Carlos Ruiz Gonzalez

Episodio II. Entrar a la nueva realidad

Después de más de 100 días de confinamiento, estamos entrando a la secuela, o en términos también cinematográficos al Episodio II.

"I love sequels" (adoro las secuelas)

Arnold Schwarzenegger al enterarse

de que había sido electo gobernador

de California por segunda ocasión

Hollywood adora las secuelas, aunque a veces estas — "Nunca segundas partes fueron buenas"— no resultan tan buenas (Matrix), y otras veces son iguales y hasta mejores (Piratas del Caribe).

Reminiscencias de Star Wars

Después de más de 100 días de confinamiento, estamos entrando a la secuela, o en términos también cinematográficos al Episodio II. La realidad se impone, con limitaciones —y no sin riesgos— tratamos de volver a una normalidad, principalmente por motivos económicos, aunque también por razones sociales y hasta sicológicas: el enclaustramiento tiene su lado bueno, pero también el amargo.

Una aclaración obvia

Es evidente que no se trata del regreso a la realidad de antes, es entrar a una nueva realidad; triste y realísticamente nos estamos dando cuenta de que las cosas ya no serán como antes, ya existe una nueva realidad con sus características peculiares.

Como en los clavados

Los expertos en temas de cambio utilizan la metáfora de un clavadista: su posición inicial es en la plataforma, de ahí se lanza al vacío y, finalmente, se introduce en el agua. El proceso del cambio.

Cuando está en el trampolín tiene todo controlado, es momento de abandonar una etapa, quizá lo decidió así, pero a lo mejor —como con la Covid-19— lo empujaron o, mejor dicho, no le avisaron que era momento de saltar. Deja algo estable y entra a un período de duelo, en el que extraña lo que no volverá, tiene que ser paciente y prepararse para lo que viene, sin nostalgia ("los buenos, viejos tiempos no volverán").

En el aire está suspendido, es el momento de encajar el golpe, tiene que sobrevivir —en nuestro caso, es la etapa en la que estuvimos confinados— se trata de aprender a subsistir, mantenerse, aceptando cierta ambigüedad, ¡ánimo! No estamos solos: más que preocuparnos, tenemos que ocuparnos, estar listos para lo que viene.

Finalmente, viene el Episodio II, la secuela, el ingreso al agua, a la nueva realidad. Es sumergirse en el propio cambio (a veces puede ser un problema de actitud, en este caso la pandemia nos forzó a aceptarlo); finalmente, frente a la transformación del entorno tendremos que cambiar nosotros, ese es el quid: el principal cambio se da en nosotros, aprendamos rápido, utilicemos nuevos enfoques, seamos eficaces y productivos, seamos dinámicos.

Recordemos que al cambio debemos verlo —y lo es— como una oportunidad de motivación, de innovación, de crecimiento, son momentos de decidir y actuar, como afirmaba Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela Il Gattopardo, que simboliza de manera magistral la capacidad de adaptación: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie"; es decir, si queremos mantenernos en nuestro nivel de vida, siendo exitosos, siendo líderes, tendremos que cambiar, adaptándonos a las nuevas realidades.

Episodio II

Ya abandonamos el trampolín (nuestro estilo de vida hasta febrero de 2020), entramos a la situación de crisis, y nos volvimos expertos en coronavirus; ya conocemos las alternativas de tratamiento, manejamos cifras y polemizamos sobre las consecuencias (y a veces la necesidad) de romper el enclaustramiento tomando todas las precauciones. Es hora de iniciar el Episodio II: entrar a la nueva realidad.

No será fácil

En su columna Coordenadas (Entre el abatimiento y la esperanza[1]), Enrique Quintana pondera que hay razones de abatimiento (la propia pandemia, la crisis económica, la polarización que sufre el país y la falta de opciones), aunque también señala razones para la esperanza: el T-MEC entra en vigor dando certidumbre a largo plazo, las empresas y trabajadores mexicanos han sabido ser resilientes, el cambio viene muy acelerado (un conocido mío decía que estos 100 días de confinamiento han acelerado, por lo menos, cinco años la digitalización del mundo). Vivimos en una sociedad democrática que podrá rectificar las decisiones tomadas en las urnas.

Un gran país

Revisando datos de las exportaciones de México, me sorprendió constatar que pasaron de 28 mil 300 millones de dólares (MMD) en 1982 a 445 mil MMD en 2017; es decir, crecieron 16 veces (y se diversificaron mucho). Ese mismo 2017 Brasil exportó 263 mil MMD (59 por ciento lo de México) Chile 82.2 mil MMD (18 por ciento ) y Venezuela 30.4 mil MMD (7.0 por ciento), respectivamente.

Así que seamos realistas con una dosis de optimismo, en los últimos 50 años, según mis cuentas, México ha pasado por 10 crisis importantes —sin duda, la que estamos viviendo es la peor—, pero este es un gran país, así que iniciemos con ánimo el Episodio II.

* Profesor Decano del Área de Política de Empresa (Estrategia y Dirección) en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE).

[1] En El Financiero, 6 de junio de 2020, pág. 2

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