Alberto Muñoz

2022 cierra el año con recortes de personal (downsizing) en empresas basadas en conocimiento

Los llamados unicornios han caído en desgracia al no poder confrontar el reto real de todo emprendimiento: tener clientes y mantenerlos.

Empezamos la última semana de noviembre con la noticia de que HP planea recortar hasta 6 mil puestos de trabajo. Semanas antes, Meta (antes Facebook) eliminó 11 mil; Amazon, 10 mil; Shopee, 7 mil; Cisco, al menos 4 mil, seguido por Twitter quizá con más de 3 mil.

Si todavía estuviéramos en medio de la pandemia Covid esto parecería el mismísimo infierno. Seguramente los econometristas podrán explicar mejor que yo estos fenómenos casi totalmente focalizados en Silicon Valley (aunque no exclusivamente), pero lo que vemos no es más que un efecto tardío de la misma pandemia y sin dudas, una oportunidad estructural.

La vida de una startup (o una pequeña empresa) es muy diferente a la de una empresa como las que vemos echando gente a la calle. Una startup sin apalancamiento tiene dificultades para pagar la nómina, pero las grandes empresas (y más empresas de tecnología) están involucradas en proyectos que implican invertir y comprometer recursos mucho más allá de la nómina del mes.

Eso sucede también con algunas startups que reciben inversiones de los VC (venture capitalists) o de los denominados angel investors, ya sea por medios de crowdfunding (como KickStarter o la mexicana Fondeadora) o por los cada vez menos accesibles créditos financieros de los bancos.

Pero nada de esto es nuevo, ya desde hace más de 15 años, dos profesores de Berkeley nos planteaban sobre la Super Flexibilidad en Empresas Basadas en Conocimiento (Bahrami & Evans (Super-Flexibility for Knowledge Enterprises, Springer, 2004). Su obra es un maravilloso compendio donde se resumen de manera sucinta ciertas características que han permitido a cierto tipo de empresas (en Silicon Valley, mayoritariamente pero no de forma exclusiva) sobrevivir a los vaivenes de la economía.

Dicho compendio explica cómo la adaptabilidad (adaptability), voluntad y predisposición para hacer las cosas de manera diferente a partir de aprendizajes y experiencias previas (empirical pragmatism); la agilidad (agility), esa capacidad de tomar acciones inmediatas tanto oportunas ante nuevas oportunidades, como correctivas ante nuevas amenazas; la elasticidad (elasticity) el permitir que entidades, departamentos o unidades de la empresa se puedan expandir o contraer acorde a los retos de negocio.

Y así los autores van describiendo a detalle con las demás: liquidez (liquidity), maleabilidad (malleability), movilidad (mobility), modularidad (modularity), robustez (robustness), resiliencia (resilience) y versatility (versatility).

En resumen, dichas características estructurales permiten darle el andamiaje necesario a los equipos de innovación tecnológica, investigación y desarrollo para hacer sostenible el manejo de la incertidumbre tanto del mercado mismo como de los cambios en los modelos económico-financieros de la economía mundial.

En dicho escenario es que se vienen dando los emprendimientos llamados unicornios caídos en desgracia al no poder confrontar el reto real de todo emprendimiento: tener clientes y mantenerlos.

Tal y como ha sido el caso de la sonada condena a la fundadora de Theranos y al fundador de FTX y su, al parecer contubernio con Alameda, dirigida hasta hace poco por una brillante graduada de Stanford, hija de un reconocido econometrista del MIT.

Como bien dicen Bahrami & Evans, las empresas basadas en conocimiento se cuecen aparte.

Y algunas se queman.

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