una inversión de un billón de dólares por año, que provendrían de tres fuentes: el 4.0 por ciento de los ingresos de las personas más adineradas del planeta, 4.0 por ciento de los ingresos de las mil corporaciones más grandes y el 0.2 por ciento del Producto Interno Bruto de cada uno de los países del G20.

La propuesta se engarza con distintas iniciativas multilaterales que plantean el combate a la evasión y los paraísos fiscales, así como el fin de los privilegios de los que gozan grandes corporaciones.

El presidente mexicano también urgió una reforma del organismo internacional: “El Consejo de Seguridad de la ONU puede llegar a ser el organismo más eficaz para el combate a la corrupción y el más noble benefactor de los pobres y los olvidados de la Tierra”.

El balance fue duro. El presidente ejemplificó con el caso de las vacunas, pues consideró un “rotundo y doloroso fracaso” que Covax, el mecanismo de la ONU para la distribución de vacunas a las naciones más pobres, apenas haya logrado colocar 6.0 por ciento de las dosis aplicadas en el mundo.

El discurso presidencial forma parte del renovado brío que ha cobrado la diplomacia mexicana. Con el gobierno de la Cuarta Transformación, México ha vuelto a mirar al sur y ha recuperado su papel como líder regional.

El presidente dirigió un mensaje especial a las comunidades migrantes, a quienes volvió a agradecer su contribución con el desarrollo de México y el envío de remesas que son ya la principal fuente de ingresos del país.

Conciente de la situación que enfrentan debido a su condición migratoria, López Obrador ofreció recordar al presidente Joe Biden su compromiso para regularizar a 11 millones de mexicanos.

En cuanto las condiciones sanitarias lo permitan, el presidente ofreció volver para reunirse con los migrantes en las plazas públicas.

El discurso en la ONU y la cálida recepción por las comunidades migrantes anticiparon el anuncio, según agencias internacionales, de que Biden buscará una pronta reunión con sus pares de Canadá y México.

Una porción importante de los analistas internacionales y los expertos en la relación bilateral han vaticinado una y otra vez un choque entre México y EU. En todos los tonos, han dicho que la colisión es inminente y que el presidente López Obrador “no entiende” nada fuera de nuestras fronteras.

Una vez más se han equivocado.

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