Repensar

Dar la cara

Daniella Levine Cava, la primera alcaldesa en la historia de Miami-Dade, siempre ha mostrado preocupación por los temas sociales.

La zona metropolitana de Miami está dividida en tres condados. El de Miami-Dade comprende la parte céntrica y cuenta con 34 ciudades o villas, constituidas en municipios. Las ciudades más grandes son Miami, Miami Beach, Coral Gables y Hialeah; las villas más conocidas son Key Biscayne y Bal Harbour. Tanto el condado como los municipios son gobernados por sus respectivos alcaldes y comisionados electos.

El 60 por ciento de los pobladores nació en otro país y habla español. Es una ciudad cosmopolita con grandes comunidades de latinoamericanos y caribeños. Por eso y por su economía, centrada en las finanzas, el comercio y el turismo, presenta desafíos únicos para quien la quiera gobernar.

Daniella Levine Cava siempre ha mostrado preocupación por los temas sociales. Oriunda de Nueva York, de niña vivió en Río de Janeiro y en Santiago de Chile, donde conoció los problemas asociados a la pobreza. Por ello estudió psicología (en Yale), derecho y trabajo social (en Columbia). Luego de casarse, llegó a Miami en 1980 y empezó a trabajar en la Agencia de Servicios Legales, protegiendo a niños inmigrantes o con necesidades especiales. Por su cuenta creó la Coalición de Servicios Humanos para brindar un apoyo más integral a las familias de escasos recursos.

Se valoró tanto su labor que la convencieron de que se postulara como comisionada de la parte más pobre del condado. Pronto se distinguió por promover la construcción de vivienda en terrenos públicos, el transporte en bicicleta y la limpieza de las playas. Fue inevitable que impulsaran su candidatura para convertirla en la primera alcaldesa en la historia de Miami-Dade, jurisdicción que cuenta con 28 mil empleados y dispone de un presupuesto anual de 9 mil millones de dólares.

Tomó posesión en noviembre e inmediatamente se dedicó a reorganizar la atención a los enfermos de Covid, a impulsar la vacunación y a reactivar la economía. Ante el incremento de los índices delictivos contrató a más agentes, ignorando las presiones para reducir el presupuesto de la policía. Al director de los cuatro aeropuertos de la ciudad, considerado intocable por los que la antecedieron, lo despidió por unos contratos irregulares.

Liderazgo

Cuando el pasado 24 de junio, apenas en el día 146 de su gestión, se derrumbó el condominio Champlain Towers, dejando atrapadas a más de 160 personas, Daniella, de 65 años, pudo fácilmente desentenderse y dejarle el problemón al alcalde del municipio de Surfside o de plano, dada la magnitud de la tragedia, a el gobernador. En lugar de ello se declaró comandante del incidente y se puso al frente de los esfuerzos de búsqueda de sobrevivientes, coordinando a rescatistas de muchas partes del país e incluso de Israel y de México. Fue sorprendente lo rápido que logró superar el caos inicial.

Oyendo a los expertos, se encargó de tomar las decisiones difíciles, sin titubeos y sin dejar espacio a la ambigüedad. Por ejemplo, al ver que se acercaba una tormenta, autorizó la demolición inmediata de la parte del edificio que quedó en pie y, para evitar discusiones inútiles, fijó un criterio para suspender el rescate: cuando hubiera vientos de más de 30 millas por hora o si se presentaba una tormenta eléctrica.

Desde ese día casi no se ha movido de ahí. Contra lo que le recomendaron, para cuidar su imagen, da conferencias de prensa cada mañana y cada tarde porque, dice, “es mi deber dar información, aun si son noticias difíciles”.

A diferencia de diputados y funcionarios que sólo van a sacarse la fotografía, pasa horas cerca de las familias que esperan mientras se encuentran los restos de sus familiares. Sabe escucharlas y soportar sus recriminaciones.

Con muchos motivos para politizar el retraso de la declaración de emergencia por parte del gobernador o la lentitud con que actuó la Agencia Federal de Emergencias, prefirió la conciliación y le resultó mejor. En su visita al lugar de los hechos el presidente Biden se comprometió a pagar el costo del rescate.

Ante la duda de que haya otras construcciones vulnerables, ordenó la inspección inmediata de todos los edificios de más de 40 años de antigüedad y está proponiendo nuevas regulaciones. Sin hacer caso a los que le decían que no era el momento y que se arriesgaba a enemistarse con sus poderosos predecesores, solicitó a la fiscalía una investigación de gran jurado para deslindar responsabilidades.

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