Desde San Lázaro

Primero muerto que perder el poder

El vórtice de la reforma electoral del presidente es la desaparición del INE para dar paso a un nuevo organismo electoral para, desde allí, impedir la alternancia en el poder.

Se tardó por lo menos dos décadas para llegar al poder, corto tiempo si consideramos que para otros movimientos en el país y en el mundo, la espera fue, incluso, de siglos.

Ya sentado en la silla presidencial, se despliegan cotidianamente todas las capacidades del grupo en el poder para establecer un nuevo modelo político orientado hacia la dictadura, embozada con el antifaz de la democracia participativa, sí, esa que cuando es necesario, llama a la población a participar en una consulta popular para quitar los escollos que impidan avanzar hacia este objetivo.

El vórtice de la reforma electoral del presidente es la desaparición del INE para dar paso a un nuevo organismo electoral con consejeros alineados a la 4T, para que, desde allí, impedir la alternancia en el poder.

La fórmula para mantenerse en la presidencia implica, ya con la autoridad electoral y el Tribunal Electoral bajo la égida del Ejecutivo, descalificar cualquier resultado que les sea adverso en las urnas.

Si se pierde en las urnas se gana en los tribunales.

Si las corcholatas no crecen, con una consulta popular para ampliar el mandato del presidente más allá del 2024, se arregla el problema.

Si el candidato presidencial de Morena pierde la elección y se complica el robo perpetrado desde el nuevo instituto electoral y el Tribunal, pues está el pueblo que saldrá a las calles para impedir que se vaya el mesías.

En este último escenario jugarán un papel muy relevante los supuestos médicos cubanos que operarán en las zonas rurales para preparar a la gente en caso incluso con armas, si hay que defender la causa.

Las brigadas de adoctrinamiento cubanas representan la punta de lanza de un proyecto político que jamás entregará el poder por la vía pacífica.

Primero muerto que ceder la banda presidencial a la oposición.

Además de tener cooptadas las instituciones que pudieron oponerse a este proyecto hegemónico como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Fiscalía General de la República, el Poder Legislativo, la CNDH y el Ejército, se goza de la simpatía de los grupos criminales que tienen carta blanca para operar a sus anchas en todo el territorio nacional.

Los poderes fácticos también deben estar alineados al proyecto general y si no lo hacen, pues vienen los ataques furibundos desde el púlpito de Palacio Nacional contra ellos, para desacreditarlos, amedrentarlos o incluso ponerlos en la mira de los malosos.

Desde luego, una operación de esta envergadura requiere de vastos recursos económicos para aceitar la maquinaria y esos están a su entera disposición.

Este el objetivo principal que es irreductible e incuestionable.

Todo lo demás, como por ejemplo gobernar para solucionar los graves problemas por los que transitan los mexicanos, pues en el mejor de los casos es tangencial.

Qué importa la crisis económica y sanitaria, el desabasto de medicamentos y de combustibles, la violencia y la inseguridad pública, la violación flagrante y sistemática al Estado de derecho y a los derechos humanos.

La violencia de género, la inflación, los feminicidios, el asesinato de periodistas y de activistas sociales y toda la retahíla de fracasos que han puesto a este gobierno como uno de los peores desde que se instituyó el régimen democrático.

Faltan 28 meses para que termine la gestión del presidente López Obrador, tiempo suficiente para amachinar el proyecto político, mientras que la oposición pierde el tiempo en proyectos personales o de grupo, en vez de prepararse para enfrentar la mayor amenaza que tiene la democracia.

Las cortinas de humo y fuegos artificiales que se despliegan en las mañaneras sirven para que subrepticiamente y a veces no tanto, AMLO continúe construyendo ese castillo de naipes que a la postre será derribado ante el creciente malestar del pueblo, sobre todo de los más pobres, que ahora están más abandonados que nunca.

Se juega con la pobreza y la supuesta ignorancia de la gente, empero ese maniqueísmo cae por los suelos ante la cruenta y desgarradora situación que padece por lo menos la mitad de la población, quienes viven en la marginación y otra buena parte de los mexicanos ha sido víctima de la delincuencia y de la violencia.

El cada vez mayor número de desplazados de sus comunidades a causa de los criminales, representa la realidad de un México abandonado a su suerte.

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