Clemente Ruiz Duran

Repensar América Latina y su relación con Estados Unidos

La región podría ser un área de prosperidad, con un amplio mercado de consumo; sin embargo, ha perdido dinamismo.

América Latina se encuentra en una encrucijada para definir un nuevo futuro, que pueda dar bienestar generalizado a sus 667 millones de habitantes. La región podría ser un área de prosperidad, con un amplio mercado de consumo; sin embargo, ha perdido su dinamismo y la pandemia la ha afectado de manera importante: 69 millones de habitantes se infectaron y 1.7 millones fallecieron. Esta situación dejó en evidencia la debilidad de los sistemas de salud de la región, a lo que se sumó la debilidad de su aparato productivo. De acuerdo con Cepal, se ha profundizado la desaceleración de América Latina y el Caribe, y en 2022 se espera un crecimiento regional de 1.8 por ciento en promedio. En palabras del secretario general de la Cepal este lunes, en su sede en Santiago de Chile, “las consecuencias de la guerra en Ucrania, especialmente el aumento de los precios de la energía y los alimentos, elevarán la pobreza de Latinoamérica y el Caribe a 33.7 por ciento y la pobreza extrema 14.9 por ciento este año, lo que se traduce en un aumento de 1.6 por ciento y 1.1 por ciento respectivamente con respecto a 2021″.

Para Estados Unidos, la región ha dejado de ser prioridad. En 2021 el 73 por ciento de la inversión extranjera la destinó a Europa y Canadá, a América Latina sólo el 4 por ciento. En materia de comercio exterior sólo México es clave para la economía estadounidense (ocupa el segundo lugar en el nivel de comercio total); con el resto de América Latina, con excepción de Brasil, su comercio es sumamente reducido. En esta perspectiva, la economía estadounidense no jala a la región y ante la debilidad endémica de ciertas economías, se han aumentado las avalanchas migratorias, el terrorismo, el crimen organizado, la crisis económica y financiera han ido estructurando las transformaciones de lo político de la nueva centuria, con lo que se han inaugurado expresiones, espacios y dinámicas hasta ahora desconocidos.

Estados Unidos no logra dimensionar lo que está sucediendo en la región, el gobierno Biden ha encargado a la vicepresidenta Harris el estructurar un programa. La respuesta ha sido un pobre acuerdo con algunas multinacionales para que amplíen su inversión en la región, sin entender el nivel de urgencia que existe en las comunidades para poder subsistir. El día de ayer se dieron a conocer nuevas inversiones, las cuáles sumarán mil 900 millones de dólares. Sin embargo, esto es insuficiente para frenar la migración. Tan sólo el lunes pasado una nueva caravana de migrantes partió de Tapachula en un intento por llegar a Estados Unidos, diversas fuentes estimaron entre cuatro y 16 mil el número de participantes.

Estados Unidos se está desgastando con la guerra en Ucrania y no logra ver lo que acontece en su vecindad. El 28 de abril pasado, el presidente Biden solicitó al Congreso 30 mil millones de dólares para apoyar a Ucrania en su guerra contra Rusia. Sin embargo, no ha solicitado un programa presupuestario de esas dimensiones para América Central, por lo que los centroamericanos, ante la falta de una respuesta gubernamental, continuarán organizándose para migrar hacia el norte, algunos se quedarán en el camino, otros, los más exitosos, llegarán a la frontera y algunos lograrán cruzarla e instalarse en alguno trabajo en Estados Unidos. La migración centroamericana es una migración forzada, impulsada por la descomposición de las comunidades en el lugar de origen, bajo las presiones de los desastres naturales, el cambio climático, la violencia de las pandillas del narcotráfico y la corrupción política. El patrón es distintivo, pero ciertamente no es único.

En esta perspectiva, se abren dos grandes opciones para la región: llegar a un gran acuerdo migratorio con Estados Unidos para que modifique su política migratoria y ordene este proceso, y que al mismo tiempo solicite recursos al Congreso para un programa de reconstrucción de la region para enfrentar las consecuencias de los desastres naturales. En esta perspectiva, América Latina requiere plantear que el Banco Interamericano de Desarrollo se modifique y tenga un papel más protagónico en este proceso, ya que a través de esta institución se podría estructurar un programa de infraestructura para el desarrollo de América Central, tanto para atender los desastres naturales como para rediseñar la infraestructura de la región, y con ello hacer viable un incremento en el comercio con el resto de América Latina, como para dar salida a las mercancías que fueran destinadas a Estados Unidos.

Faltan liderazgos por parte de América Latina para enfrentar de manera innovadora la relación con Estados Unidos, se requiere buscar un mayor compromiso para que conjuntamente rediseñemos la región, no se trata de un beneficio unilateral, sino que es un compromiso que contribuiría al desarrollo regional y rediseñaría la relación con Estados Unidos, el cual ha estado ausente en la agenda de desarrollo de la región. Es buscar comprometer a la región con un futuro de reconstruccción y bienestar, para lo que se requiere de una renovación institucional que garantice una transición ordenada. Faltan liderazgos, esperamos que México tenga la visión y el compromiso para esta tarea.

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