Desde San Lázaro

No hay posibilidad de que pierda Morena en el 2024

Si se repite en 2024 el abstencionismo, seguramente se dará el triunfo al candidato de Morena y rémoras, sin importar quién sea.

Así como los panistas deben correr a Marko Cortés y los tricolores a Alejandro Moreno, es obligado cambiar el modelo aliancista para evaluar la posibilidad de que el PAN rompa la coalición con el PRI y el PRD y marche con la sociedad civil para quitarse el lastre que representan esos dos partidos que van rumbo a la pérdida de sus prerrogativas nacionales como partidos políticos.

Otra lectura obligada de los comicios del Estado de México, es que mientras la ciudadanía no se involucre en los procesos electorales y no ejerza sus derechos y obligaciones democráticas, estaremos a expensas de la clase política en el poder que puede postular a cualquier personaje, aunque sea de dudosa reputación, y encumbrarlo a posiciones relevantes como una gubernatura o incluso a la Presidencia de la República.

A más de la mitad de los mexiquenses de la lista nominal, les valió queso la elección para gobernador, al preferir hacer otro tipo de actividades, en lugar de ejercer su derecho al voto y con ello, decidir sobre el futuro de su entidad y por supuesto de sus propias familias.

Los culpables del fracaso de los aliancistas y las razones que impidieron que los mexiquenses salieran a votar, son múltiples: desde la decisión del gobernador Alfredo del Mazo por participar activamente en la campaña y por seleccionar erróneamente a Alejandra del Moral, quien no logró mover las conciencias de sus paisanos para acudir a las urnas; hasta la grosera intervención de AMLO y el gobierno federal con sus gobernadores afines.

Este escenario, el del abstencionismo, si se repite en 2024, seguramente le dará el triunfo al candidato de Morena y rémoras, sin importar quién lo sea, y la correspondiente derrota al bloque opositor que, desde ahora, ya se vislumbra, sin importar al candidato que nominen.

Como se presentan las cosas y más ahora que el PRI perdió su principal bastión, el Estado de México, no se requiere tener habilidades de pitonisa para augurar que el PRI entró en un remolino que lo engullirá en el 2024, hasta el nivel de perder su registro nacional como partido político.

Sin importar el nombre de su candidato presidencial, ya sea Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, José Ángel Gurría o el que me diga, no tendrá la capacidad para rescatar a un partido que cavó su propia tumba, en el momento que Alejandro Moreno como dirigente nacional tomó las riendas de los tricolores.

Todavía ahora, después de la debacle mexiquense, con aires triunfalistas, presume el triunfo que obtuvo el PRI en Coahuila, sin considerar que no tuvo absolutamente ningún mérito en la aplastante victoria que logró Manolo Jiménez; al contrario, cuando Alito trató de intervenir, el gobernador Miguel Ángel Riquelme y el propio candidato, lo batearon y con ello le impidieron meter la mano en una campaña política que será el prototipo de lo que deberán ser éstas en el futuro, principalmente en lo que tiene que ver con la selección de un candidato carismático y con propuestas novedosas, inclusivas y el trabajo en territorio, entre otros factores.

Está totalmente equivocado el PAN e incluso la sociedad civil, si piensan que al aliarse con el PRI y el PRD les granjearía alguna ventaja por encima de marchar solos con candidato propio rumbo a la elección presidencial.

Esos votos que aportarían el PRI y el PRD a los aliancistas son pocos, ante el rechazo que tienen entre los mexicanos.

Aportan más negativos que positivos a la causa, sobre todo el PRI.

Está más que visto que la alianza opositora conformada por el PAN, PRI y PRD no tiene mayor trascendencia y menos posibilidades de victoria para lograr la alternancia en el poder.

Si acaso será relevante para conformar un cuadro de candidatos a ocupar un escaño o una curul en el Congreso federal, pero para buscar la presidencia de la República no tienen ninguna posibilidad de ganar y menos con un candidato que no levanta pasiones, ya que de la lista conformada por 25 suspirantes que han levantado la mano, solo una, Lilly Téllez, podría movilizar al electorado.

En cualquiera de los casos, está más que visto que el PAN debe ir solo en la elección presidencial del próximo año.

En una elección que se vislumbraba a tercios: de Morena y sus rémoras; los aliancistas conformados por el PAN, PRI y PRD y finalmente el candidato del Movimiento Ciudadano; ahora, con el fracaso de los aliancistas, es obligado replantear los términos de esta ecuación, con la ruptura del PAN con el PRI de Alejandro Moreno.

Aunque si los cuadros políticos de azules y tricolores, es decir, sus militantes y simpatizantes, se mantienen pasivos como hasta ahora, no habrá poder humano que cambie el rumbo de la debacle que sufrirán los partidos políticos a los que pertenecen.

COLUMNAS ANTERIORES

Los apagones causados por la 4T
Un ‘trámite’ que no está resuelto

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.