Colaborador Invitado

Historia de la ciencia en México, héroes y logros por conocer

Gabriela Soto Laveaga presenta Laboratorios en la selva, libro en el que narra la historia del barbasco en México, un glorioso episodio en la historia de nuestra ciencia.

Gabriela Soto Laveaga presenta Laboratorios en la selva, libro en el que narra la historia del barbasco en México, un glorioso episodio en la historia de nuestra ciencia. Esta es la primera parte de una charla con ella al respecto.

Con cuánta facilidad y rapidez podemos mencionar cinco científicos mexicanos o al menos tres aportaciones científicas o tecnológicas de México. Cada año, de septiembre a noviembre, recordamos los eventos que marcaron la historia del país, reconocemos los nombres heroicos y las victorias que han conformado nuestra identidad mexicana, sin embargo, estará incompleta si no integramos también los logros que a lo largo de esa misma historia hemos alcanzado en otras áreas, como la ciencia y la tecnología, en las que hemos sido héroes del mundo.

“Al redefinir la narrativa de nuestra historia pasada, nos redefinimos nosotros como mexicanos”, reconoce la Gabriela Soto Laveaga, catedrática de Historia de la Ciencia y titular de la Cátedra Antonio Madero para el Estudio de México en la Universidad de Harvard, “creo que que de cierta manera, la historia de la ciencia en México ha quedado rezagada a unos cuantos libros o algunos cuantos personajes, pero realmente son pocos los mexicanos que conocen una historia como esta”, se refiere a la historia del barbasco mexicano.

El barbasco se ha usado para fines prácticos y medicinales, entre ellos para elaborar jabón y tratar dolores crónicos, como los del reumatismo. Desde mediados del siglo pasado también se le dio un uso científico, con esta planta comenzó la revolución sexual del mundo. En 1951, el químico mexicano Luis Ernesto Miramontes estudió los componentes del barbasco, “creyó que era una sustancia que evitaría que las mujeres embarazadas experimentaran abortos espontáneos”, el estudio derivó en el desarrollo de los primeros anticonceptivos orales; Miramontes, por sus aportes, es considerado uno de los cinco investigadores latinoamericanos más sobresalientes de todos los tiempos, su trabajo cambió el mundo, “otorgó a millones de mujeres el control sobre su reproducción”.

Pocos mexicanos conocen el nombre de Luis Ernesto Miramontes y que los anticonceptivos orales provienen de una planta silvestre mexicana, esto intrigó a la doctora Soto y decidió averiguar el por qué; emprendió una exhaustiva investigación que podemos conocer en su libro Laboratorios en la Selva, en él revela el proceso histórico de producción y aprovechamiento del barbasco, a lo largo del cual nos sorprende el descubrimiento de algunas percepciones que desde mediados del siglo pasado opacan las glorias de tales logros, como la idea de que en México no se hace ciencia, “al incorporar estas historias dentro de nuestro repertorio nacional también es como el resto del mundo nos va a ver”. Gabriela Soto además revela una serie de dinámicas sociales en las que el conocimiento científico sirve como forma de control en torno a una planta que por décadas fue una especie de oro verde (CONTINÚA).


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