El programa de gobierno que sostendrá Claudia Sheinbaum incluirá una propuesta de reforma al sistema nacional de justicia. Dicha propuesta se está elaborando por el ministro Arturo Zaldívar y su equipo, con información obtenida en foros y mesas de trabajo que nos están llevando a un diagnóstico a partir del cual trazaremos una ruta de acciones y soluciones.
En este contexto, el pasado 10 de enero se llevó a cabo el foro “Fallas del Sistema de Justicia”, en el que se brindaron testimonios y participaciones de la ciudadanía, de la academia, de expertos en materia de justicia y de personas operadoras del sistema. El resultado fue alarmante.
Bety —quien sobrevivió años de prisión en las Islas Marías casi sin alimento, sin artículos de higiene personal, sin comunicación con sus seres queridos, aferrada solamente a un lápiz labial— nos da una radiografía de nuestro sistema penitenciario: la tortura y el trato inhumano son la regla. Alejandro, Claudia y Dulce lo confirmaron al compartir sus historias llenas de violaciones por parte de las autoridades.
Da lo mismo si son culpables, chivos expiatorios, perseguidos políticos o inocentes. El sistema penal y las condiciones carcelarias en México no solamente privan de la libertad, en la mayoría de los casos, arrancan la dignidad y las ganas de vivir.
Por su parte, Irinea nos llevó a las lágrimas contando el feminicidio de su hija Mariana. Expuso la negligencia generalizada de las fiscalías locales y la complicidad entre autoridades y delincuentes. Nos enseñó que, en este país, una madre que pierde a su hija por muerte violenta no puede sentarse a llorar su duelo, tiene que levantarse y buscar justicia con sus propios medios.
También tuvimos relatos de mujeres que han sido maltratadas laboralmente; violentadas por sus exparejas a través de sus hijos; hombres y mujeres que han tenido que hacer el trabajo de las autoridades.
El anterior, era un diagnóstico presumible. Las y los ciudadanos que van en busca de auxilio de sus autoridades, se encuentran con un enemigo mayor: un sistema que no puede llamarse de justicia.
Hay mucho trabajo por hacer y sin duda propondremos alternativas que pongan en el centro a las víctimas.
Sin embargo, las participaciones de la última mesa del foro que ahora relato, llevaron a una nueva reflexión: los cuerpos policíacos y las y los funcionarios públicos también son víctimas; sí, víctimas invisibles del sistema de justicia en México.
Al estar del lado de la operación del sistema, a nuestras y nuestros servidores públicos se les exige trabajo y resultados; como debe ser. Sin embargo, a las y los operadores desde las fiscalías y los cuerpos policíacos, se les exige sin primero dotarlas de condiciones y herramientas de trabajo.
Ellas y ellos que han venido arrastrando los vicios de corrupción y negligencia; que trabajan sin capacitación ni especialización; que cuentan con deficiencias salariales y condiciones poco dignas de trabajo; que se arriesgan sin protocolos de seguridad; que están rebasados por brutales cargas de trabajo; que no cuentan con personal ni equipos adecuados de investigación; que no tienen el respaldo institucional. Ellas y ellos también son víctimas.
Tenemos un sistema fracturado en donde la ciudadanía no confía en las instituciones de justicia y las instituciones de justicia no están equipadas para hacer su trabajo. Las alternativas de solución se pondrán sobre la mesa como ruta hacia la construcción de un México justo.
Mientras tanto, propongo que como sociedad y como usuarios del sistema, intentemos ver a nuestras autoridades desde sus propias limitaciones y necesidades no cubiertas. Les invito a tener una percepción más empática, y desde ahí, exigir la mejora de estas áreas de oportunidad como parte de la demanda de un sólido sistema de justicia. Con ello, lo que sugiero es que apreciemos las dos caras del sistema y entonces, ahí, busquemos un punto de encuentro para avanzar.