Colaborador Invitado

México debe evitar caer en el proteccionismo estadounidense

Estados Unidos sigue siendo de las mayores economías, pero el mundo se ve afectado negativamente por su proteccionismo.

En artículo reciente titulado La nueva geografía económica en la revista Foreign Affairs, Adam Posen argumenta que Estados Unidos ya no es la fuerza dominante que establece las reglas económicas globales y que ya ha surgido un nuevo régimen económico. Estados Unidos sigue siendo de las mayores economías, pero el mundo se ve afectado negativamente por su proteccionismo.

La Unión Europea y China están tomando el liderazgo que ha sido puesto de lado por Estados Unidos, fortaleciendo sus lazos con el resto del mundo. El bastón de mando democrático lo lleva Europa el día de hoy frene al autoritarismo. La OMC se encuentra al borde de la irrelevancia, necesitando corregir problemas que se han venido arrastrando, como mejorar la regla del consenso para la toma de decisiones y la definición de qué países dejan de ser subdesarrollados para desistir de usufructuar beneficios indebidamente. Su mecanismo de solución de diferencias debe ser mucho más rápido y efectivo en sus decisiones.

El proteccionismo es una política económica comercial e industrial a la vez, en la que un gobierno utiliza barreras comerciales como aranceles, cuotas y subsidios para restringir las importaciones y aislar a las industrias, los empleos y las empresas nacionales de la competencia extranjera. El presunto objetivo principal es impulsar la producción nacional haciendo que los bienes importados sean más caros frente a los productores nacionales, incentivando la producción doméstica. Se trata de brindar protección tanto a empresas como a trabajadores en industrias nacionales específicas y presuntamente de recaudar mayores ingresos del gobierno.

Sus efectos a mediano y largo plazo incluyen la disminución de la eficiencia económica, la reducción de la innovación al reducir la presión competitiva, generando un menor crecimiento económico. El proteccionismo no es nuevo y se ha utilizado a lo largo de la historia económica, en particular en América Latina. En México se abandonó en la primera mitad de los años 80 del siglo pasado. Sus resultados han sido insatisfactorios en el mundo, resultando en mayores precios al consumidor y al productor, con niveles de vida más bajos, destruyendo las cadenas de valor globales asociadas a la mayor eficiencia y provocando represalias de otros países.

México recientemente anunció su intención de imponer aranceles a las importaciones de países con los que no tenemos acuerdos comerciales, en especial con China, lo que es una medida desafortunada que busca complacer y emular a Estados Unidos, país que condiciona su relación comercial con comercio a restringir sus relaciones de comercio e inversión con China, colocando a México en una situación complicada. Entre los efectos del aumento de los aranceles anunciados, está el enfurecer a China, Corea del Sur y a los miembros de ASEAN que no son miembros del CPTPP. El aumento de aranceles podría estimular el contrabando a la vez que genera clientelas que se opondrán a la reversión del aumento de aranceles en lo sucesivo. Decir que la medida es para corregir el déficit externo con Asia es un peligroso bumerang precisamente por el enorme superávit comercial que México tiene con Estados Unidos.

Más bien habría que seguir con el esfuerzo del nearshoring que se buscaba anteriormente mediante una sustitución eficiente y no ineficiente de importaciones creando las condiciones de infraestructura regulatoria, financiera, física y humana, pero que aparentemente se ha dejado de lado. México no debe renunciar a sus acuerdos comerciales, sino que debe reforzarlos y ampliarlos, como el CPTPP y la Alianza del Pacífico. Fortalecer vínculos comerciales con Brasil y Europa es acertado. El mundo está buscando diversificarse del proteccionismo americano y México no se puede quedar atrás.

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