Desde San Lázaro

La tormenta perfecta contra ‘Alito’

El rompimiento con AMLO y su desastrosa gestión al frente del PRI, lo han colocado en el vórtice del escándalo que culminará con su renuncia del partido.

Durante las elecciones intermedias de 2021, en donde se renovaron 15 gubernaturas, los mandatarios del PRI se quejaron del nulo apoyo brindado por el PRI nacional, comandado por Alejandro Moreno, para defender la plaza y no perderla, tal como sucedió a la postre, al caer en los ocho estados en donde gobernaba ese partido.

Ya desde ese entonces se vislumbraba el destino de Alito en cuanto a mantenerse al frente de los tricolores, empero, el canto de las sirenas de sus allegados le hizo creer que no era el responsable de la debacle, sino que, además, tenía los merecimientos, incluso, para buscar ser el candidato del PRI para la presidencia de la República en 2024.

El silencio de los priistas más connotados, como los mismos que le acaban de pedir su dimisión, fue tomado en ese entonces como un signo de complicidad y temor.

Paralelamente, el halo de corrupción que envuelve al exmandatario de Campeche es de tal nivel, que tan solo basta levantar unas palmeras en su tierra natal para descubrir buena parte de los bienes inmuebles que son de su propiedad por vía de interpósita persona, que derivan en la probable comisión de varios delitos, como el de enriquecimiento inexplicable, lavado de dinero y defraudación fiscal.

También hay que considerar que a Alito se le colgó el mote de Amlito, porque tenía una excelente relación con el presidente, a tal nivel que éste pensaba que lo tenía en la buchaca para que votara con la bancada tricolor en la Cámara de Diputados para aprobar la reforma eléctrica, pero no ocurrió así; al contrario, gracias a los votos en contra de los legisladores del PRI se logró frenar la estatización del sector eléctrico.

A partir de ese momento, se le vino el mundo encima a Alejandro Moreno, ya que se reactivaron las pesquisas sobre su patrimonio y sobre la gestión que tuvo como gobernador de Campeche, al tiempo de dar a conocer a la opinión pública, a través de Layda Sansores, grabaciones de audios de charlas del dirigente nacional del PRI, que además de ser muy comprometedoras, pintan de cuerpo entero a un vulgar político capaz de traicionar hasta a sus más cercanos.

Si Moreno no fuera dirigente del PRI, sus delitos hubieran quedado impunes, empero, el rompimiento con AMLO y su desastrosa gestión al frente de ese partido, lo han colocado en el vórtice del escándalo que culminará con su renuncia del PRI, la judicialización de su caso, el retiro de su fuero, persecución y encarcelamiento.

Este es el destino para un hombre a quien de repente se le alinearon todas las estrellas para llegar a la dirigencia del PRI y agandallarse todas las posiciones importantes del partido, así como con todas las diputaciones plurinominales para sus incondicionales.

Un hombre de capacidades políticas muy limitadas, de gustos exquisitos y proclividad a la fastuosidad y buena vida, es ahora el villano de todas las novelas y que pronto estará bajo la sombra.

Los mismos exgobernadores del PRI que perdieron el año pasado, lo definen como un arribista sin grandes alcances ni capacidades brillantes.

Ahora, la pregunta de fondo es si con la salida de Alito de la dirigencia del PRI bastará para recomponer el camino; por supuesto que no, ese partido requiere de una cirugía mayor para recobrar las simpatías de los ciudadanos, pues buena parte de ellos se han sentido traicionados y, en el mejor de los casos, decepcionados del proceder de un sector del priismo, sobre todo cuando están en el poder.

Los militantes priistas deben pasar de las palabras a los hechos para acelerar la salida de Alito y del pleno del Comité Ejecutivo, con presiones en todos los frentes que van desde el Legislativo, las dos gubernaturas que le quedan, así como en los comités seccionales y estatales.

La inminente elección en el Estado de México y la presidencial, obligan a acelerar el paso para elegir por la vía democrática a una nueva dirigencia nacional y reconsiderar la estrategia de ser parte de la coalición con el PAN y el PRD, para dar paso a liderazgos locales de auténticos priistas emanados de los nuevos cuadros políticos que tiene ese partido en todo el territorio nacional.

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