Clemente Ruiz Duran

2021, la recta final: el reto de la transformación

El triunfo de los dos mexicanos en el maratón de la CDMX es una lección que debería transferirse a la economía para remontar los años malos.

Estimulante que el maratón de la Ciudad de México lo hayan ganado dos mexicanos Darío Castro y Eloy Sánchez después de doce años de que no ganara ningún connacional. La disciplina les permitió remontar esta barrera y dieron un momento de alegría a todo el país. Mostraron que lo que se requiere es de fuertes entrenamientos que permitan remontar la competencia. Esta es una lección que debiera transferirse a la economía. Requerimos de un mayor esfuerzo en todas los frentes para recuperarnos de la fuerte caída de 2020 de 8,5 por ciento que, combinada con la contracción de 2019, dan una caída de 9 por ciento en el periodo 2019 – 2020. En 2021 los resultados del segundo trimestre parecían augurar la salida de la crisis, sin embargo, el tercer trimestre mostró que existen fuerzas que están jalando para atrás la recuperación, como el sector agropecuario en donde el panorama se ha complicado provocando una subida de los productos agrícolas en forma importante, alentando un aumento de la inflación. El sector más dinámico ha sido la manufactura a pesar del desabastecimiento internacional de componentes eléctricos y electrónicos que han afectado notoriamente a la industria automotriz. Queda claro que la economía requiere de un mayor esfuerzo para remontar los años malos.

El esfuerzo requiere estar enmarcado en una combinación de políticas que requieren estar bien sincronizadas para que sus efectos multiplicadores sean mayores. Se requiere combinar la acción pública y la privada de manera puntual. Tal vez como comentaba en en una plática en la UNAM el subsecretario Gabriel Yorio González, habría que rescatar la idea de la antigua dirección de inversiones en donde se contaba con un acervo de proyectos para impulsar la economía del país. La idea-fuerza de esta propuesta sería la de impulsar mayores proyectos de inversión para el periodo 2022 a 2024, de suerte tal que se pudieran construir los cimientos de una nueva economía. El gobierno ha definido sus proyectos estratégicos para lo que resta de la actual administración. Sin embargo, estos son insuficientes para generar el círculo virtuoso al que se refería el subsecretario, la idea es impulsar un grupo de proyectos público–privados que tengan un alto impacto en el crecimiento.

Para dar vida a este planteamiento se requiere de un mecanismo institucional que coordine el esfuerzo de inversión pública–privada en áreas claves de manera que sean complementarias no competitivas. Se requiere estar conscientes de que la decisión de no realizar una reforma fiscal por parte del sector público limita su acción y por lo mismo se requiere de un mecanismo que le permita coordinar el esfuerzo con los limitados recursos con los que contará para el periodo 2022 a 2024. Esta instancia podría crearse como encargada de la planeación de mediano y largo plazos para dar contenido al proyecto México 2050. No sería necesario crear mayor burocracia, podría pensarse en adecuar a la dirección de planeación hacendaria para que pudiera definir conjuntamente con los organismos del sector privado los proyectos fuerza para la recta final de esta administración y dejar preparado un acervo de para las administraciones públicas del futuro.

Un ejemplo de esta estructura pública orientada hacia el futuro existe en la República de Corea, en donde se modificó al Ministerio de Hacienda en el Ministerio de Estrategia y Finanzas, y a los ministerios de Ciencia y Tecnología en el poderoso Ministerio de Ciencias, Tecnologías de la Información y la Comunicación y la Planeación Futura, en donde se dio un fuerte impulso a una visión holística de la sociedad de Corea del Sur hacia 2050.

En México las estructuras gubernamentales están pensadas en forma administrativa y no bajo una visión estratégica del papel que debieran cumplir como impulsoras de la transformación productiva del país. Como señala Claudia Schattan en su reciente libro México, política industrial y tecnologías disruptivas (2021), ante los extraordinarios cambios que está experimentando el mundo en términos de innovación tecnológica —escenario que en algunos sentidos se ha exacerbado con la pandemia por COVID-19— debieran analizarse las nuevas necesidades que han surgido en áreas que debieran acompañar y contribuir al proceso de desarrollo económico en México —salud, educación y transacciones financieras—. En esta perspectiva se suma las voces que demandan que se de una gran reestructuración del quehacer público para adaptarse a las nuevas necesidades del siglo 21, o quedaremos entrampados en una burocracia que en vez de impulsar inhibe la gran transformación que requiere el país para competir en la economía cada vez más globalizada.

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