Financial Times

Tergiversación crónica arruina la economía de China

Una total ruptura de la fiabilidad de la información financiera está exacerbando la inadecuada asignación de capital, la cual es la causa de la menguante eficiencia económica y de los crecientes niveles de deuda corporativa de China.

"La tinta más pálida es mejor que el mejor recuerdo". El vasto léxico de modismos chinos está repleto de una veneración de la fiabilidad de la palabra escrita. Pero el país que comenzó a escribir en los huesos del oráculo hace más de 3,000 años es hoy víctima de un peligroso vacío de información.

Una total ruptura de la fiabilidad de la información financiera está exacerbando la inadecuada asignación de capital, la cual es la causa de la menguante eficiencia económica y de los crecientes niveles de deuda corporativa de China.

Consideremos, por ejemplo, cómo una institución financiera china pudiera tratar de encontrar información correcta sobre una compañía a la que está considerando otorgarle un préstamo. Como primera opción, pudiera recurrir a informes de los medios de comunicación. Esto pudiera resultar ser insensato. Es probable que los artículos que se encuentren hayan sido influenciados por el "periodismo del sobre", una práctica que consiste en colocar dinero en efectivo en sobres para los periodistas durante ruedas de prensa con el fin de fomentar opiniones positivas.

Tan frecuentes son esas actividades, que una empresa china ofrece una aplicación al estilo de la de Uber para hacer que la industria de las "noticias plantadas" sea más eficiente. La aplicación, llamada "Zhao Jizhe" (Encuentre un periodista), pone a las empresas en contacto con los periodistas "en alquiler" utilizando una escala graduada y enumera cargos de 1,000 renminbis por un periodista "estándar" que puede tener acceso a sólo un medio; de 3,000 por escritores de "nivel medio" y de "alto nivel "; y de 8,000 por un servicio de primera calidad que procura un periodista "experimentado" con cobertura garantizada en 25 publicaciones, cuatro de los cuales son bien conocidas.

La aplicación — que afirma contar con una red de más de 1,000 periodistas y con acceso a 3,000 publicaciones — se identifica a sí misma como una "plataforma de la comunidad intelectual en donde los profesionales de los medios ayudan a los empresarios". Sin embargo, la aplicación parecía estar inactiva esta semana en medio de las críticas de su modelo de negocio en baidu.com, el motor de búsqueda chino.

Si no se puede confiar en los medios de comunicación, entonces, ¿a dónde debe acudir un financiador chino? Las compañías de calificación de crédito representan una opción obvia. Sin embargo, las compañías de calificación chinas son tan panglosianas, que no revelan ni una mínima inquietud.

Según un estudio realizado por Wind Information, una proveedora de datos de Shanghái, las agencias de calificación de China han otorgado el estatus de inversión al 99.5 por ciento de toda la deuda pública pendiente. Esto envía una señal que indica que toda la deuda corporativa, con excepción de una fracción, se considera una inversión segura digna de retenerse, a pesar de un aumento en los impagos corporativos este año.

El absurdo se vuelve aún más evidente en el nivel microeconómico. A Yanzhou Coal — una compañía anteriormente estable que actualmente enfrenta elevados múltiplos de deuda y que escasamente logró un rendimiento de los activos de un 0.1 por ciento el año pasado — obtuvo una calificación máxima de solvencia por parte de las agencias chinas. Por el contrario, S&P Global Ratings (anteriormente conocida como Standard & Poor's), la agencia de calificación internacional, coloca a la compañía en la categoría de "basura". Existen decenas de casos similares.

Los analistas de la bolsa de valores no son menos optimistas. Ellos han dado, casi unánimemente, recomendaciones de "comprar" a los inversores en todas las empresas incluidas en el índice compuesto de Shanghái, el índice de acciones líder del país.

El total optimismo les roba a los bancos chinos su "percepción". Si se considera que todo está bien en el mejor de los casos posibles, a las instituciones financieras se les dificulta determinar si una empresa es un "zombi" destructor del valor o un dinámico innovador empresarial.

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