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Primer doblete de Red Bull en Bahréin: Max y Sergio lo perpetran

Con el abandono de Leclerc mientras Alonso completa el podio

Ya estaba escrito. El predominio con el cual el equipo austriaco de Fórmula 1 de Red Bull cerró una temporada fascinante –la del año pasado– tenía que proseguir, ya que en esta disciplina deportiva que descansa en el amarre de tecnología de punta que roza el asombro: una vez que se consigue la inercia tendiente a la perfección, lo que ocurre a continuación es que va a ir más lejos, más alto y mucho más rápido.

Los negocios negocios son. Y en éste en particular, está en juego mucho, basados en la victoria.

Conseguir el triunfo, así como aliarse con él, redunda en los beneficios sobre el capital que se invierte; la imagen que se pretende y el prestigio que acercará a más público y por ende, dará gran placer a los patrocinadores.

No hay duda de que se trata de un deporte. De un espectáculo.

Pero a lo largo y a lo ancho de sus emociones subyace la necesidad –perentoria– de obtener resultados.

Lo que han conseguido esta noche en el desierto árabe Max Verstappen y su colega el piloto mexicano Sergio Pérez, no es otra cosa que la facturación de un business plan presupuestado a la perfeccción para que arroje los beneficios que se esperan.


Se jugó la primera justa del año y no nada más la empresa de las bebidas energéticas que promete que sus elíxires “dan alas” ha ganado.

Está por ahí, como en un segundo plano, un hombre de negocios canadiense que ya dejó ver que es súper aguzado.

EN EL LUGAR, EN EL MOMENTO

Lawrence Stroll quien es en parte dueño de la corporación inglesa del automóvil Aston Martin, igual que del equipo con ese nombre y que juega con unos lindos cochecitos verdes de menos de 800 kilogramos, ha dado su primer golpe, tal como lo ha querido hacer desde hace un par de años.

Que brille. Que reluzca.

Que se hable de Aston Martin siendo competente: que las bolsas de valores y los índices del éxito en los negocios, ya se encargarán de hacerle el caldo gordo.

QUIÉN ES QUIÉN

Nuestro amigo Stroll, no es otro que Lawrence Sheldon Strulovitch. Un magnate que se inscribe dentro de la lista de los mil y tantos hombres más ricos del planeta. Famoso por su importancia en el sector de la moda y dada su valiosa colección de súper-autos (sobre todo Ferrari) anda metido en El Circo desde el año 2018.

Su bautizo de fuego en este mundillo de las carreras sucedió al comprar el equipo Force India a precio de ganga. Luego lo rebautizó como Racing Point; para desde la temporada de hace dos años, ya correr como A. M.

DANZA CON LOBOS

Él, lidera a un grupo de inversionistas y patrocinadores (sobre todo del Canadá) quienes participan también en el paquete accionario de Aston Martin Lagonda Group Limited, fabricante de los autos de calle, de la marca. Famosos, entre otras cosas, porque le encantaban a James Bond.

Stroll que ama los autos deportivos entendió que si Ferrari, McLaren y hasta Alpine realzan su fama gracias a las competiciones del vértigo, lo que luego, se refleja en los precios de sus unidades para el público automovilista: ¿por qué no revivir la importancia legendaria de Aston?

A eso apostó y gracias a la atinada conducción de Fernando Alonso (dos veces monarca mundial) hoy empieza a adornar con letras de oro el futuro de su empresa, con los autos verdes que ya corren más y mejor que los de Ferrari o los de Mercedes. Por lo menos, este domingo.

Así las cosas, tendremos que estar muy listos a ver y a analizar cómo se comporta el mercadeo de la marca inglesa, que esta noche –en Sakhir– dio un paso consagratorio.

Claro que también todo lo que pasó en la carrera cuenta. Pero lo interesante y lindo son sus secuelas:

¡A Mil Por Hora!

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