Desde San Lázaro

Accidente, incidente o tragedia por negligencia en el Metro

El Metro con la señora Sheinbaum es una bomba de tiempo porque soslaya el deterioro de todas líneas y prefiere canalizar recursos a obras de relumbrón.

Dice la jefa de gobierno que la tragedia en donde han fallecido 26 usuarios del Metro es un “incidente” que solo se debe al infortunio y no a la negligencia, la irresponsabilidad e ineptitud de las autoridades tanto federales como locales.

Claudia Sheinbaum debe asumir su responsabilidad y aunque no será llamada a cuentas por la Cámara de Diputados local, debido a que está dominada por sus cómplices de Morena, sí el Congreso, ahora en Sesión Permanente, debe citarla para que explique al detalle los subejercicios que se han dado en Metro durante su administración; la falta de mantenimiento mayor, amén de conocer las razones que mantienen a Florencia Serranía como titular de ese organismo.

En lugar de encerrarse en discusiones bizantinas sobre la semántica de las palabras “incidente y accidente”, debe en primera instancia cesar a la directora general del Metro y nombrar una persona con perfil académico y técnico adecuado para los retos que enfrenta el del Sistema de Transporte Colectivo Metro en la actualidad. No solo en la Línea 12, sino todo el sistema, esto dicho por los mismos trabajadores y usuarios.

En otra colaboración hemos señalado que el Metro con la señora Sheinbaum es una bomba de tiempo en virtud de que soslaya el deterioro que existe en todas líneas y prefiere canalizar recursos del presupuesto a obras de relumbrón o programas de su gobierno que a la postre no mejoran la calidad de vida de los capitalinos, que proceder a darle una cirugía mayor a la columna vertebral del transporte colectivo de la capital del país.

Luego de que se publicó que el año pasado el Metro dejó de ejercer 547 millones de pesos, según reporte del gobierno capitalino enviado a la Cámara de Diputados federal, se autocorrigieron estas cifras para indicar que no hubo tal subejercicio

El hecho es que mientras todavía hay más de 40 heridos hospitalizados, varios de ellos de gravedad y en espera de los dictámenes para saber qué pasó y que van a tardar meses, el Metro sigue operando en condiciones precarias y peligrosas para los más de 5 millones de usuarios que a diario lo usan.

Se debe declarar como prioridad máxima la revisión a fondo del Metro y proceder al mantenimiento mayor, al tiempo de frenar obras que no tienen ningún sentido como el paso a desnivel de Cuemanco, o dejar de repartir despensas y múltiples apoyos a la ciudadanía de cara a los comicios del mes de junio

El Metro requiere esos recursos que se están canalizando subrepticiamente a las campañas políticas.

Qué se puede esperar de Claudia Sheinbaum, si para el presidente de México es prioridad máxima ganar las elecciones federales y en los 15 estados en donde habrá relevo de gobernador, en lugar de atender las necesidades de la población que ahora enfrenta los coletazos de una inflación galopante; por consecuencia, su discípula y preferida para sucederla, lo imita porque sabe que de entregar buenas cuentas con los resultados de las elecciones del 6 de junio en favor de los candidatos de Morena y sus aliados en la capital del país, pues le subirán sus bonos ahora que se desplomaron por la negligencia que significó no atender a tiempo las alertas rojas que se prendieron por denuncias de los usuarios, trabajadores y vecinos en torno a las condiciones de riesgo de las trabes que soportan los convoyes que transitan por la línea dorada.

La austeridad franciscana del gobierno federal provocó también que el Metro no tenga el presupuesto suficiente para su mantenimiento, ya que a todas las entidades del país les rasuraron recursos públicos para canalizarlos a los tres elefantes blancos que se construyen: Santa Lucía, Dos Bocas y Tren Maya y este simple hecho, el recorte de billete, afectó la calidad de vida de los mexicanos, provocó muertes y marginación extrema.

COLUMNAS ANTERIORES

La CDMX para Taboada
De presunto delincuente a prócer de la 4T

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.