Victor Manuel Perez Valera

Los caminos de la libertad

Es innegable que la libertad es uno de los más grandes valores que posee la persona humana.

Actualmente la libertad aparece en las pancartas de muchas manifestaciones, al parecer todo el mundo quiere liberarse de algo. Las mujeres luchan por su liberación, los jóvenes quieren liberarse de sus padres, se clama libertad política contra las dictaduras, se proclama la libertad de la información y de opinión, y todavía más, en algunos ambientes, la libertad para abortar, para suicidarse y para pedir la eutanasia. Todos estos anhelos de libertad exigen que se analice cuidadosamente en qué consiste esta y las consecuencias que de ella se siguen.

Es innegable que la libertad es uno de los más grandes valores que posee la persona humana. Para Miguel de Cervantes, la libertad es lo que nos hace más humanos: “la libertad, amigo Sancho ―decía don Quijote― es uno de los primeros dones que a los hombres dieron los cielos… por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”

En la filosofía clásica, la persona se define como sustancia individual de naturaleza racional y libre. En la reflexión sobre nuestros propios actos, descubrimos la autodeterminación y de esta deriva la autocomunicación, ya que el ser humano no es un ser gregario, sino se abre a los demás por la amistad y el amor.

En la antigüedad, se aludía sobre todo a la libertad exterior, se hablaba del hombre libre en contraposición al esclavo, aunque no se desconocía del todo la libertad personal de talante ético, la libertad interior por la que gozamos de la autodeteminación sin ninguna determinación interna. Por nuestra libertad nos autorealizamos y cumplimos la empresa de tener nuestro ser como tarea. Por consiguiente, la libertad es un dato fundamental de la existencia humana, que es básica para realizar nuestros actos de acuerdo a las normas éticas y jurídicas. Para el Derecho, la existencia de la libertad es un a priori jurídico básico. No se podrían dar normas jurídicas si no se suponen sujetos libres para acatarlas.

La sanción jurídica, propia del Derecho, implica un acto libre, ya que sería absurdo e injusto que se castigara a alguien por un acto que realizó sin plena libertad. También la obligación jurídica, un tópico central en el Derecho, aunque implica una limitación de la libertad, al mismo tiempo la supone. Finalmente, como culmen de la relación entre libertad y Derecho, tenemos los Derechos Humanos que, ante todo, prohíben la esclavitud y postulan las libertades públicas.

Existe lo que suele llamarse la libertad vinculante, valores que se nos imponen y nos exigen renuncias, que nos obligan a su realización. Estas obligaciones éticas no eliminan la libertad, sino la suponen y la impulsan. Marco Tulio Cicerón escribía: somos siervos de la ley para que podamos ser libres, o en otras palabras, la ley es vínculo, el Derecho libertad.

La libertad no consiste en un capricho, o como algunos dicen, “hacer mi real gana”. A este respecto, el gran psicólogo vienés Viktor Frankl decía, refiriéndose a los Estados Unidos, que estaba bien que se hubiera elaborado la estatua de la libertad, pero que también se debería construir la estatua de la responsabilidad.

Para no confundir la libertad con el libertinaje es importante indicar que la libertad no puede darse en el vacío, libertad de, sino siempre con una finalidad, libertad para. Aunque parezca pleonasmo es de suma importancia afirmar que somos libres para ser libres, no libres para ser esclavos. De este modo, la libertad se convierte en un desafío, un quehacer, una conquista. Debemos luchar por lograr la libertad interior, que no puede existir sin la liberación de algunas estructuras, de presiones de diversos tipos y de la sutil dominación que pueden ejercer sobre nosotros el dinero y los bienes materiales.

Por consiguiente, se deduce que la libertad supone la facultad de discernimiento, la sensibilidad ante los valores supremos, la capacidad de sacrificio, y la decisión de romper las estructuras alienantes propias o ajenas.

La frase evangélica “La verdad nos hará libres”, es de gran actualidad, nos muestra la coherencia que debe existir entre el conocer y el actuar, buscar de modo existencial por la autoposesión de la verdad, la obligación moral y el Derecho justo.

En suma, debemos estar atentos ante el peligro de vender nuestra libertad por una bagatela o por el éxito fácil. La aparente libertad de dar rienda suelta a los bajos instintos y caprichos puede convertirnos en paralíticos espirituales.

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