Análisis sin Fronteras

Secretario de la Defensa: ¿Estadista o un porro más de la Cuarta Transformación?

¿Cómo será recordado el general Luis Cresencio Sandoval? ¿Víctima, socio, rehén, operador político de Andrés Manuel López Obrador?

¿Cuál será el legado histórico del Secretario de la Defensa al concluir la Cuarta Transformación? ¿Cómo será recordado el general Luis Cresencio Sandoval? ¿Víctima, socio, rehén, operador político de Andrés Manuel López Obrador?

Las Fuerzas Armadas de México están enfrentando una transición histórica, y el futuro depende del papel que asuma el General Sandoval. ¿Será recordado como el Secretario que permitió la histórica militarización de México que permitió reducir la violencia en el país? ¿O se recordará como un general con ambiciones, temores o falta de liderazgo que permitió que el Ejército se convirtiera en la herramienta de control político para un presidente con ambiciones autoritarias?

Y sí, aún ante las órdenes específicas del comandante en jefe, el general Sandoval y el almirante Ojeda tienen opciones, hay alternativas.

El general y el almirante tienen que decidir si serán estadistas, buscarán la neutralidad política y defenderán la Constitución. O simple y llanamente serán operadores políticos que apoyarán al presidente en la polarización del país.

Pero la realidad es que este gobierno no solo politizó la estrategia de seguridad del país, pero también a los operadores y responsables de la seguridad nacional y seguridad publica en México. El secretario de la Defensa, el secretario de la Marina y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ahora se han convertido en los operadores políticos más importante de Andrés Manuel López Obrador. Y esto será reflejado no solo en la historia militar del país, sino del hemisferio.

La historia de las Fuerzas Armadas mexicanas difiere sustancialmente del actuar de Fuerzas Armadas en el hemisferio. Generales y almirantes mexicanos históricamente no exigían o buscaban gobernar, ni someter a civiles, o hacer uso de la fuerza, excepto cuando lo ordena el comandante en jefe. La mayoría del liderazgo en las Fuerzas Armadas mexicanas no proviene de la clase política o de la clase económica. El presidente constantemente nos recuerda que miembros de las Fuerzas Armadas viene del pueblo y no son golpistas.

Y en ese sentido, el presidente tiene toda la razón.

Pero también está la historia del uso criminal e indebido de las Fuerzas Armadas. El uso de la fuerza es una gran tentación para todo gobernante y se presta para abusos, particularmente por gobernantes ineptos o autoritarios.

Por eso, en México y la mayoría de las democracias del mundo hay una clara separación jurídica y doctrina entre las funciones militares y de policías civiles. Una gran diferencia entre amenazas a la seguridad nacional y riesgos a la seguridad pública. Las herramientas de los militares son mucho más poderosas y más letales que las herramientas de las policías.

Probablemente, la amenaza que más debe de preocupar, si continúa la ruta embarcada por la Cuarta Transformación, no es la militarización, sino la tentación del presidente de usar el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional en contra de la población. Tendrán los secretarios, los generales y almirantes no tienen la capacidad de contradecir, cuestionar las órdenes de López Obrador, si son ilegales o inconstitucionales.

Por eso preocupan los comentarios del secretario general Luis Cresencio Sandoval, que en la ceremonia del 13 de septiembre, recordando el heroísmo de los Niños Héroes el 13 de septiembre, señaló que “quienes integramos las instituciones, tenemos el compromiso de velar por la unión nacional y debemos discernir de aquellos que, con comentarios tendenciosos generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretender apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país”.

Con está “amenaza” parecería que el secretario de la Defensa decidió que sería uno de los funcionarios más que participaría en la polarización promovida por el presidente López Obrador.

Esto es peligroso.

Es claro que las Fuerzas Armadas tienen que jugar un papel fundamental en reducir la violencia y enfrentar las organizaciones más violentas del mundo. El cuestionamiento no es de la capacidad y honestidad. El debate en este momento se centra sobre una estrategia fallida para reducir la violencia y la desconfianza en darle a un presidente autoritario, quien tendrá la tentación de usar las Fuerzas Armadas en contra los enemigos de la Cuarta Tentación y no enfrentar los enemigos de los mexicanos.

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