Desde San Lázaro

Crisis de derechos humanos en México

Falta avanzar en la protección de los derechos de las mujeres, de las y los niños, personas con discapacidad, de los pueblos indígenas, de los migrantes y de la comunidad LGBTIQ+.

Desde que existe la figura del ombudsman en México en tiempos de Jorge Carpizo, no ha habido una crisis de derechos humanos como la que se vive en la actualidad y a decir de los especialistas, se recrudecerá aún más en los próximos tres, particularmente por la militarización que se enquista en el país, además de que hay una Piedra que despacha en el organismo nacional que no toca al gobierno en sus excesos, ni con el pétalo de una rosa.

La CNDH tiene por objeto esencial la protección de los derechos humanos, empero, en este sexenio dejó de lado esa toral responsabilidad para convertirse en comparsa del jefe del Ejecutivo federal.

Desde las mañaneras, se atenta con la verborrea presidencial contra los derechos humanos ya que se polariza y dogmatiza a amplios sectores de la sociedad, al tiempo de desarrollar apologías de odio y la construcción del miedo. Se atenta contra los valores de libertad y respeto por los derechos humanos, porque son elementos esenciales de la democracia y ésta se construye día a día con el fortalecimiento de las instituciones del Estado y no con su destrucción.

Basta echar una mirada a la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU para darse cuenta el nivel de vulnerabilidad a las que estamos expuestos los mexicanos.

Derecho a la igualdad y libertad; a no ser discriminados; el derecho a la vida; a no ser torturado ni esclavizado; el derecho a no padecer detenciones injustas; el derecho a un juicio.

El derecho a ser inocentes hasta que se demuestre lo contrario; el derecho a la intimidad; a la libertad de movimiento, el derecho de buscar un lugar seguro en donde vivir; el derecho a casarse y forma una familia; el derecho a tus propias posesiones,

La libertad de pensamiento y la libertad de expresión así como el derecho a reunirse en público son otros derechos humanos fundamentales, así como el derecho a la democracia.

El derecho a la seguridad social, al trabajo y a un sueldo justo; el derecho de la recreación, comida y alojamiento.

El derecho a la educación; los derechos de autor y el derecho de preservar nuestras vidas y posesiones, el derecho a gozar de un medioambiente sustentable.

Con la conmemoración del Día de los Derechos Humanos, 10 de diciembre, en San Lázaro los legisladores federales emitieron todo tipo de reflexiones sobre el tema y, la verdad, se quedaron cortos ante la violación sistemática de los derechos fundamentales.

Por el PAN, la diputada Alma Rosa Hernández Escobar señaló que los derechos humanos permiten construir sociedades más justas y equitativas. Son derechos irrenunciables que tienen todas las personas y “nuestro país vive hoy una crisis de derechos humanos que empeora con el paso del tiempo”. Resaltó que en México son constantes las violaciones a los derechos humanos, los abusos, las intimidaciones, las amenazas y “la mayoría de los casos quedan impunes y las víctimas nunca recibirán justicia. En nuestro país son comunes las desapariciones y los desplazamientos forzados, las ejecuciones y la violencia de género”.

Se requieren encontrar espacios de oportunidad para garantizar derechos como la educación, salud, igualdad, trabajo, acceso al agua, justicia y el derecho a un medioambiente sano que permita avanzar adecuadamente a las generaciones presentes y futuras.

La diputada Sue Ellen Bernal Bolnik (PRI) destacó que a 73 años de la Proclamación Universal de los Derechos Humanos hay avances; sin embargo, aún hay un camino largo por recorrer en la protección de derechos de las mujeres, de las y los niños, de las personas con discapacidad, de los pueblos indígenas, de los migrantes y de la comunidad LGBTIQ+.

María del Rocío Banquells Núñez, diputada del PRD, señaló que los derechos materializan los sueños de libertad, dignidad, equidad y justicia para todas las personas, y como integrantes del Poder Legislativo, se tiene la obligación de promover, respetar y proteger los derechos humanos, así como garantizar que la voz de las personas siempre sea el instrumento más poderoso para exigir su reconocimiento.


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