Carlos Serrano Herrera

Crecimiento en 2023: consumo resiliente con vientos en contra desde EU

El consumo se verá afectado por la desaceleración en las exportaciones y en la manufactura, aunque será resiliente gracias a los aumentos en el salario y la masa salarial reales.

En 2022, el crecimiento económico en México fue de 3.1 por ciento, mayor al anticipado hace un año por el consenso. Creo que este desempeño se explica, fundamentalmente, por cuatro factores.

El primero es que todavía había un efecto rebote después del desplome causado por la pandemia. Nuestro país fue uno de los que más tardó en recuperarse de dicha caída: alcanzó el nivel de PIB prepandemia hasta el tercer trimestre de 2022, mientras que otras economías latinoamericanas pudieron hacerlo desde 2021.

El segundo es que el consumo tuvo un muy buen comportamiento, creciendo a una tasa de 6.2 por ciento. Esto, a su vez, tiene dos causas. La primera es la fortaleza del mercado laboral formal. México es de los pocos países en los que los salarios nominales promedio han crecido por encima de la inflación: en 2022 el salario real promedio en el sector formal creció 2.9 por ciento. Esto, combinado con un mercado laboral que ha creado un alto número de empleos (la tasa de desempleo se ubica en 2.8 por ciento y en 2022 se crearon 753 mil empleos formales), resultó en un crecimiento de 6.7 por ciento en la masa salarial real del sector formal. La segunda causa fue el importante crecimiento a niveles inéditos de las remesas que el año pasado alcanzaron 58 mil millones de dólares, alrededor de 4.0 por ciento del PIB.

El tercer factor detrás del desempeño económico en 2022 es el importante crecimiento registrado en las manufacturas, impulsadas por la disipación de los cuellos de botella que habían puesto en jaque las cadenas de suministro globales. Mientras que en 2021 la industria automotriz mexicana se vio afectada por la escasez de semiconductores, entre otros insumos, dicha situación se normalizó durante 2022, resultando en un incremento en la producción de autos de más del 10 por ciento.

Finalmente, el cuarto factor fue el significativo crecimiento de la inversión en bienes de capital importados y de importaciones de maquinaria y equipo que crecieron 22 por ciento y 16 por ciento, respectivamente. Si bien no se puede afirmar con certeza, me parece que estas tasas son producto del nearshoring que, aunque ya es una realidad, podría ser mucho más potente si se adoptara una política energética distinta y se diera más certidumbre a la inversión en el sentido de que los contratos serán respetados y que la regulación no cambiará a mitad del partido.

Me parece que en 2023 veremos un menor impulso de la demanda externa comparado al año anterior, producto de la desaceleración en la economía de Estados Unidos, resultado del significativo endurecimiento de las condiciones financieras que ha traído la pronunciada alza en la tasa de política monetaria por parte de la Reserva Federal. En caso de que Estados Unidos caiga en una recesión, ésta debería ser corta y poco profunda debido al importante nivel de ahorro acumulado de las familias, del relativo bajo apalancamiento de las empresas y de la fortaleza del sistema bancario. Es posible que, incluso, se logre evitar la recesión debido a estos factores.

De lo que hay pocas dudas es de que la economía de Estados Unidos crecerá menos este año que el próximo. Esto resultará necesariamente en un menor crecimiento tanto de la producción manufacturera como de las exportaciones mexicanas. Por su parte, el consumo también se verá afectado por la desaceleración en las exportaciones y en la manufactura, aunque será resiliente gracias a que los aumentos en el salario y la masa salarial reales continuarán este año. Mientras tanto, el alza en la inversión debido al nearshoring debe continuar, al tratarse de una tendencia de carácter estructural.

Combinando los factores anteriores, en BBVA estimamos que el crecimiento de este año en México será del 1.4 por ciento. Y si Estados Unidos logra un aterrizaje suave, es decir, si evita la recesión, podría ser de alrededor del 2.0 por ciento.

El autor es economista en jefe de BBVA México.

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