Colaborador Invitado

Día Naranja: derechos humanos, equidad de género y Ley Olimpia

En un estado de violencia, la libertad de las personas es acotada y condicionada al dominio de terceros. Precisamente la Ley Olimpia apunta a combatir la violencia simbólica.

Comisionada del INAI

En el marco del Día Naranja contra la Violencia de Género es necesario tener presente que la desigualdad continúa moldeando las relaciones interpersonales. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una de cada tres mujeres en el planeta ha sufrido algún tipo de violencia. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al año son asesinadas en el mundo 64 mil mujeres y niñas. La violencia de género está arraigada en los roles sociales y permanece vigente en el lenguaje.

Es oportuno reiterar que, en el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) tenemos un compromiso ineludible con los derechos humanos, en los términos del artículo primero constitucional, es decir: promoverlos, respetarlos, protegerlos y garantizarlos. Si bien velamos por la garantía de los derechos de información y protección de datos personales, también hemos implementado acciones en contra de la violencia de género.

En ese sentido, como cada mes, el día 25, es justo para recordar la situación que vivimos día con día las mujeres por el simple hecho de serlo; además, son una oportunidad para el llamado a la acción, para erradicar todo tipo de violencia de género, porque, de hecho, es parte fundamental del desarrollo político, social y cultural de nuestro país. En un estado de violencia, la libertad de las personas es acotada y condicionada al dominio de terceros.

Aunque la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el principio de la equidad de género, en la práctica, en la vida cotidiana, seguimos constatando la desigualdad y violencia contra la mujer. Esta desigualdad es más visible en espacios de desarrollo económico y político. Podemos apreciar que, hoy, esto también se ha convertido en una pandemia latente, por ello hay que reiterar la convocatoria a que sumemos esfuerzos colectivos. Se requiere construir nuevos andamiajes para poder revertir esta situación histórica.

Un ejemplo de lo anterior es la reciente aprobación, por parte del Congreso de la Unión, de la llamada Ley Olimpia, su importancia es evidente en un mundo donde cada vez las prácticas sociales dependen en gran medida del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Los acosos y las agresiones contra mujeres ocurren también en Internet; a la distancia, continúan orquestándose linchamientos. Este contexto es más preocupante porque el inicio de la violencia en línea contra las mujeres empieza desde la niñez.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), entre la población usuaria de Internet (72.9 por ciento), el 23.9 por ciento declaró haber vivido, en los doce meses previos al levantamiento de la encuesta, alguna situación de acoso cibernético. La cifra es mayor en el caso de las mujeres: 24.2 por ciento frente al 23.5 por ciento de hombres. Los adolescentes y jóvenes son los más expuestos: 28.1 por ciento de los hombres de 12 a 19 años y 36.4 por ciento de las mujeres de 20 a 29 años, señalaron haber vivido algún tipo de ataque en línea.

En el contexto de la pandemia, Internet y sus innovaciones han adquirido un mayor protagonismo y, lamentablemente, la violencia encontró nuevas maneras de manifestarse. Precisamente la Ley Olimpia apunta en esta dirección, combatir la violencia simbólica que aprovechando el anonimato intenta destruir vidas.

Desde el INAI trabajamos de manera activa con los Sujetos Obligados y con organizaciones de la sociedad civil para avanzar en las tareas que garanticen igualdad, equidad, respeto y la erradicación de la violencia, a través del empoderamiento de mujeres y niñas desde nuestro ámbito de competencia: facilitar y garantizar el acceso de las personas a la información pública y la protección de datos personales, además de promover la cultura de la transparencia y la rendición de cuentas. En la era que nos tocó vivir, la información es un componente esencial para prevenir, denunciar y erradicar la violencia de género.

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