Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

De camino a la estanflación

Ante los crecientes riesgos de estanflación los bancos centrales, particularmente las economías avanzadas, tendrían que seguir con una política monetaria restrictiva, aunque menos agresiva.

Esta semana dos organismos internacionales alzaron la voz en torno a los crecientes riesgos de estanflación a nivel global. La OCDE revisó a la baja el crecimiento económico, y fuertemente al alza la inflación; lo mismo sucedió por parte del Banco Mundial en su reporte de Perspectivas Económicas Mundiales, donde estima que el crecimiento global será del 2.9 por ciento en el año, con inflaciones significativamente superiores de los objetivos de los bancos centrales.

En tanto, la OCDE recortó sus previsiones, que pasaron de una expansión esperada de 4.5 por ciento en el PIB mundial estimado al inicio del año, a 3.0 por ciento. Adicionalmente, para el siguiente año el crecimiento está proyectado a desacelerarse aún más. Por lo que respecta a la inflación, la revisión al alza para el 2022 fue más severa, duplicando su estimado al 8.5 por ciento para los países miembros del organismo. Estos ajustes surgen como respuesta de dos choques: la guerra en Ucrania y las nuevas cuarentenas en China, que continuarán impactando el crecimiento a la baja y la inflación al alza. Las disrupciones en las cadenas productivas que se desprenden tanto del conflicto geopolítico como de los recientes cierres en la economía de China, limitarán la capacidad productiva del sector manufacturero. Aunado a ello, el organismo también anticipa un consumo más débil a medida que los mayores precios en materias primas y energéticos agregan presiones inflacionarias, al tiempo que reducen el ingreso real de las familias, impidiendo irremediablemente la extensión de la recuperación en la economía global en la era posterior a la pandemia. Los precios del petróleo y los energéticos han alcanzado en términos nominales niveles del 2008. Si las tensiones militares se prologan por más tiempo, o se exacerba el conflicto bélico pudiéramos alcanzar y superar los 180 dólares por barril, nivel equivalente al 2008 ajustado por la inflación, incrementando las probabilidades de estancamiento económico y elevada inflación.

De hecho, el Banco Mundial en su reporte de Perspectivas Económicas señala que podríamos estar en el inicio de una fase de estanflación, en donde muchos países inevitablemente entrarían en una recesión. Escenario semejante al de los años 70, donde las disrupciones en la oferta han impulsado la trayectoria de alza en la inflación, mismas que han sido precedidas por políticas monetarias sumamente laxas y acomodaticias en la mayoría de las economías avanzadas.

Ante los crecientes riesgos de estanflación –sin duda un escenario muy complejo de abordar– los bancos centrales, particularmente las economías avanzadas, tendrían que seguir con una política monetaria restrictiva, aunque menos agresiva de la inicialmente esperada. La realidad es que la trayectoria de alza de la inflación en los países desarrollados se ha originado por choques de oferta y de demanda, y por bancos centrales que han privilegiado el crecimiento sobre la inflación. Ante este resultado, los bancos centrales buscarían destruir demanda agregada para tratar de lograr un equilibrio entre oferta y demanda. Es un hecho irrefutable que no hay certeza sobre la distribución de los efectos que puede tener una política monetaria en el corto plazo en el producto y en los precios. Lo que genera un escenario de estanflación es una política monetaria que originalmente fue laxa y que posteriormente generó sorpresivamente una inflación elevada, lo que obliga al banco central a restringir agresivamente la liquidez.

Para México, las expectativas son un poco diferentes. En el escenario de estanflación, Banxico tendría que seguir apretando las condiciones monetarias. La inflación de México, a diferencia de la de Estados Unidos, en gran medida es importada. Se ha acelerado por la transferencia de los precios internacionales, no tanto por exceso de demanda. Considerando que uno de los principales canales de transmisión de la política monetaria en las circunstancias actuales es a través el tipo de cambio, al Banco de México no le quedará de otra más que continuar la trayectoria del ciclo restrictivo.

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