Victor Manuel Perez Valera

Orden y progreso

 

Víctor Manuel Pérez Valera

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Desde Juan Jacobo Rousseau, se ha escrito mucho sobre a qué se debe la riqueza de las naciones, su éxito y su progreso. La riqueza no necesariamente depende de los recursos naturales, sino en muchos casos, de la industria de la transformación, como sería el caso de Japón.

Suiza es otro buen ejemplo, pues sin cultivar el cacao fabrica uno de los mejores chocolates del mundo, y no obstante que tiene muchas dificultades para el pastoreo del ganado vacuno, sus productos lácteos son de gran calidad.

En otra línea conviene destacar el caso de Alemania que después de haber sido derrotada en dos guerras mundiales, gracias a la educación, al trabajo y al orden, es el motor de la Unión Europea.

Se ha insistido mucho en que el progreso depende en gran parte de ciertas cualidades o actitudes entre las que se destaca una muy sencilla, pero de gran importancia: el orden.

En efecto, para la realización de la persona y de la sociedad civil, el orden es de suma trascendencia, puesto que se deben asumir los principios de la ética básica, el respeto a las leyes y reglamentos, y además la responsabilidad en el trabajo y el respeto por el derecho de los demás.

Dos normas regulan el orden en el individuo y en la sociedad: las normas éticas y las normas jurídicas, se trata de un orden moral esencial, valores incondicionales que conducen al bien, el cual según Aristóteles es aquello que "apetece, conviene y perfecciona al ser humano". Asimismo, el Derecho en concreto, es el ordenamiento que evita por un lado el caos social, y por otro, la tiranía o imposición rígida de las normas.

El orden se define como la disposición de varios elementos de acuerdo a un fin. Así, una biblioteca podría ordenarse por el tamaño de los libros, por los colores de las portadas, o bien, el orden más esencial, por la temática.

El orden es especialmente importante en el tiempo actual, ya que vivimos más en una sociedad de medios que de fines, y en consecuencia, se da el caos en muchos aspectos de la sociedad, debido al desorden de nuestras operaciones.

Si vivimos en una vida desquiciada, fragmentada, rota, tanto en la familia como en la sociedad, es de vital importancia realizar en la práctica los fines de la persona, de la familia, de las diversas instituciones, y del Derecho. Tener presente por consiguiente los fines, es algo decisivo, pues como afirma la filosofía perenne, todo el que actúa, actúa por un fin.

El orden es tan necesario que encontramos una maravillosa armonía hasta en el cosmos, que estamos destruyendo con nuestras acciones antiecológicas.

Platón erigía al gobierno como el guardián del orden, más si el gobierno falla en esta función como sucede con el corrupto Partido Revolucionario Institucional, debemos esforzarnos por, en nuestro ámbito de acción, establecer el orden en lo sencillo y en lo complejo, en la vida ordinaria y en las circunstancias extraordinarias.

La carencia de orden, la confusión en los fines del actuar humano, conduce en mayor o menor grado al caos, a la disolución de la existencia, a la deformidad, a lo kafkiano.

Todos podemos contribuir al bien común que es el fin de la sociedad y que B. Lonergan denominó "bien de orden". Mencionaremos dos ejemplos sencillos: muchos tiran basura en las calles y se provocan serias inundaciones.

El desorden vial genera graves daños: más de 24 mil muertos por accidentes viales al año, 40 mil personas con incapacidad permanente y cerca de 300 mil hospitalizadas. México ocupa el séptimo lugar en este tipo de percances.

Ahora bien, combatir la violencia del crimen organizado, rebasa el poder de los ciudadanos, pero combatir la terrible violencia vial sí está en nuestras manos.

Todo conductor debería observar escrupulosamente el reglamento de tránsito, conducir utilizando el teléfono celular, y con exceso de velocidad, puede poner en peligro la propia vida o la ajena.

Todavía más positivo sería no sólo no provocar desorden, sino contribuir al orden vial: ceder el paso, evitar conductas agresivas: gritos, desafíos e insultos. Con la cortesía y buenos modales podemos crear una convivencia más humana.

En la bandera de Brasil se proclama el lema: "Ordem e progresso". Ojalá, que como sociedad civil, colaboremos a realizar este ideal.

*Profesor emérito de la Universidad Iberoamericana.

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