Mis Finanzas y Coaching

¿Es posible tener inmunidad mental?

La inmunidad mental es un concepto intangible que equivale a un mantenimiento preventivo.

Hay días en los cuales todo parece salir mal y uno quisiera un mundo más ordenado, calles sin baches, conductores prudentes o semáforos siempre en verde. Pero la vida, igual que los caminos, rara vez coincide con nuestros deseos. El tráfico, los topes, la lluvia y el pavimento dañado están ahí, como las contingencias cotidianas, sin que podamos hacer mucho al respecto.

Sin embargo, algo sí está en nuestras manos: el estado del vehículo con el que elegimos transitar. Esa es una decisión profundamente personal y si el auto está sin frenos, con la dirección floja o sin amortiguadores, cada obstáculo se convierte en un golpe seco. En cambio, si el carro está bien afinado, equipado con buenas llantas, un sistema de frenos confiable y una suspensión firme, esas mismas calles se recorren con mayor estabilidad.

Desde el coaching ejecutivo, esta imagen me conduce a una pregunta recurrente en muchas conversaciones: ¿qué está bajo tu control? Con frecuencia acompaño a personas agobiadas por situaciones que escapan a su dominio, como resoluciones corporativas que no les corresponden, actitudes ajenas, mercados inciertos, estructuras rígidas. El malestar aumenta cuando el enfoque está exclusivamente en lo externo. Es ahí donde conviene hacer una pausa, respirar y cuestionarse: “¿cuál es mi metro cuadrado de decisión en esto? ¿qué sí depende de mí?”.

Aquí entra en juego la analogía del auto. Aunque es imposible rediseñar el camino, sí podemos fortalecer el vehículo, lo que significa trabajar con la mente, las emociones y la forma de afrontar los problemas.

La inmunidad mental es un concepto intangible que equivale a un mantenimiento preventivo. Prácticas como la meditación, el acompañamiento profesional, el ejercicio regular o la escritura reflexiva son maneras de que el “motor emocional” esté en óptimas condiciones. Son decisiones pequeñas, pero estratégicas.

Liderar no implica evitar los problemas, sino llegar a ellos con la mente en calma, el juicio afinado y la energía disponible para actuar allí donde realmente podemos influir. Esa es la diferencia entre quien está a merced de la ruta y quien, a pesar de las circunstancias, conserva la dirección.

Porque, en definitiva, el liderazgo no se mide por la suavidad del trayecto, sino por la capacidad de mantener el rumbo sin quebrarse por dentro. La carretera puede ser similar para todos, pero no todos conducen el mismo auto. Cuando uno comprende esto, el foco deja de estar en el lodo del camino y pasa a las manos que sostienen el volante.

¿Qué tan afinada tienes tu mente? Coméntame en Instagram: @atovar.castro y sígueme en el podcast “Dinero y Felicidad”, en Spotify, Apple Podcast, entre otros

Alberto Tovar

Alberto Tovar

Economista, especializado en negocios y finanzas personales; certificado como coach de vida y equipos. Actualmente es el Director Regional de la Zona Norte de El Financiero. Ofrece conferencias, consultoría y coaching a organizaciones diversas.

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