Puede que no haya un movimiento articulado y homogéneo en América del Sur sobre el desplazamiento de la izquierda. Sin embargo, el desencanto de la población ante la ineficacia de los gobernantes de esa plataforma ideológica es una de las causas principales para que caigan como fichas de dominó.
Esto preocupa, evidentemente, a Claudia Sheinbaum y al movimiento de transformación que ella encabeza junto con su mentor.
La presidenta de la República reconoció esa preocupación sobre el avance de la derecha en Centro y Sudamérica, al igual que otros liderazgos del oficialismo, como el líder de los diputados de Morena, Ricardo Monreal, por lo que cobran mayor importancia las elecciones intermedias de 2027 y, por supuesto, de 2030.
Desde 2019, con la irrupción de Nayib Bukele en El Salvador y luego con los liderazgos como Rodrigo Chávez en Costa Rica, Novoa en Ecuador, Mulino en Panamá, Milei en Argentina y ahora Kast en Chile, se observa una tendencia irreversible que tocará a otros países del continente.
La fórmula de igualdad y del populismo de la izquierda está más desgastada que unas botas de un jornalero, en virtud de que ha condenado a millones de personas a la pobreza extrema y la marginación.
Dice Monreal que hace seis años eran 12 países de América Latina y el Caribe que habían tendido hacia la izquierda o el centro-izquierda; y ahora, de los 12, los seis últimos que han tenido elección, todos se han ido a la derecha o a la ultraderecha.
Reconoce el zacatecano que existen distintos factores para la alternancia política de izquierda a derecha. Uno de ellos es la división interna de la izquierda, como sucedió en Bolivia, en donde se escindió la fuerza mayoritaria que comandaba Evo Morales. Tuvieron división, discusión con el presidente en funciones, se dividió esta fuerza política y se coló la derecha.
En otros casos, la injerencia de gobiernos extranjeros, como acusa ahora la presidenta Xiomara, también ha influido. Además, otros problemas han surgido por errores de la izquierda y por no cumplir con sus compromisos.
Lo que ocurre en Morena en estos momentos sobre el canibalismo político que se da entre sus tribus es, sin duda, la génesis de la derrota anunciada en los próximos comicios.
No dude, estimado lector, que cuando empiecen a decantarse los nombres para ocupar las 17 candidaturas para gobernador y 500 (o menos, depende de la reforma electoral) de diputados federales, se recrudezcan las luchas intestinas en Morena y con ello aumenten las posibilidades de la victoria de la oposición.
Advierte Ricardo Monreal que hoy hay mucha competencia interna. Incluso en los 17 estados del país —aunque va a haber la mitad hombres y mujeres—, “percibo que ahora la mujer está muy competitiva en varios estados del país, y hay que fijar reglas claras para evitar campañas anticipadas o campañas financiadas de manera indebida, ilícita incluso, ya sean recursos públicos o recursos privados”.
Y también, aclara el zacatecano, que al establecer las reglas ya se defina el método: si va a ser de encuesta, si va a ser de convención, y que el partido empiece a hablar con los actores políticos, pero no solo para gobernadores, sino también para legisladores, presidentes municipales.
El miedo no anda en burro y por ello se explica el temor del oficialismo ante diversas amenazas que ya ponen en jaque a su partido político.
“Siento que hay una efervescencia en la participación política de Morena y, obviamente, de sus aliados, PT y Verde, que también están en ese propósito. Estamos a tiempo de evitar deserciones, fracturas, rupturas, renuncias anticipadas, que nos afecten en nuestra unidad. Hay que estar viendo lo que está pasando en otros países para no cometer errores que nos alejen de la confianza ciudadana”, advierte Monreal.
La estrategia implementada en Palacio Nacional para ocultar los casos de corrupción de miembros prominentes de la 4T ya es insuficiente e inútil porque no se puede tapar el sol con un dedo.
La construcción de un México irreal y de ocultar o tergiversar información por parte de la presidenta de la República cada vez convence menos a más mexicanos y ello se refleja en los enormes niveles de malestar que prevalecen entre la ciudadanía contra el gobierno.
Justamente por este encabronamiento social y la polarización existente, han caído los gobiernos de izquierda en la región.