Desde San Lázaro

El destape oculta al verdadero candidato

AMLO buscará una ampliación de su mandato bajo la revocación que se aplicará por primera vez el año que viene.

Un político que lleva en su ADN la cosmovisión priista sabe que el presidente en turno analiza sistemáticamente a su eventual sucesor, quien no solo debe tener las capacidades para sucederlo, sino que, sobre todo, debe tener una lealtad a toda prueba.

En el penúltimo año del sexenio, cuando ocurría el destape, subía la temperatura del caldero político en la medida que se desgranaba la mazorca hasta que viera la luz el ungido y a partir de ese momento empezaba a menguar el poder del presidente en turno.

Hoy, más que un ejercicio auténtico por descifrar quien será el sucesor, es un cuento chino que tiene como intención ajusticiar a Ricardo Monreal, el pastor de los senadores morenistas y artífice de que caminaran las principales reformas legislativas de la agenda presidencial.

Le dolió muchísimo al jefe del Ejecutivo federal que Morena perdiera la delegación Cuauhtémoc y otras alcaldías de la CDMX a manos, dicen las intrigas palaciegas, del propio Monreal, y por ello el presidente se encarga de llevarlo al paredón.

Bajo esta óptica se explica la razón del porqué al enumerar dos veces a los buenos para la grande, ‘a propósito’ olvidó mencionar al zacatecano, cuando todo mundo sabía, hasta antes de la elección que, junto con Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, el senador estaba en esa trípode de exquisitos.

De risa y no por faltarle el respeto a los que mencionó el presidente, sino porque, salvo la jefa del Gobierno capitalino y el canciller, no tienen ninguna posibilidad de alcanzar la candidatura de Morena.

Ni Rocío Nahle, Esteban Moctezuma, Juan Ramón de la Fuente y Tatiana Clouthier llegarán a alcanzar esa posición ni en sueños. Tan solo fueron usados para, por un lado, cobrar una afrenta y por otro, esconder más aún al auténtico sucesor y ese es, nada más ni nada menos, que el propio López Obrador.

Claro, si los tiempos y circunstancias y los astros se alinean, AMLO buscará una ampliación de su mandato bajo la revocación de mandato que se aplicará por primera vez el año que viene y luego se volverá a usar en 2024, tal como lo hicieran Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en Venezuela y otros dictadores como Daniel Ortega en Nicaragua, países en donde, por cierto, los poderes Judicial y Legislativo están a la orden del presidente.

Entonces, el primer candidato para suceder al presidente de la República es AMLO, luego le sigue Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, posteriormente vienen los que enumeró en sus mañaneras y al último de esa lista está colocado Ricardo Monreal.

Desde luego, salió a relucir el colmillo largo y retorcido del senador, al declarar que él quiere ser el bueno y por ello, cumplirá con todos los requisitos exigidos por su partido para abanderarlos en la candidatura presidencial, sin embargo, esta declaración abonó más al clima de polarización que existe con su jefe y ya no tan amigo.

En cualquiera de los casos, si esto fuera real, es decir el distanciamiento entre ambos personajes -porque hay versiones que todo está platicado entre ambos para distraer la atención del respetable y poner a trabajar a los dos punteros-, Ricardo Monreal podría ser candidato por otro partido político como el PT o el PVEM, quien en eso de vender sus lealtades se pintan solos.

En cualquiera de los casos, nadie en sus cabales debería tomar en serio el anticipado destape que hizo AMLO, porque representaría que la cargada se fuera con alguno de ellos, como sucedió en el Auditorio Nacional con Claudia Sheinbaum y con ello menguar su poder.

La conclusión final de todo es que fue otra ocurrencia que busca engañar a los bobos y que en el fondo revive ese deseo de perpetuarse en el poder, ya que los dos precandidatos más aventajados sufren las de Caín para estar a la altura, sobre todo la titular del gobierno capitalino.

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