Colaborador Invitado

Ni en el Maximato hubo Maximato

Muchos políticos y agoreros del porvenir sostienen que estamos ante la presencia de un nuevo intento de Maximato, que daría inicio con la posible llegada de la doctora Claudia Sheinbaum a la Presidencia.

Qué tiempos estos, producto de aquellos lodos y polvaredas de antaño. Tiempos de confrontación y polarización política. Síndromes propios de las democracias modernas. En 2018 se inició el recorrido de una nueva forma de gobernar. Tras 18 años de lucha y con más de 30 millones de votos, Andrés Manuel López Obrador conquistó en las urnas la Presidencia de México. Se asomaba una nueva realidad y tocaba a la puerta un cambio de régimen.

Las y los ciudadanos salieron a votar en contra de la corrupción, la negligencia, la frivolidad y la falta de resultados. El hartazgo popular exigió otra forma de ejercer el poder. El discurso del cambio y la denuncia pública despertó la conciencia nacional y a fuerza de sufragios el antiguo régimen entregó el poder.

«Bajo advertencia no hay engaño». El político tabasqueño no engañó a nadie; siempre anunció juicio sumario al neoliberalismo, combate a la corrupción y castigo para los pecadores. Su proclama política fue clara y contundente. Que se hayan cumplido las expectativas es otro cantar. La historia será la única fedataria.

Muchos políticos y agoreros del porvenir sostienen que estamos ante la presencia de un nuevo intento de Maximato, que daría inicio con la posible llegada de la doctora Claudia Sheinbaum a la Presidencia. Creo que se equivocan. Desconocen la historia. La bala detonada por José de León Toral canceló la reelección presidencial y el general Cárdenas le propinó el rejón de muerte a la idea del Maximato, mandando al exilio a Plutarco Elías Calles.

Sin embargo, es el tema del momento, está en las mesas de los cafés políticos, es parte del entretenimiento popular. Al respecto, mi amigo Roberto Salcedo, político experimentado y de larga trayectoria en la administración pública federal, me comentaba que en su opinión no habrá Maximato y con múltiples y variados argumentos cerraba su alusión con la frase: «Ni en el Maximato hubo Maximato». Una reflexión interesante, sustentada en la fragilidad temporal de lo que se llamó Maximato.

En efecto. A la muerte del presidente electo Álvaro Obregón, Emilio Portes Gil es designado presidente provisional con el único propósito de convocar a nuevas elecciones, tarea en la que emplea seis meses para organizarlas y celebrarlas. Luego, asume el poder Pascual Ortiz Rubio, quien no acepta la subordinación política y renuncia, siendo reemplazado por el general Abelardo L. Rodríguez en calidad de presidente sustituto.

El Gral. Cárdenas, electo para el periodo 1934-1940, manda al exilio al Gral. Plutarco Elías Calles, en compañía de Luis N. Morones y Melchor Ortega, poniendo fin a lo que se bautizó como Maximato. En realidad, se hizo inviable; traspiés histórico y efímero episodio del acontecer nacional.

Aun con su liderazgo y excelentes resultados de gobierno, Calles no pudo sostener su permanencia y su afán de eternizarse en el poder. Cárdenas, con sólo una acción de gobierno, rescató el respeto y la dignidad del Ejecutivo y creó el presidencialismo sexenal.

Además, Claudia Sheinbaum, por su formación académica, carácter y temperamento y su experiencia pública y, en concreto, su ejercicio de poder en el gobierno de Ciudad de México, aleja esa posibilidad de regresión política.

En consecuencia, coincido con mi amigo Salcedo: el presidente López Obrador dejará el poder. Su intensa actividad política, su forma de ejercer el mandato, su edad, su salud y los tiempos tempestuosos, así como los vientos que soplan en el mundo, impiden de raíz la pretensión de un Maximato. Además, López Obrador desconocería su historia y su esencia ideológica y le daría la espalda al futuro.

En fin, en un acto de misticismo y sincretismo político, con la transmisión de la banda presidencial, se entrega el poder y la total responsabilidad del país.

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