Desde San Lázaro

Sanciones a ‘corcholatas’ por actos anticipados de campaña

Lo ideal y legal sería que Sheinbaum y Ebrard renunciaran a sus cargos para alejarse del sospechosismo de aprovechar las bondades de sus cargos para hacer proselitismo.

Mientras que Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum arrecian sus actos proselitistas en aras de consolidar su candidatura presidencial por Morena (el fin de semana el primero estuvo en Acapulco en acto multitudinario y la segunda en Mexicali), el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se mantiene en un tercer lugar agazapado y sabedor de que su destino político estará en las canchas legislativas.

Los dos finalistas se mueven entre la legalidad e ilegalidad por transitar en un camino que está dividido por una línea muy fina, que impide a los funcionarios públicos realizar actos anticipados de campaña e incluso con recursos públicos.

Lo legal sería que ambos, Sheinbaum y Ebrard, renunciaran a sus cargos para alejarse del sospechosismo de aprovechar las bondades que dan sus cargos para disponer de los recursos públicos que tienen a su disposición.

En la percepción de los capitalinos predomina la idea de que la jefa de Gobierno utiliza los recursos públicos que tiene a su disposición para autopromoverse.

De hecho, el propio canciller lleva insistiendo durante los últimos meses, que Morena emita la convocatoria respectiva para contender por abanderar a ese partido en la contienda por la presidencia de la República y para ello, deben renunciar a sus cargos los suspirantes, además de celebrar los debates que sean necesarios entre ellos para que la militancia evalúe sus capacidades y fortalezas.

A esta propuesta, la jefa de Gobierno de la CDMX se opuso a renunciar, porque argumenta que fue elegida para el cargo y por ello no debe dimitir (sic) y menos llevar a cabo los debates.

Lo cierto es que nada se moverá si el presidente no lo dispone y hasta el momento solo ha señalado que serán las encuestas las que definan al ganador y éstas se aplicarán a finales del año.

Ante esta línea de acción, a los dos finalistas solo les queda arreciar sus actividades públicas que les permitan granjearse la voluntad de la gente, sin que ello implique violar el marco legal electoral por emprender campañas anticipadas.

Quien más se mueve en esa línea fina y que podría sacarla incluso de la boleta en 2024, es precisamente la exdelegada de Tlalpan, en virtud de que son demasiado evidentes los recursos monetarios que se mueven en torno a ella con la pinta de bardas, espectaculares, giras al interior de la República, eventos, entre otros.

Los equipos jurídicos de la oposición están más que atentos para denunciar ante el INE y el Tribunal Electoral las violaciones flagrantes que está haciendo la jefa de Gobierno, de hecho, existe toda una estrategia de monitoreo de sus actividades tanto en la CDMX como al interior del país, sobre su activismo político.

Para dejar atrás las simulaciones, debería el presidente conminarlos a renunciar a sus cargos para que, en una contienda en igualdad de condiciones, puedan desplegar sus actividades proselitistas sujetas a lo que señalan las leyes electorales.

Y si de plano AMLO desea que se mantengan en sus cargos, entonces no lanzarlos al matadero para que paralelamente a las responsabilidades que exigen sus cargos, hagan campañas soterradas.

El presidente le quiere dar su toque personal al destape que tiene su génesis en tiempos del poderoso PRI, en donde el presidente en turno mantenía en el imaginario colectivo a un grupo plagado de notables tricolores de donde saldría el elegido, no sin antes mantener engañado al respetable con un supuesto preferido, para luego darle vuelta al sartén y revelar la identidad del tapado.

Ahora no se llaman tapados, sino corcholatas y a diferencia de antes, en donde quedaban al final por los menos una quinteta de candidatos del partido en el poder, ahora solo quedan dos, quienes para darle un disfraz democrático al proceso de selección se hará mediante encuestas que operará Morena en el sigilo más extremo para compartirlas con el presidente, y con su visto bueno, hacer pública la decisión de quien será el candidato de Morena para la “grande”.

Se han quedado en el camino Adán Augusto López y por supuesto Ricardo Monreal, quien juega a despistar, pero que en la realidad, sus aspiraciones para seguir en el candelabro político se circunscriben a competir por la jefatura de Gobierno de la CDMX, y en el peor de los casos a mantenerse en el Senado.

Desde luego, en ese reacomodo de corcholatas se verán de forma ineludible las alianzas políticas que deberán hacer entre ellos, para, en función de lo que ordene el presidente, seguir apoyando en el futuro desde posiciones privilegiadas, el proyecto de transformación que emprende.

Así que hagan sus apuestas, señores, en torno a ver si las autoridades electorales sancionarán a Claudia Sheinbaum por llevar a cabo actos anticipados de campaña con recursos públicos.

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