Después del fracaso de la Selección mexicana de fut en la gesta mundialista de Qatar, algunos ingenuos creyeron que el “ramalazo” había sido de tal envergadura que haría reaccionar a los dueños de los clubes de futbol profesional, sin embargo, eso no sucedió; al contrario, prefieren mantener las cosas, igual, para asegurarse grandes ganancias económicas, sin tener que desembolsar los recursos necesarios para impulsar el surgimiento de nuevos jugadores nacionales.
El manejo del futbol profesional requiere necesariamente la intervención del gobierno federal, porque el impacto social que tiene este deporte es descomunal, a tal nivel que, incluso, puede provocar la irritación generalizada que atente contra la gobernabilidad del país.
Trastocar el humor social en momentos en que la inflación, la crisis económica y la inseguridad pública alcanzan niveles alarmantes, es muy peligroso.
No basta que el SAT les apriete las tuercas a los propietarios de los clubes, sino debe tener el gobierno una participación muy activa para contener las ávidas ansias de ganancias, por encima de los intereses de la gente y de los aficionados en particular.
El próximo mundial de 2026 se celebrará en Estados Unidos, México y Canadá, y con ello diremos que prácticamente se estará jugando de local, por lo que la frontera de llegar a un quinto partido es corta ante la posibilidad de disputar la final y por ello, es menester que las cosas se hagan bien desde ahora, no obstante que falten cuatro años para su realización.
Esto no lo han entendido los dueños de los clubes que pretenden tener resultados diferentes, haciendo lo mismo, darle atole con dedo a la afición, para que ellos sigan matando a la gallina de los huevos de oro.
En momentos que el cambio generacional de los jugadores seleccionados no se ha dado, se requiere invertir en las fuerzas básicas y en abrirles espacios en las alineaciones de los equipos de la primera división, por encima de tanto jugador extranjero que bloquean esas plazas, sin embargo, los dueños prefieren mantener a los extranjeros, porque no pueden venderlos a los precios que los adquirieron y sobre todo, porque la gestación de nuevas promesas es muy caro y requiere paciencia, visores y resultados.
En las potencias mundiales, la inversión económica que hacen los equipos top del ranking mundial es muy relevante, además claro, de contratar a los mejores futbolistas del planeta, en contraparte, en México hacen lo contrario, invierten en jugadores extranjeros de mala calidad y con ello impiden el debut de las eventuales promeses mexicanas.
Los cambios anunciados por Yon de Luisa y Mikel Arriola, son para engañabobos ya que ni siquiera están completamente aprobados por sus patrones y aunque estuvieran, no sirven de nada para garantizar el éxito en el próximo mundial.
Para empezar deben renunciar estos dos personajes para dar paso a auténticos profesionales del balompié que no tengan compromiso con ningún grupo empresarial.
También el gobierno federal debe tener representantes en el comité de selecciones nacionales, al tiempo de incorporar a exentrenadores del seleccionado y jugadores mexicanos inactivos que dieron fama a este deporte.
Se debe impulsar una bolsa económica de 200 millones de dólares para fomentar las fuerzas básicas con torneos nacionales para niños, adolescentes y jóvenes, desde luego, de ambos sexos, ya que el fut femenil merece el mismo trato que el varonil.
A unos días de que se conozca el nombre del nuevo entrenador, deben establecerse metas a corto, mediano y largo plazos, ya que, verbigracia, con el ‘Tata’ Martino lo dejaron hacer de las suyas, no obstante a haber perdido tres finales ante Estados Unidos.
Todas las cadenas de valor que rodean al futbol profesional generan miles de empleos y divisas, sin embargo, se pusieron en riesgo después del fracaso en Qatar, por ello, decimos que, aunque es un negocio privado, el gobierno no debe ser omiso ante las implicaciones sociales y económicas que tiene esta actividad.
Ahora sí que el balón no solo está en la cancha de los propietarios de los clubes, sino en el gobierno del presidente López Obrador, quien debe intervenir para poner orden en el futbol profesional.
Los cambios anunciados como la eliminación del repechaje o el surgimiento de los torneos largos, pero con liguillas (sic), son, por decirlo de forma decente, tonterías, eso sí, si van a quitar la multipropiedad de equipos está bien, así como retomar el ascenso y descenso, pero el reducir el límite de extranjeros a siete, es una vacilada.
Si AMLO no interviene le dejará una bomba de tiempo al próximo presidente de México, de eso no cabe la menor duda.