Clemente Ruiz Duran

El complejo mundo de la inflación y de los sueños perdidos

El efecto de las tasas sobre el financiamiento aumentará el costo del dinero en forma generalizada, con los efectos negativos sobre la actividad económica.

En la última semana se han tomado acuerdos en el mundo y en el país en torno a la contención de la inflación, el gobierno acordó un nuevo paquete para contener los precios de la canasta básica (PACIC), por otra parte, el Banco de México anunció el pasado 29 de septiembre el aumento de su tasa de referencia con la expectativa de que la inflación se mantenga en los niveles de 8.6 por ciento hasta finalizar 2022 y empiece a disminuir en el primer trimestre de 2023.

Estas medidas tendrán un efecto diferenciado, la expectativa es que los precios de la canasta básica moderen su incremento, especialmente los agropecuarios que es donde se ha centrado el embate más fuerte, derivado de su temporalidad que se ve afectada por las condiciones climáticas. En ese sentido el PACIC será un elemento de contención para la inflación subyacente que es el indicador que muestra la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo más precisa que la inflación general o convencional.

Sin embargo, el efecto de las tasas sobre el financiamiento aumentará el costo del dinero en forma generalizada con los efectos negativos sobre la actividad económica. En este caso vale la pena diferenciar el efecto más rápido que se da sobre el crédito al consumo, el que realiza la mayor parte de las personas cotidianamente, para complementar su ingreso cotidiano. Esto aprieta más los presupuestos de las familias, ya que requieren pagar más por el uso del crédito al consumo. En este caso la Comisión Nacional Bancaria y de Valores debería establecer una mesa de análisis de la forma como el aumento de las tasas de interés ha estado afectando la cartera de crédito de las familias. El crédito al consumo es el que tiene una tasa más elevada, alcanzando casi 40 por ciento. De esta forma para una familia que deja de pagar su tarjeta porque ya casi no le alcanza, entra en una espiral que lo lleva a situaciones complicadas. Esto se complica aún más en el crédito personal y microcrédito el cual supera 45 por ciento, de esta forma a las empresas que atraviesan por una mala racha y tratan de salir adelante con un crédito difícilmente lo logran ya que el flujo de efectivo que tienen difícilmente les permite afrontar los pagos. Estos son los créditos más cotidianos a los que se enfrenta la mayoría de la población y las micro y pequeñas empresas del país. En esta perspectiva el crédito puede acabar ahogando a los que lo solicitan. Se requiere como se hizo con los alimentos, de un PACIC para este tipo de empréstitos.

El otro segmento que se debe analizar es el que se podría llamar el de los “sueños perdidos” que es el de la vivienda. La inflación ha disparado el precio de los bienes raíces provocando que, aunque existe disponibilidad de viviendas, para los trabajadores les resulta cada vez más difícil adquirir una vivienda. Ha resultado que la vivienda deje de ser meramente un bien físico y se convierta, también, en el activo financiero que más renta hoy. Y ello ha generado que los precios del suelo y la vivienda se disparen, negándole la oportunidad a millones de acceder a una vivienda propia. En México y en Latinoamérica no existe una tradición de mercado de alquiler potente y sí, en cambio, de acceso a la vivienda en propiedad, sea de forma ilegal o legal. Esto sucede porque históricamente nuestros países han tenido economías inflacionarias, inestables, que generan inseguridad financiera a las familias, sobre todo a las más pobres. “Para el latinoamericano, la vivienda es mucho más que un hogar, un bien o un activo financiero. Es un seguro de vida y, al mismo tiempo, una pensión y aquello que le vas a dejar a tus hijos”, comenta Francisco Sabatini, sociólogo chileno, doctor en Planificación Urbana por la Universidad de California.

Estamos ante un proceso complejo en donde el control de la inflación no compete únicamente al Banco Central, sino que demanda de una acción más amplia de reestructuración de la economía en general, se requiere que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores se tome más en serio su papel de regulador del sistema financiero y acuerde con éste una reducción de los márgenes financieros. Al mismo tiempo es necesario un reordenamiento territorial que permita un desarrollo inmobiliario más ordenados que abra la posibilidad a todos los segmentos de la población de acceder a una vivienda digna. Estamos en un momento difícil en donde requerimos reimaginarnos a las instituciones y las reformas que se requieren para impulsar el desarrollo. Es el momento de pensar en un escenario de crecimiento 2050 para darnos ese lapso para reestructurar la economía y devolver a los jóvenes los sueños perdidos.

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