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Coronación Rey Carlos III: ¿Qué joyas usará en el evento?

La colección de joyas de la realeza británica consta de más de 140 piezas. En su coronación, el rey Carlos III usará varias de estas reliquias de la monarquía británica.

La coronación del rey Carlos III será el 3 de junio de 2023 en la Abadía de Westminster, revelaron funcionarios del Reino Unido a la agencia Bloomberg. El rey tendrá para ese entonces 74 años y será el soberano de mayor edad en ser coronado en la historia de la monarquía británica.

La coronación de Carlos III será una versión más pequeña y modesta de las ceremonias de monarcas anteriores; sin embargo, será rica en tradición ya que el rey del Reino Unido seguirá todo el protocolo que dicta la tradición y portará las joyas reales que han sido heredadas de soberano a soberano.

Para empezar, Carlos III será coronado en la Abadía de Westminster, tal y como sucedió con su madre la reina Isabel II en 1953, ante la presencia de más de ocho mil invitados de 129 naciones. La ceremonia de Carlos III podría limitarse a dos mil.

La coronación de la reina Isabel II tuvo un costo aproximado de 1.57 millones de libras, que equivalen a alrededor de 46 millones de libras de la actualidad; para la coronación de su heredero se desconoce el monto.

El protocolo de la realeza dicta que el rey Carlos III estará sentado en un trono conocido como la Silla de Eduardo y portará las siguientes joyas reales:

  • El cetro y la vara del soberano que sostendrá para representar su control constitucional de la nación
  • El orbe del soberano, también lo sostendrá en mano para representar al mundo cristiano.
  • Después será ungido con aceite, bendecido y consagrado por el clero mayor.
  • Carlos III será coronado y se posará sobre su cabeza se colocará la corona de San Eduardo

¿Cuáles son las joyas reales que usará Carlos III en su coronación?

La colección de joyas de la realeza británica consta de más de 140 piezas, que en su conjunto tienen más de 23 mil piedras preciosas, incluido el diamante más grande del mundo: el Cullian, cuyo valor se estima en más de 500 millones de dólares.


La colección real se guarda dentro de la Jewel House en la Torre de Londres, con la excepción de las joyas que usualmente usa la familia real.

La corona de San Eduardo

Es la reliquia más preciada de la monarquía británica y cada rey o reina la usa una vez en su vida: durante la ceremonia de coronación.

Su nombre hace alusión al último rey anglosajón, Eduardo el Confesor, y está hecha de oro macizo y presenta más de 400 piedras preciosas, incluidos rubíes, granates y zafiros. La versión que se utilizará el próximo año fue realizada originalmente para Carlos II en 1661, mide 30 centímetros de alto y pesa 2. 23 kilogramos. Por lo general, se mantiene bajo vigilancia en la Torre de Londres.

El cetro de la cruz

Este cetro representa el poder temporal del soberano. Ha sido usado en cada investidura desde la de Carlos II en 1661. Su peso estimado es de un kilo 170 gramos y mide 92 centímetros de largo.

En 1911 el cetro de la cruz tuvo una modificación y se le añadió diamante Cullinan I, de 530.2 quilates, para ello la joya real tuvo que ser reforzada para que el diamante no cayera del cetro.

El cetro de la paloma

Mide 110 centímetros de largo, pesa un kilo 150 gramos; hecho de oro y rematado por una paloma con las alas extendidas representa el papel espiritual del soberano. Ha sido usado en cada coronación desde la de Carlos II en 1661.

El orbe del soberano

Es una esfera hueca de oro que data de 1661. Adornado con piedras preciosas, cuenta con una cruz de joyas que simboliza el papel del monarca como fidei defensor (‘defensor de la fe’), uno de sus títulos.

Durante la ceremonia de coronación, el rey deberá sostenerlo en la mano derecha; la joya mide 27.5 centímetros y pesa un kilo 320 gramos.

El anillo del soberano

La joya es de oro y se realizó para la coronación de Guillermo IV en 1831. Está compuesto de un zafiro rodeado de diamantes e incrustado de rubíes que forman una cruz.

En la ceremonia de coronación, el anillo será colocado por el arzobispo en el dedo anular de Carlos III como símbolo de “dignidad real”.


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