Colaborador Invitado

El futuro de los pagos digitales en México: desafíos y oportunidades

La transformación de la infraestructura bancaria tradicional ya no es suficiente; es momento de reconstruirla para sostener un ecosistema abierto, interconectado y cooperativo.

En un mundo donde las dinámicas evolucionan a gran velocidad, el sector financiero y los avances tecnológicos redefinen nuestras interacciones cotidianas. En este contexto, los pagos adquieren un papel esencial: adoptan un nuevo rumbo que exige agilidad, conexión y resiliencia. Desde los cambios en la forma en que gestionamos nuestras finanzas personales hasta la facilidad con la que podemos dividir la cuenta al salir con amigos, la transición del efectivo a los pagos digitales demuestra nuestra capacidad para adaptarnos a estas nuevas realidades.

Eventos como El Buen Fin en México destacan la aceleración de los pagos digitales. En 2023, se generaron más de 150 mil millones de pesos en ventas, según la Secretaría de Economía y la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur), lo que representa un incremento del 11.5% respecto al año anterior. Este crecimiento fue impulsado por el predominio de las tarjetas bancarias: el 57% de las transacciones se realizaron con crédito, mientras que el uso de efectivo cayó al 9%, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Venta Online. Este fenómeno no es exclusivo de México; en América Latina el volumen de transacciones digitales creció un 13% entre 2023 y 2024.

Sin embargo, no todos los sectores están al mismo nivel de desarrollo. Conforme a un reciente, en industrias como seguros, comercio minorista y automotriz, los procesos manuales aún dominan la conciliación de cuentas, y se estima que hasta un 80% de las empresas sigue utilizando papel en sus gestiones, inmovilizando cerca del 7% de sus ingresos. Esta falta de eficiencia impone una carga considerable, especialmente en las áreas de cuentas por pagar y por cobrar, revelando que la digitalización financiera es aún un proceso desigual y que, para muchos, representa un desafío estratégico inminente.

En este contexto, la región Asia-Pacífico ha marcado el paso, adoptando billeteras digitales y promoviendo marcos regulatorios que fomentan la innovación financiera. América Latina sigue esta tendencia, obligando a las instituciones financieras a repensar su rol en el mercado. La transformación de la infraestructura bancaria tradicional ya no es suficiente; es momento de reconstruirla para sostener un ecosistema abierto, interconectado y cooperativo.

Los bancos y las instituciones financieras están en una encrucijada: la oportunidad de convertirse en catalizadores de la innovación o el riesgo de quedar relegados en un sistema que cada vez más favorece la agilidad y la colaboración entre bancos, fintechs y empresas tecnológicas.

Un enfoque multiriel, que combine pagos instantáneos y finanzas abiertas, es clave para adaptarse a la velocidad del mercado. La adopción de tecnologías avanzadas como la nube, junto con herramientas de inteligencia artificial y análisis en tiempo real, no solo ofrecen escalabilidad, sino la posibilidad de capturar nuevos ingresos mientras se asegura una experiencia de usuario cada vez más intuitiva y personalizada.

Por supuesto, el avance de los pagos digitales trae consigo el desafío de la seguridad. En un entorno financiero hiperconectado, la detección y prevención de fraudes debe estar en el centro de la estrategia, impulsada por análisis en tiempo real y apoyada por inteligencia artificial. La colaboración entre instituciones financieras, empresas tecnológicas y reguladores es crucial para construir un ecosistema de pagos seguro y resiliente que ofrezca confianza a los usuarios y soporte el crecimiento de la economía digital.

Para prosperar en este entorno, las instituciones financieras deben seguir tres principios fundamentales:

La transformación digital es urgente, y es esencial modernizar la infraestructura para soportar de manera rápida y confiable el flujo de transacciones digitales, especialmente durante eventos de alta demanda como El Buen Fin o Black Friday.

Fomentar la apertura de datos es clave, ya que las finanzas abiertas permiten a los bancos colaborar con fintechs y otros actores, innovando en servicios y mejorando la experiencia del cliente, lo que facilita la captación de nuevos segmentos de mercado de forma accesible e incluyente.

Integrar pagos instantáneos y finanzas abiertas reducirá las fricciones en las transacciones y creará experiencias de usuario personalizadas, brindando a México una oportunidad única para consolidar un sistema bancario digital robusto alineado con las demandas de los usuarios.

Hoy, México se encuentra en una posición favorable para impulsar la adopción de la banca digital. La colaboración entre bancos, fintechs, reguladores y otros actores es esencial para fortalecer un sistema financiero inclusivo y eficiente. Con una variedad de ofertas en el mercado, la banca puede responder con agilidad a las necesidades de las empresas, facilitando la gestión de cuentas por pagar y contribuyendo al desarrollo de una economía digital más fuerte y dinámica.

COLUMNAS ANTERIORES

Cómo México puede liderar la inclusión financiera en América Latina
Paquete Económico 2025, ¿qué hacer?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.