Clemente Ruiz Duran

El valor de las instituciones

Las instituciones pueden rediseñarse para lograr una construcción que permita la expansión de la inversión, la producción y el empleo.

En la construcción de las sociedades contemporáneas los países han aprendido a valorar el papel que tiene el desarrollo de las instituciones, ya que son las que dan coherencia al desarrollo económico y establecen las reglas de convivencia que alientan el proceso de crecimiento e inversión, permitiendo la prosperidad de las naciones. La construcción del México moderno se ha sustentado en el establecimiento de instituciones sólidas que han garantizado el proceso de inversión, esto no ha derivado en un proceso inflexible frente al cambio, para lo cual se han realizado reformas que han buscado alentar un mayor crecimiento. En esa perspectiva hemos consolidado instituciones sólidas como el Instituto Nacional Electoral, el cual ha servido para dar seguridad y consistencia al sistema político, lo que ha permitido que México gane credibilidad internacional en los procesos de elección. Los mexicanos debemos propugnar por su consolidación y fortalecimiento, ya que es la única forma de garantizar la paz social en el país, y evitar caer en las tentaciones del autoritarismo, o de voluntades ajenas a la democracia. Las tareas que se le han asignado ha sabido realizarlas en forma cabal y ha dado certidumbre al sistema político nacional.

En materia de inversión, el desarrollo institucional ha dado certidumbre para desarrollar una economía compleja que ha permitido que formemos parte de las cadenas globales de valor (CGV), con lo cual se ha expandido en nuestro país núcleos importantes de producción global como es el caso del sector automotor, la electrónica, la de dispositivos médicos y la farmacéutica, entre otras. Reglas claras han permitido que nos convirtamos en el séptimo productor automotor en el mundo, esto ha sido una tarea que ha tardado casi un siglo para llevarse a cabo. En este sentido, hemos escalado los acuerdos institucionales que nos han permitido hacer crecer la producción de forma continúa. Estas reglas han sido revisadas y hemos logrado mejorarlas y esto es lo que ha llevado a la reforma laboral iniciada en la administración anterior y que se ha escalado para consolidarla y procesar una renovación de la organización sindical. Este ha sido un esfuerzo de mejora institucional entre diferentes administraciones que han sabido mantener en beneficio de la inversión y de la mejora laboral. Esto hace notar que las instituciones pueden revitalizarse y rediseñarse para lograr una construcción ascendente, que permita la expansión de la inversión, la producción y el empleo, a través de un proceso de diálogo entre las partes.

En esta perspectiva, las instituciones requieren renovarse de una manera concertada para impulsar un desarrollo sólido. Se requiere dar coherencia a la reforma energética, de manera que impulse un desarrollo mayor del sector y no un retroceso. Es decir, impulsar la concurrencia de diferentes fuentes en la generación de energía no significa quitar la rectoría de Estado en la materia, sino por el contrario, permite establecer una visión de largo plazo para impulsar el crecimiento del sector, bajo la rectoría del Estado. En este caso, se requiere valorar el hecho de que la debilidad fiscal del Estado no le permite por sí solo hacerse cargo del desarrollo del sector; por lo mismo, se requiere establecer reglas claras, pero no cancelar la producción y distribución de electricidad por particulares. Somos un país complejo, pero eso no impide que establezcamos diálogos en favor de mejorar el sistema de producción y distribución de energía eléctrica.

México podría salir fortalecido de una consolidación institucional en favor de la inversión y la producción que permitiera al país crecer a ritmos más acelerados, ya que con los escenarios que se han estado construyendo en las últimas semanas, la perspectiva de crecimiento se ha disminuido y se estima que el país no crecerá lo suficiente en el trienio 2022 a 2024, estimándose que crecerá a ritmos de 2 por ciento en promedio, lo que no permitirá recuperar la pérdida de 2019-2020. De no consolidarse el esquema institucional para la inversión, la perspectiva será de decrecimiento del PIB por habitante en este periodo. Demos a las instituciones el papel que se merecen, ya que de lo contrario no nos rencontraremos en la senda del crecimiento y del bienestar.

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