Clemente Ruiz Duran

El dilema del crecimiento

El crecimiento económico requiere concertación entre las fuerzas productivas; el conflicto reduce las expectativas de inversión y por lo mismo afecta al empleo y desincentiva la productividad.

La recuperación ha mostrado ser sumamente inestable tal como nos lo mostró el pasado lunes el Inegi al dar a conocer el crecimiento trimestral del Producto Interno Bruto. En el primer trimestre decrecimos 3.8 por ciento, en el segundo se obtuvo un fuerte repunte de 19.8 por ciento, en el tercero se obtuvo un crecimiento de 4.5 por ciento y en el último sólo se creció uno por ciento. Tenemos que reconocer que estamos en problemas serios, el aparato productivo ha sido diezmado por la pandemia y por la falta de una política económica que impulse el crecimiento. Esta situación ha empezado a mostrar fracturas hacia el interior de la administración. Una voz informada como es la del subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, declaró que “la recuperación estará impactada por choques de oferta”, lo cual parece sensato que se reconozca por la autoridad hacendaria, y lo que habría que esperar es que se tomen medidas para evitar estos choques y que la autoridad monetaria no vaya a responder con una subida de tasas de interés.

El crecimiento de una economía requiere de concertación entre las diferentes fuerzas productivas; el conflicto reduce las expectativas de inversión y por lo mismo afecta al empleo y desincentiva la productividad. El Estado mexicano había sabido concertar para impulsar el crecimiento, eso permitió alcanzar fases de expansión, que conllevaron a que México se colocara como la economía número 13 en el mundo en el año 2000. La expectativa es que siguiéramos avanzando, sin embargo, el sueño se desvaneció y en 2020 ocupamos el lugar 15, poco a poco hemos perdido espacio en la comunidad internacional. Hacia el interior se ha diluido la concertación y con ello los motores de la economía se han ralentizado. Durante décadas se aceptó el principio de que el crecimiento era la única forma como podríamos impulsar el empleo productivo y con ello lograr un mayor bienestar para todos. Hoy se ha perdido esta perspectiva.

Las pugnas están alejando la inversión, así tenemos que los choques de oferta que mencionaba el subsecretario Yorio están moldeando el nuevo panorama de inversión en el mundo. Uno de esos choques provino de la escasez de chips en el mundo, ante lo cual las empresas tecnológicas han empezado a ampliar su capacidad de producción. La compañía Intel, líder en el ramo, ha decidido ampliar dicha capacidad de producción en Ohio y ha decidido reabrir una planta en Costa Rica para producir chips con una inversión por 600 millones de dólares. Esto muestra que el mundo se está moviendo, pero que en ese movimiento nuestro país no está participando. Nuestro país debería liderar esfuerzos para reducir los choques de oferta y producir insumos estratégicos, para ello se requiere que el gobierno adquiera una visión de concertación para lograr proyectos estratégicos que reduzcan los efectos de los choques de oferta.

El país requiere reestructurarse mediante la concertación en una visión de largo plazo, debemos invertir para construir el país de mediados de siglo. Para ello vale la pena recordar que en el pasado existían instancias que realizaban esta prospectiva, como era el caso de la Dirección General de Inversiones en la SHCP, la cual contaba con un menú de proyectos que podían ponerse en marcha cuando se requería, hoy hemos perdido esa prospectiva de largo plazo. La administración tiene que reflexionar que, si bien algunos de sus proyectos son de largo alcance, sin embargo, son insuficientes para impulsar el crecimiento. Se requiere de una nueva concertación con el sector privado para evitar los choques de oferta. Requerimos volver al mundo de la concertación, buscar que las empresas públicas impulsen la concertación y no que busquen una rentabilidad espuria, como en el caso de la Comisión Federal de Electricidad, que busca con la reforma eléctrica liquidar los esfuerzos de inversión privada que habían logrado abastecer de energías limpias a parte de la industria y el comercio, como es el caso de FEMSA.

Estamos en una encrucijada, en la cual podemos escoger el camino de la concertación o el rompimiento con el esquema de cooperación público–privado. La concertación es lo que le ha permitido a México alcanzar un alto nivel de desarrollo. El país es muy grande y con muchas necesidades. Requerimos de una construcción conjunta para lograr una agenda acorde con los Objetivos del Desarrollo del Milenio. Está iniciando el cuarto año de gobierno, es momento de la concertación para recuperar el crecimiento perdido por la pandemia, requerimos de un esfuerzo conjunto para asegurar que la construcción institucional sea sólida para abrir el espacio a nuevas inversiones y con ello resolver el dilema del crecimiento. Los proyectos gubernamentales son insuficientes para detonar un mayor crecimiento, se requiere acordar nuevas áreas de inversión que permitan revitalizar el perfil productivo de México.

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