Victor Manuel Perez Valera

Combate a la pobreza: Juan Luis Vives e Ignacio de Loyola

“La educación para los pobres no puede ser una pobre educación”.

Aunque existen investigaciones modernas y profundas propiciadas por la ONU sobre el combate a la pobreza (UNRISD: 2005, 2006, 2011; UCTAD 2006; PNUD 2005; DAES 2010) vale la pena hacer referencia a Juan Luis Vives, pensador bisagra entre la Edad Media y los tiempos modernos, a quien se debe quizá el primer estudio serio para combatir la pobreza. Asimismo, cabe mencionar la herencia de la educación para los pobres de Ignacio de Loyola.

Juan Luis Vives nació en Valencia en 1493, estudió en la Universidad de Alcalá, mas no contento con su método de enseñanza, se fue a la Universidad de París, y a la postre se estableció en los Países Bajos. Fue un filósofo práctico, innovador en la filosofía, en la pedagogía y en la política de su tiempo. Se propuso, como siglos después lo hizo Kant, realizar un estudio sobre la paz internacional y algo admirable, sobre la unión de Europa. Probablemente el libro que le ha dado más fama a nuestro autor fue el de: De subventione pauperum (Tratado del socorro de los pobres) editado en Brujas en 1526. Vives investigó el origen de la necesidad y miseria del hombre, y sobre cómo combatir la pobreza en la ciudad en que residía.

Ante todo, Vives distinguió entre la pobreza como virtud cristiana, especialmente entre los religiosos, y la pobreza como problema. Como primer elemento básico sugiere un censo exhaustivo de todos los pobres a los cuales divide en dos categorías: los que están en hospitales y los que andan errantes por la ciudad. Además, sugirió que se hiciese un estudio de todos los necesitados para conocer la causa de su pobreza. El punto central fue la sugerencia sobre los principales remedios a la pobreza, que se podían reducir a tres: trabajo o empleo, formación y educación.

Vives condenaba la ociosidad y la mentira, ya que existen algunos pobres vergonzantes. Prácticamente todos podrían capacitarse para realizar algún trabajo. A los que no tuvieren un oficio formal, habría que instruirlos en algunas tareas para incorporarlos a un trabajo adecuado. A los pobres que no fueren nativos de la región, convendría repatriarlos y proporcionarles dinero para su viaje. A los que cayeron en pobreza por dedicarse al juego o a otros vicios, sería conveniente darles trabajos más duros, para que no regresaran a la causa de su pobreza. En cambio, a los ciegos y enfermos podría ser adecuado proporcionarles trabajos más ligeros. A los enfermos mentales o discapacitados el gobierno debería darles especial protección, y a los artesanos y artistas proporcionarles talleres que promovieran sus cualidades. La sociedad civil tendría que cooperar en la lucha contra la pobreza y el gobierno podría mediante algunas normas, regular la caridad.

En la obra de Vives, de acuerdo con su época, se sugieren cambios de estructuras socioeconómicas, por ejemplo, a los niños y niñas pobres educarlos en las primeras letras para que no cayeran en la ociosidad, y a algunos adultos proporcionarles una terapia ocupacional. Es importante, opinaba Vives, “que cada uno coma el pan ganado con su trabajo”.

Ignacio de Loyola conoció a Luis Vives: consta que este le ofreció un banquete y por la narración de otros comensales, al parecer el tema principal de la conversación, fue cómo combatir la pobreza. Ignacio de Loyola, desde su conversión pedía limosna para ayudar a los más pobres y en París repartía lo que recibía de sus bienhechores entre los estudiantes más necesitados. Cuando fue General de la Compañía en Roma, creó orfanatorios y fundó la casa de santa Martha para ayudar a las jóvenes que a causa de su pobreza se dedicaban a la prostitución.

Ignacio de Loyola coincidió con Vives sobre la importancia de la educación. Y una herencia de esta tendencia aparece en las presentes escuelas de los jesuitas. Vives insistía en que parte de la formación debería tener un aspecto religioso. Actualmente, bajo la dirección de la Compañía de Jesús, han surgido mil seiscientos colegios denominados Fe y Alegría,en veintidós países de América Latina. Este movimiento de educación popular incorpora en su currículo las “expectativas de un pueblo que está en situación de injusticia estructural”.

En los Estados Unidos con este enfoque se han creado las escuelas Nativity. Y en la India se han establecido escuelas populares, especialmente en regiones campesinas habitadas por los dalits, la casta más baja. En México se ha creado el Tecnológico Universitario del Valle de Chalco y el Instituto Superior Intercultural Ayuuk-Mixe Oaxaca, entre otros. Finalmente, la red de Fe y Alegría se está abriendo paso en algunos países africanos. Esta educación intenta contribuir a la transformación de la sociedad, ya que la educación que se imparte es de calidad. Arturo Sosa, actual General de la Compañía de Jesús ha enfatizado que “la educación para los pobres no puede ser una pobre educación”.

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