Yonathan Amador Gomez

DZazter trío, el arte del desastre

El guitarrista mexicano Juan Castañón encontró su mejor manera de comunicar y desarrollar su proyecto musical.

A inicios del siglo XX el músico y compositor austriaco Arnold Schoenberg, junto con varios compositores como Stranvinsky conformaron un grupo de compositores que, contrario a la traición de siglos de música tonal, exploraron nuevas sonoridades y desarrollaron composiciones atonales, con secuencias musicales que en su momento fueron calificadas de radicales, o como escribiera el músico y profesor francés Norbert Dufourcq, “música violenta, primitiva, caótica”.

Algo similar ocurrió en el jazz. Luego de medio siglo de desarrollo y movimiento, a finales de los años 50 e inicios de los 60 Ornette Coleman, Cecil Taylor, John Coltrane, entre otros, fueron en contra de las estructuras melódicas y rítmicas que el jazz había conservado ─incluso en el be bop de Parker y Gillespie─ para dar paso al free jazz, en donde las piezas se construyen a partir de la improvisación libre y una absoluta libertad del lenguaje musical. Esta música, que siempre está bordeando los límites, ha sido llamada por Alex Ross, crítico musical de The New Yorker, como el arte del ruido.

Es en ese arte del ruido en el que el guitarrista mexicano Juan Castañón encontró su mejor manera de comunicar y desarrollar su proyecto musical. Formado en la música clásica, su acercamiento al jazz inició en su natal Monterrey entre festivales y algunos maestros particulares. Luego de un viaje de exploración a Nueva York, por recomendación de un músico italiano terminó estudiando en la Universidad de Roma. Ahí fue conociendo la escena y a músicos, pero no fue sino hasta que acudió a un concierto del tubista Michel Godard, músico francés de free jazz, que decidió enfocarse en esta corriente y lenguaje del jazz.

En Italia, Juan Castañón hizo mancuerna de manera estrecha con el clarinetista Marco Colonna y el saxofonista Bruno Angeloni, quienes tenían el Colectivo Impromachine, el cual fue replicado por Juan en Monterrey con el Colectivo Impromusak y estableció el taller de improvisación Encuentros de Estancias Sonoras, al que invitaba a músicos como Germán Bringas.

Desde su regreso a México Juan ha grabado varios discos con proyectos y alineaciones distintas. En 2009 con Bruno Angeloni realizó una gira por nuestro país que se extendió a Italia y ya de vuelta tocaron, en el Jazzorca de la Ciudad de México, con Itzam Cano (contrabajo) y Gabriel Lauber (batería), dos importantes músicos del free jazz y la improvisación de nuestro país. Así inició el cuarteto D/Zazter Trío.

Con la partida de Bruno se quedó el trío, no sin antes en 2012 grabar una sesión acompañados de Luis Ortega en el contrabajo eléctrico. El disco de D/Zazter Ensamble (quinteto) fue lanzado bajo el nombre The last floor journey. Ese mismo año, ya en formato de trío, Juan, Itzam y Gabriel dejaron una grabación que quedó guardada hasta el año pasado. Si bien es cierto que la pandemia trajo una parálisis obligada entre los músicos, muchos de ellos aprovecharon para retomar proyectos guardados en el cajón o pospuestos por diversas razones. Este fue el caso.

D/Zazter Trío ─llamado así por la frase recurrente de Bruno Angeloni: “vivimos en un desastre”─, presenta una sesión de 55 minutos dividida en 6 tracks. La cosa in se, inicia el diálogo entre la guitarra, el contrabajo y la batería, un diálogo que evoca una charla, que a veces es intensa, en momentos tranquila, con respiros y siempre emotiva. “Se requiere energía y fuerza para tocarla”, comenta Juan Castañón.

Distribuída por Dimensional Recording, disquera de Gabriel Lauber especializada en free jazz, la grabación de D/Zazter Trío, a casi 10 años de distancia no perdió su esencia, “es una grabación fresca” en la que el trío se muestra tal cual es, tal como suena, sin pretensiones. Muestra de ello es una sesión que grabaron para el programa de radio Solo Jazz de la cantante Sara Valenzuela, luego de no verse, ni tocar juntos por algún tiempo.

El poeta Amiri Baraka decía sobre el free jazz: “crea nuevas formas, nuevos modelos de expresión y más precisamente refleja la experiencia contemporánea”. La experiencia del arte del ruido, que exige del escucha oídos y mente abierta a sonoridades poco condescendientes.

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